Ya arrancó la campaña. El Presidente Hugo Chávez fue postulado por los distintos partidos politicos que lo apoyan el día sábado, 12 de agosto, ante el Consejo Nacional Electoral, proceso que formalizó su candidatura. Luego, ante multitudes de ciudadanas y ciudadanos que lo apoyan, reafirmó su plan de gobierno en la Plaza Venezuela, destacando, además, los logros de su gestión durante los últimos siete años de su mandato. Se ha ejecutado una batalla exitosa contra el analfabetismo; ahora, casí no hay venezolana o venezolano que no tiene acceso a la atención médica gratuita; la educación a toda nivel ya no es exclusiva, es abierta a todos que quieren ingresar y aprender. La economía en el país esta creciendo – cada día más, y hasta el Miami Herald lo afirma con artículos sobre las millonarias compras de venezolanos en Miami que sobrepasan años y tiempos anteriores. Aquí ya no hay una crisis financiera ni política, como había cuanto entró el Presidente Chávez al poder en el año 1998. Aquí lo que hay es prosperidad, en todos sentidos. Las microindustrias estan expandiendo, las cooperativas se han multiplicado, y los programas para entrenar, fortelecer y apoyar a los pequeños y medianos empresarios y empresas han sido efectivos. La cultura venezolana se ha recuperada y ahora se ve, se escucha, se lee y se respeta en todas partes. La cooperación internacional esta en un momento muy fuerte, y se ha establecido convenios y acuerdos sociales y comerciales altamente beneficiosos para el futuro del país. Vamos bien, el camino esta hecho y solo hay que seguirlo.
El Comediante y el Golpista no han fijado bien sus metas, ni sus ofertas. Uno ofrece un plan chistoso, y el otro, uno insustentable. De proponer pagar a todos los venezolanos y venezolanas 600 mil bolivares al mes da risa. A lo mejor fue un “skit” diseñado por el Comediante para el Golpista, porque es realmente una burla de la economía venezolana y la sociedad. Además de ser populismo puro, ese plan no ofrece crecimiento social, ni demuestra interés para construir una sociedad y una patria más educada, saludable y capáz de enfrentar a los desafíos del Mercado global. Y encima de eso, como se puede postular a una persona como “democráto” cuando fue uno de los principales firmantes del famoso “Decreto Carmona”? No importa si ese candidato “pensaba” que “Chávez había renunciado” aquél 11-12 abril 2002. El hecho de firmar un “decreto” que auto-proclamó a una persona “presidente”, sin seguir el camino constitucional, y que además, disolvió a todas las instituciones democráticas del país, desde la Asamblea Nacional, el Tribunal Suprema de Justicia, la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía General, el Consejo Nacional Electoral, y otras, demuestra que ese candidato no comprende al concepto de la democracia. Es golpismo puro, y sería un pelón, un retraso y una insulta inmensa para el país tenerlo como su más alta autoridad.
Proponer “tarjetas de débito” para todos y todas los venezolanos y venezolanas también parece ser un concepto nacido en la tarima de Comedy Central. ¿Qué pasó con construir una ética del trabajo? El Presidente verdadero promueve a la necesidad de todos y todas contribuir al desarrollo de esta patria, y durante siete años, ha estado implementando los mecanismos y ha estado dando los herramientos para lograr una sociedad más inclusiva que produzca profundamente a nivel social y económico. La fuga del operador de la desestabilización, Carlos Ortega, parece ser parte del “show” cómico y trágico, que comenzó antes de abril 2002, intensificó durante el llamado “paro” de diciembre 2002, que llamó al país no celebrar las navidades hasta salir de Chávez, y tuvo su primera pauta el año pasado en un Bingo, donde disfrazado en bigotes de Pancho Villa, fue capturado y encarcelado por sus conspiraciones. ¿Será parte de la campaña del Comediante o del Golpista? ¿O estamos siendo testigos al lanzamiento del primer “candidato de la clandestinidad”?
Creo que la tarjeta es clara. Hay uno solo que gobierna como jefe de estado, que busca prosperidad por el país y por todos sus habitantes. Un presidente no juega bingo con su patria, ni la trata como si fuera un escenario de bromas, y menos la ofrece billetes sin futuro. El Presidente Verdadero es quien trabaja sin descansar para asegurar que el país salga adelante, y no que deja ni un solo sector atrás. Es el presidente que tenemos, y que seguiremos teniendo durante los próximos seis años.