A Nícmer Evans y Héctor Navarro o el arte de oponerse

No voy a decir el lugar de común de "no sé por qué, pero esos dos personajes siempre me han caído bien", lo que es cierto, y por eso me dirijo a ellos, al sentir la necesidad de hablar de lo que me propongo en este trabajo, sino que lo hago por llevarle muchos años a cada uno y quizás sobreestimarme al considerar tener algo que advertirles. Esta circunstancia, mi muy larga ya actividad política, buena disposición hacia ellos, me hacen sentir con autoridad moral para, con su debida dispensa, generosamente aconsejarles. A Héctor Navarro, mayor que Evans, le llevo un cerro de años y lo que eso significa. La edad es algo que ventaja va dejando. Son muchas observaciones que en veces tienen más valor y pertinencia que las lecturas de libros; porque aquellas, son lecturas que se internalizan y se hacen fácilmente comprensibles; no basta ser o pensarse académico con muchos títulos para acertar en la complicada ocupación de la política. Se trata bastante de trabajar intensamente, pero también largo con los hechos. No es totalmente cierto lo que pensamos siempre los hombres desde la perspectiva juvenil que llegado a la vejez o la senectud uno se vuelve incompetente y hasta retardatario, decadente y reaccionario. Como tampoco es cierto que la juventud sea garantía de idealismo, lucidez, claridad política; ni siquiera de honestidad. También suele suceder, como una vez dijo a mi compañera de siempre, en el Instituto Pedagógica de Caracas, el Prof. López Orihuela, "cuando se es joven uno se mueve por el fuego que se anida en el corazón, de viejo por lo que ordenan las ideas organizadas en el cerebro" después de años de actuar y observar. Sólo que no acertó cuando sentenció que la cautela, el pisar fuerte del viejo, se debía a falta de audacia y capacidad de sacrificio. Muchas veces, los sacrificios son inútiles y en la historia hay demasiadas muestras de eso. No creo en esa extendida práctica del sacrificio humano, de los hombres bombas, esos que se inmolan fútilmente, solo por impactar.

Alguien dijo una vez que abundaban jóvenes a quienes faltaba fuego en el corazón y hasta claridad mental también, aunque se tenga abundante cultura, información y formación intelectual. Se puede llegar a viejo o senectud y hasta ancianidad, como quien esto escribe, ya enfilado a los ochenta, quizás perdida mucha habilidad física, pero con la lucidez que se atribuyen los jóvenes, por el sólo hecho de serlo.

Por las razones anteriores, me atrevo a hablarle como lo haré a mis "amigos"; a Nícmer Evans nunca lo he visto en la vida, a Navarro una sola vez, en un acto en el cual participamos los dos. Pero con ambos, pocas veces, he intercambiado comunicaciones. Y de ellos dos tengo magníficas opiniones. Les creo buenos venezolanos, militantes de la izquierda, de sólida formación intelectual, de apego a los principios y "no preñados", eso es un descalificado lugar común, pero si desbordantes de buenas intenciones. Sé bien, porque les leo, que en "buena medida" tienen una lectura acertada de la coyuntura. Sus opiniones sobre el gobierno, que ambos abundantemente exponen, coinciden que lo que otros muchos venezolanos pensamos. Hay muchos puntos de coincidencia. Pero pese a eso, en veces uno procede ante los hechos, partiendo de un hasta magnífico diagnóstico, con una práctica inadecuada, confusa y hasta nada pertinente.

Desde el lado del gobierno, abundan los epítetos de traidores contra ellos, los personajes a los cuales intento dejarle mi mensaje, Evans y Navarro. Claro, no son sólo ellos, hay muchos. Y hay gente a quien uno lee por allí, que no sólo se hace eco de aquel inadecuado mensaje oficial, sino que lo difunde en mayor magnitud y hasta "esencia". De esa manera se logra convencer a muchos que estar en una posición opositora o distinta a la del gobierno, no avalar todo lo que hace, como la de ellos, equivale a estar en la MUD. Eso encierra aquella vieja treta o simplismo de "estás conmigo o contra mí". Como si el mundo fuera tan reducido como ellos creen y quieren y en veces uno también. Pero también creen, quienes se encierran en esas prácticas y calificaciones, como si para luchar contra el muy poderoso adversario hubiese gente de sobra.

Ahora mismo hay en este portal un artículo que se atreve a llamar, con atrevido simplismo, a la gente de Aporrea, a escoger entre la MUD y Maduro. Da por un hecho quien eso solicita que no hay otra alternativa.

