Llámese Fuerzas Armadas Nacionales, o Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) o como se llame, este organismo ha estado, está y estará siempre en la boca de los venezolanos y venezolanas. Para bien o para mal. En la actualidad la FANB pareciera estar sólidamente unida al pueblo. Tal como lo quiso, en vida, Hugo Chávez, nuestro Comandante Eterno. Es decir, juega un rol determinante en la consolidación del proceso revolucionario. Eso se puede observar en la conducta y en la actitud de oficiales de alto rango, medio y bajo. Las expresiones hablan por sí solas. Sin embargo, siempre existe un cierto temor que no termina de disiparse en algunas mentes. Eso es comprensible. Lo que no es comprensible, desde ningún punto de vista, es la actitud de la derecha venezolana, y la oligarquía local, que hablan de la FANB en concordancia con el momento y con los intereses de cada sector. Para unos los oficiales no son más que unos vendedores de verdura y unos represivos. Para otros, la FANB debe tomar conciencia y no defender lo indefendible, y para el chavismo, sostén de la revolución; la FANB es un instrumento de equilibrio, de seguridad y de defensa de nuestra soberanía.
En efecto, la FANB se debate entre estos factores de la derecha que inciden, o tienen influencia, de alguna manera, en la opinión pública. Ambos coinciden (los primeros dos factores señalados en el párrafo anterior) en que se debe atacar por un lado, y halagar por el otro. Piensan que están hablando de Las Fuerzas Armadas de la IV República. Son torpes en no aceptar que estamos en un proceso revolucionario que tiene luchando contra las fuerzas retrógradas, cerca de 20 años. Hugo Chávez Frías, fue el artífice del cambio del pensamiento en el seno de los militares. Él, como un oficial curtido en su amado ejército, previó, con antelación, la necesidad de un cambio de paradigma en el sector castrense. Y para eso urgía un cambio a nivel mental en el generalato y el almirantazgo. Un cambio a nivel mental en todos los componentes, y, en general, en todos sus miembros: hombres y mujeres. Hoy día tenemos a una oficialidad que lee y se prepara. Desde coronel, o antes, se comienza a leer con profundidad. Por ejemplo, cualquier General o Almirante le habla a usted de libro clásico "De la Guerra" de Carl von Clausewitz, el famoso militar y filósofo alemán.
Así viene sucediendo. Clausewitz, plasmó en su libro un nuevo concepto sobre la guerra. Ese concepto salió de la conducta y actitud de los ejércitos de la Revolución francesa y Napoleón, cuya ejecutoria cambió la naturaleza de la guerra, "mediante la habilidad para motivar a la población y con ello desatar conflictos a una escala como nunca se había visto antes en Europa…". Hugo Chávez leyó y aprendió del concepto desarrollado por el autor de "De la guerra". Chávez tenía un privilegio admirable: leía, interpretaba y aprendía, para luego enseñar. Por eso se empeñó en crear una nueva conciencia militar. Conciencia que estuviera alineada con las aspiraciones de un pueblo, como el venezolano. No tengo duda en que lo logró, eficazmente. Por eso tenemos una FANB alineada con su pueblo. Siente y padece, con su pueblo. Se inspira y se proyecta a la par de su pueblo.
Atrás quedaron los cantos de sirenas. No podrá la derecha y la oligarquía insaciable doblegar la conducta y el sentimiento patrio de la oficialidad. No hay oídos para esas voces agoreras que andan desesperadas buscando de que palo ahorcarse, como lo hizo Judas Iscariote, después de haber entregado a Jesús, su Maestro, al enemigo. Por un lado, tratan de ofender a los militares, y, por el otro, le hacen llamado a subvertir el orden. Los llamados, son públicos y descarados. Pero se quedaran con las ganas. Sigan haciéndole ese llamada al señor Almagro y al señor Donald Trump, tal vez ellos les oiga y hasta intenten complacerlos, pero del deseo a los hechos hay mucho trecho. O como se dice popularmente, del "dicho al hecho hay mucho trecho". La FANB solo oye al pueblo venezolano, y sólo trabaja para ese pueblo, y, además, está listo para defenderlo si algún loco decidiera, en complicidad con los apátridas, desestabilizarlo con el objetivo de dar al traste con el proceso revolucionario, y entregar al país y a su riqueza al imperio… Mejor es que se vayan a dormir, temprano, para que la pesadilla no los atormente tanto… ¡Venceremos!