En sus luchas por independizar sus pueblos Latinoamericanos, Simón Bolívar, descendiendo desde el norte y San Martín ascendiendo desde el sur, confluyen en Guayaquil, Ecuador, el 26 de julio de 1822. No se conocen previamente en persona, aunque Bolívar tiene informes previos sobre la personalidad, el carácter y la psicología de San Martín recibida de Manuelita Sáenz, quien lo conocía bien por ser amiga íntima de su amante Rosa Campusano y por haber sido condecorada por él mismo San Martín con la Orden del Sol. Los dos libertadores se reúnen y conversan, discuten y debaten, principalmente sobre cuatro grandes temas: La ayuda militar de Bolívar a San Martín para acabar definitivamente con los españoles en tierra peruana. Situación geopolítica de Guayaquil reclamada tanto por Colombia como Perú. La forma futura de gobierno de las nuevas naciones Latinoamericanas tras la independencia. Y el liderazgo de la lucha contra el Imperio Español. El tema tratado sobre el liderazgo de la guerra independentista fue muy sensible, ya que San Martín expone, con inmenso dolor, como la burguesía de su país se ha dado a la tarea de sembrar en la población un gran repudio contra él, más que todo por su origen aindiado, por lo que para concluir este tema, delicado e incómodo por lo íntimo, San Martín reconoce en Bolívar un sin número de atributos personales y así le cede, con gallardía, la orientación político-militar de la lucha Continental; ofreciéndole su franca admiración y apoyo.
Como es sabido, San Martín no pudo terminar su obra bélica Latinoamericana porque la oligarquía de Buenos Aires y sus cuadros políticos le dieron la espalda, lo abandonaron y le escamotearon recursos económicos para continuar al frente de sus tropas. El interés que prevalecía entre los oligarcas de Buenos Aires era los grandes negocios que hacían con los europeos. También la oligarquía de Buenos Aires odiaba a Simón Bolívar, tanto como despreciaba a San Martín a quien intentaron destituirlo y separarlo del Ejército de los Andes en varias ocasiones; hasta que finalmente lo dejaron solo y abandonado. Este odio y desprecio de la oligarquía Argentina a San Martín, fue el gran secreto de la entrevista Bolívar-San Martín y nunca se mencionó y menos se analizó por los historiadores de la época. En sus apuntes biográficos sobre San Martín, el escritor Rodolfo Walsh, argentino, señala que San Martín, con elegancia y sutileza, ese odio se lo había hecho notar al jefe del gobierno porteño, el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón; cuando el 21 de octubre de 1816 le escribe:
"Un justo homenaje al virtuoso patriotismo de los habitantes de esta provincia, que admira que un país de mediana población, sin erario público, ni grandes capitalistas, haya podido elevar de su mismo seno un ejército de 3.000 hombres, despojándose hasta de los esclavos, únicos brazos para su agricultura, en fin, para decirlo de una vez, dar cuantos auxilios son imaginables y que no han venido de esa capital; para la creación y sostén del Ejército de los Andes" Sin vaguedades el Libertador del Sur le deja en claro en esta carta a la máxima autoridad política del Río de la Plata, que Buenos Aires le negó auxilios y colaboración para formar y consolidar el Ejército de los Andes, con el que poco tiempo después liberaría Chile y Perú enfrentando a las tropas colonialistas; y esa falta de auxilio a San Martín se profundizaría con los años hasta convertirse prácticamente en hostilidad. Sin este hondo resentimiento por parte de San Martín, no es posible comprender su posición en el encuentro de Guayaquil, ni de la decisión adoptada por él. Ambos libertadores rebasaron en esa entrevista el objetivo limitado y los programas mezquinos de las burguesías criollas, pero estos dos gigantes superan esas limitaciones y tejen sueños de hermandad, igualdad y justicia entre los pueblos del Continente Sur Americano.