Desde mi perspectiva ninguno de ellos, Evans y Navarro, son merecedores de tal calificativo que le dan desde el oficialismo. Creo que uno y otro, como yo, solo debemos lealtad a los principios. Ellos son, entre otros tantos, la defensa de los intereses nacionales, privilegiar los derechos de las multitudes, principios democráticos, el socialismo, si no me equivoco, como un ideal hermoso y hasta, si alguien quiere, realizable cuando las circunstancias o la dialéctica de la vida o resultados de las luchas de clases lo permitan; el antiimperialismo, por las tendencias del capitalismo al monopolio y apropiamiento por cualquier vía de lo que a la gente toda pertenece, su ineluctable disposición a generar pobreza y miseria y, para que todo esto pueda ser posible, unir a la "América nuestra", la inconfundible, en una causa común. Ellos, como yo, estamos obligados a ser leales a eso y no a persona alguna. Pese la grandeza personal de alguien, desde nuestra perspectiva, sólo merecerá nuestra respaldo hasta tanto ese también sea leal a aquéllos, los principios.

Observo en el fondo, por lo que leo, que Evans y Navarro no han bajado sus banderas; o lo que es lo mismo, se han mantenido fieles a sus principios. Por ejemplo, mostrarse desconfiados frente a lo relativo al "Arco Minero", que sería una continuación, por lo menos ese peligro se corre, de insistir en el rentismo y contribuir más con prácticas agresivas al ambiente, es una actitud coherente con lo que antes predicaron; no hay contradicción.

Es más, veo positivo que dentro del campo de la izquierda haya una oposición o frente que haga estallar al opositor, donde según siempre he dicho, no todo el mundo es "despreciable", mercantilista y de derecha; sucede que en ese frente hay muchos náufragos que llegaron a esa isla aventados por un ciclón y prácticas de las cuales, Evans y Navarro también son víctimas.

Pero es como demasiado frecuente que, cuando alguien se encuentra atrapado entre dos bloques, tienda a desplazarse hacia aquel que menos resistencia muestra o dé señales de consentimiento o avenimiento. Suele ser procederes fáciles y oportunistas, como el mismo de quien pide a Aporrea se cuadre con la MUD. En el gobierno, como en la oposición, hay muestras notorias de sectarismo y poca capacidad para encontrarse con quienes deberían hacerlo. En estas circunstancias, la nueva oposición, esa fuera de La MUD, no escapa al peligro de ser atraída por uno de los bloques, lo natural en este caso, sería aquel que distinto a la fuerza con la cual acaba de romper y quien menos la acosa. Pero, lo que debe prevalecer entre revolucionarios, es atender a la contradicción fundamental. ¿Cuál es esa? A esta altura de la vida e historia venezolana cada revolucionario bien lo sabe.

Quienes rompieron años atrás con el chavismo se fundieron en la MUD por varias razones. Una de ellas derivada de la magnitud o circunstancias del rompimiento, donde hasta hubo actos de corrupción. Otros por sentirse como en medio de un desierto, sobre todo por falta de ideas y hasta sentirse acosados. Quisieron sentirse perdonados más que otra cosa y buscaron hacia donde pudieran hacerlo y sentirse recibidos con los brazos abiertos. Por eso, un personaje opositor de los más radicales, dijo recientemente, refiriéndose a la fiscal, con o sin fundamento en lo que respecta a su futura conducta, "no pidamos carta de buena conducta a nadie".

Hoy, entre el gobierno y la oposición hay un campo enorme que nadie ocupa. El primer bloque, por sus políticas económicas, sectarismo no satisface ni convence a enormes capas de la población y vanguardias y hasta la política de aliados está signada por este último mal; el mismo que provocó como un rompimiento en el GPP.

Por todo esto, intento abreviar para que el lector no se canse ni fastidie, llamo a Nícmer Evans y Héctor Navarro y por su intermedio al universo del cual ahora forman parte, a no prestar atención a cantos de sirenas; menos asumir el discurso del bloque de la derecha para que allí tiendan un puente a quienes creen náufragos, por lo que dicen no se debe "pedir cartas de buena conducta". No hacer concesiones en el lenguaje correspondiente a los principios para que los receptores de señales de ese puerto les abran espacio o la multitud les crea vulgares y comunes saltadores de talanquera. No se confundan y menos permitan que personajes, por cierto muy jóvenes, de poca claridad y capacidad para orientarse entre este complicado mar, quienes dicen hablar en nombre de todos ustedes, por lo menos eso es la apariencia, asuman el discurso de la más recalcitrante oposición. Tanto como pretender hallar la contradicción fundamental donde esa no aparece ni en señales.

No es sólo oponerse al gobierno, obligados por las circunstancias. Se trata del diseño de una política que unifique a la izquierda, al frente popular y fuerzas antiimperialistas sin concesiones. Se trata de reimpulsar el proceso de cambio o eso llamado Revolución Bolivariana. Hay suficiente espacio para eso.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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