Piar y el divisionismo contrarrevolucionario

No en balde Marx y Bolívar, y Chávez, abogaron por la unión de todos los hombres de bien.

Si en algún movimiento político hay caldo de cultivo para el divisionismo es en la apuesta revolucionaria del momento. Además de la mediática burguesa y derechista, divida por sí misma, parte de la misma izquierda no ceja en opinar muchas veces imprudentemente con todos sus potenciales peligros que para la causa revolucionaria semejantes diatribas públicas llevan consigo. Al respecto, la degollina que caracterizó los hechos de la Revolución Francesa es un fidelísimo espejo. Por "quítame estas pajas", partían en dos pedazos, a juicio de alguno de los revolucionarios de marras, a quienes señalaban y veían como enemigos hasta en la sopa.

La prudencia pareciera ser la gran ausente en materia de opiniones emanadas de la revolución, a lo cual se sumaría el hecho de que, entre tantos aspirantes a suceder al "Gigante" de Sabaneta, eran muchos y siguen siéndolo aquellos "revolucionarios", más izquierdistas que Lenin, que no le perdonan haber escogido a un "obrero" y "chófer de autobuses", a pesar de las demostraciones como magnífico estadista y revolucionario que ha demostrado ser, y de que obrero es la más digna expresión de hombre trabajador, pero que la misma mediática burguesa se ha encargado de prostituirla.

Desde el mismo momento, cuando leí al fabulista socialcristiano (?) Francisco Herrera Duque, comenzaron mis dudas sobre su apreciación sobre el fusilamiento del connotadísimo prócer Manuel Piar, luego de que así lo decidió el Consejo de Guerra presidido por el Almirante Luis Brion, pena capital a la que fue sometido por "deslealtad" al movimiento libertario boliviano y comandado por Simón Bolívar[1]. En su libro, Herrera pone en boca de Bolívar expresiones muy reñidas con el valor y aprecio que otros autores le atribuyen al Libertador para con los esclavos[2].

Siempre ha sido riesgoso dar por ciertos y fidedignos todo lo que escribimos o leemos sobre/y de terceros cuando lo hacemos en un medio de por sí dividido por variopintos factores económicos, religiosos, políticos o ideológicos, es decir, cuando nos movemos en una cultura como la nuestra, asaz mestizada en el sentido amplio de la palabra.

Por supuesto, las divergencias de criterio no podrían ser vistas como divisionistas cuando sus protagonistas sean revolucionarios a toda prueba, pero, aun así no debemos pasar por alto que en la sociedad burguesa todo, absolutamente todo, es convertible en mercancías y éstas en dinero.

De allí que resulte posible inducir y sembrar motivos divisionistas, particularmente por parte de una derecha que no dialogará ni por súplicas formuladas personalmente por Jesús, si se les apareciera en cuerpo y espíritu, ni por Papa alguno.

Como dice el refrán, en estas sociedades burguesas no podemos decir: "De esta agua no bebo" porque en potencia siempre representaremos insumos para el procesamiento de mercancías comprables con dinero, máxime cuando no todos podemos estar inmunizados contra el diablo mismo, ya que por lo general, los izquierdistas proceden del proletariado, sometidos como han estado a las más contundentes y sostenidas medidas alienadoras. La Historia que se nos ha vendido, la cultura que nos han modelado, el encanto de la riqueza monetaria, y, particularmente, las arrogancias sociales que ofrece el divisionismo comercial capitalista, ese que clasifica y deslinda al obrero que gana X más 1 bolívares, de su vecino que gane sólo X bolívares, todas esas eventualidades están a orden del día.

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* P. D.: Atención Presidencia de la República: Barrio Adentro, en parte de Valencia, no funciona como debería hacerlo. No están visitando enfermos en su casa por razones que desconocemos. El personal médico cubano está siendo reemplazado: No tenemos nada contra honorables médicos venezolanos, pero ya sabemos que responden a otra cultura. Al parecer, se reincorporarían a esas funciones el próximo lunes 17.


[1] Cuando estuve en Ciudad Bolívar, en la Plaza Mayor, pude mirarla ventanilla desde donde Bolívar observó el fusilamiento en cuestión.

[2] Francisco Herrera Duque, Manuel Piar, Caudillo de dos colores. Editorial Pomaire, Venezuela S.A. Caracas, 1987, Cap. I.

 

 



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Manuel C. Martínez


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