No les enseñaron ni se preocuparon por aprender nada creativo, salvo "buenas costumbres" en la mesa, con las visitas interfamiliares, manejar espadas, bailar, el montaje de fiestas, viajes contemplativos a países y ciudades exóticas, hábitos de "alta"[1] sociedad, cositas así[2]. Estas no son costumbres malas per se, lo malo está en que en toda sociedad hay a que crear comida, calzado, ropa y otras cosas más…
Conocí una persona de mediana edad y de muy elevada posición social, de rancio abolengo, que visitó nuestra modesta vivienda ocupada bajo la medieval figura del vasallaje –modernamente conocido con el eufemismo de inquilinato- para solicitarnos trabajo doméstico ya que sólo su tío carnal había conservado y atesorado mucho dinero mientras resto de la familia originaria estaba arruinada, es decir, siempre metida en esos problemas "propios" de los pobres, tal como algunos religiosos siguen considerando a los proletarios pobres o desempleados, para los cuales se han limitado a solicitar caridad ante los ricos, pero no a empoderarlos. Ella nos corroboró que sabíamos muy bien que sus padres no acostumbraron jamás enseñarles a las mujeres oficios ni profesiones de ninguna índole porque sencillamente para eso estaban los "siervos" hoy conocidos y así llamados: cachifas y cachifos. Por supuesto, jamás aprendieron ni siquiera a freír una ñema ni agarrar una escoba…
De allí que la alta o abolengada clase burguesa citadina y moderna nacional, aparte de la subclase latifundista o terrateniente, tiene ya más de 100 años comiendo, bebiendo y vistiendo del petróleo y otros recursos naturales que, perteneciendo a todos los venezolanos, los han usurpado como ahora ya lo saben hasta las piedras, de allí, decimos, que se vea a troche y moche autoempujada a la retoma del poder económico que perdió hace casi dos décadas, máxime a sabiendas de que el capital o el dinero acumulado es altamente inviable, salvo que se cuente con mercados permanentes y crecientes, mercados que están empezando a írseles de las manos con los CLAP.
[1] Con ese cognomento la burguesía-la de alto poder económico-ha sellado su más aberrante criterio de discriminación social ya que dentro de la clase burguesa hay una crasa desigualdad económica, además de los heterogéneos falsos burgueses ya denunciados hace siglos por León Tolstoi (La Muerte de Iván Ilich).
[2] Dejamos a salvo algunas selectas profesiones que por sus elevados costos de adquisición terminaron por ser demandas por las familias adineradas en las pocas universidades y en centros muy cerrados para el –por ellos así llamado: populacho -, desde los años coloniales hasta la flamante y misma llegada de Hugo Chávez, el sabaneteño barinés, criado en un destartalado rancho, a diferencia del muladar o pesebre donde "accidental o divinamente", nació Jesús de Nazaret.