La llamada “dictadura” ha emprendido un camino hacia el poder originario, vale decir, hacia el pueblo como depositario y actor fundamental y protagónico de la democracia participativa. Sin embargo, quienes acusan a “la dictadura” de Maduro, los mismos que ayer comparaban a Chávez con Hitler y Mussolini, son los mismos que tumbaron a Zelaya en Honduras. ¿Por cuál razón? porque quiso abrir puertas de consulta para un diálogo profundo con el pueblo y volver por la vía pacífica al poder originario. Las bases militares norteamericanas en Honduras y unas fuerzas armadas al servicio del imperio secuestraron a Zelaya empiyamao y lo soltaron en Costa Rica (gobierno cipayo y “Nobel de La Paz”).
La vuelta al poder originario, con Constituyentes de paz con justicia se convirtió clave para cambios sin guerras civiles y sin intervención de ejércitos extranjeros para frenar los cambios y transformaciones.
Los imperios y las oligarquías donde tienen el poder total, no son amigos de procesos constituyentes. Tienen hacia ellos un rechazo defensivo y una ofensiva de guerra contra los Estados Nacionales y los gobiernos populares. De allí que no cause extrañeza en ver a los que vivían hablando de “dictadura”, los que pedían “elecciones” y hasta “constituyente”, ahora digan que quieren sólo todo lo contrario: ni referéndum, ni elecciones, ni constityente.
Ya al imperio y a las oligarquías del continente les había ido muy mal con procesos constituyentes en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Desde ese momento se había prohibido la consulta al poder originario como paso de la democracia representativa a las democracias participativas y protagónicas, multiétnicas y pluriculturales, de vocación intercultural.
Ese modelo no se parece a las “democracias occidentales” y menos si va respaldado por la unidad cívico-militar anti-imperialista. Puede extrañar su postura ahora ante el llamado del Presidente Maduro a una Constituyente que preserve y perfeccione los derechos adquiridos por nuestro pueblo?