La salida de Nicolás Maduro de la presidencia de la Asamblea Nacional, y aun más, del cargo de diputado, debe tener una lectura política más allá de la simplicidad de la lealtad y de la conveniencia política. El hecho de que el presidente desincorpore a Nicolás Maduro, el chino Khan, siendo el primero William Lara, y este sonando Darío Vivas, podría leerse como una acción que evidencia la pérdida de fuerza de una Asamblea Nacional con poco debate público. Las Asambleas Nacionales por ejercicio histórico son consideradas ágoras, léase, espacios de encuentro par el diálogo y el debate de ideas contrapuestas, es un espacio dialéctico que pretende generar nuevas formas de orientar las acciones políticas, a través de las divergencias.
¿Acaso la izquierda venezolana no subsistió a los embates de la derecha más recalcitrante, entre otros elementos, por la posibilidad, aunque restringida, de tener por lo menos una voz disonante en la monolítica estructura del congreso de la cuarta república? La jugada de la oposición de no participar en la elección de la actual Asamblea Nacional, aún siendo una torpeza política inédita, no deja de generar una mella en el valor y sentido real de lo que en la actualidad debería ser esta Asamblea Nacional.
Los hechos actuales, como por ejemplo la cuasidivisión de AD y de Primero Justicia, por falta de democracia interna de estos partidos, afirmado por sus propios militantes disidente, evidencian la incapacidad de estas estructuras de aportar algo nuevo a nuestra creciente democracia participativa, sin embargo, la no presencia de una oposición, con argumento político e ideológico para generar el debate necesario para generar dialéctica en la elaboración de políticas públicas, deslegitima paulatinamente a la actual Asamblea Nacional.
Esto trae como consecuencia la casi inevitable proximidad de una nueva convocatoria a la legitimación de esta estructura, tal como lo han afirmado Albornoz y Escarrá, posterior a la elección del segundo período presidencial de Chávez, en donde la inclusión de aquellos que todavía no tienen voz, y que han encontrado en esta revolución un espacio, a pesar de las diferencias, sean los elementos que permitan la transformación necesaria para el crecimiento de las ideas.