El peor de los escenarios u opciones, creo yo, un pacifista por antonomasia, es la guerra. El peor de los capitalismos, socialismos o lo que a cada quien se le ocurra imaginar, es vivir dentro de las condiciones de crueldad que origina una guerra y las secuelas que ella deja por largo tiempo, aun pensando que el ganador de la misma sea el "Niño Jesús".
Se dice desde el bando oficial, no sin razón, que en nuestro país sufrimos los efectos de una guerra económica. Los opuestos que lo resultante o lo que padecemos es solamente por culpa del gobierno, el socialismo y hasta el comunismo. Ambos diagnósticos, lo saben bien quienes miran con serenidad y juzgan con equilibrio, carecen de veracidad.
La guerra económica que si existe, y resulta de los enunciados y metas que el gobierno bolivariano se trazó desde el principio, por efecto de acción y reacción, y de las confusiones que aquello generó, hasta que hubo quienes creyesen que le iban a quitar los hijos, pero también por los grandes capitales que perdieron las ventajas de antes, sobre todo en el sector petrolero, no explica en su totalidad la grave crisis económica que padecemos. Hubo serios errores en el diseño y ejecución gubernamental, como aquella política fundamentada en el rentismo que elevó desproporcionadamente las importaciones, el consumismo y redujo al mínimo la producción interna y dilapidó ingresos y hasta reservas, para sólo nombrar eso. No hubo luego voluntad de rectificar, salvo lo impuesto por las circunstancias, y el gobierno luce como un barco a la deriva, cual si la autoridad o la brújula del capitán hubiesen caído en estado de postración o sido anuladas por fuerzas que uno no conoce.
En ese estado de cosas, forzar las barreras para llegar la guerra civil no es alternativa válida. La violencia que se deriva de la guerra, redujo a Libia, Afganistán, Irak, Siria y hasta la propia Colombia a estados de miseria peores que lo pudiera en esencia prodigar cualquier modelo, según la imaginación de cualquiera.
En Venezuela predomina la tragedia de una sociedad capitalista, sin ningún género de dudas, envuelta en una conflictividad como la que vivimos. Porque es falso que vivamos en un estado o sociedad socialista, como creen muchos ilusos, dicen unos cuantos farsantes y el gobierno mismo, de alguna manera lo difunde. Menos, tiene este infierno que ver con aquella sucursal del cielo que Carlos Marx mencionó sólo como un estadio ideal para la sociedad humana, donde la fraternidad sería tan sentida y honda, que desaparecería el Estado, no habría necesidad de árbitro ni vigilantes. El comunismo sólo fue en Marx un sueño poético que de ser posible, estaría a miles de años hacia el futuro de la vida humana.
Haber llamado a una constituyente, como se hizo en el 99, fue por demás acertado. Tanto que el pueblo tomó conciencia de sus derechos porque los ejerció, tanto como haber discutido y participado durante el proceso constituyente, lo culminó cuando votó para sancionar la nueva Carta Magna. El presidente entonces pudo, fundamentándose en el artículo 348, haber convocado directamente la constituyente. Pero optó por acogerse al artículo 347, según el cual el pueblo "es el depositario del poder originario". Porque Chávez quiso que ese proceso estuviese avalado, sin duda de ningún género, por la mayoría de los venezolanos.
El llamado de ahora a constituyente, ha caído en fondo de aguas turbias, discusiones legales, donde los abogados inflan el pecho y se creen mandados por la providencia y el juicio divino y se pegan de asuntos o interpretaciones subalternas para justificar sus posiciones. No hay nadie más competente para enredar lo que ya está enredado o aún no estándolo, que un abogado.
El tema de fondo en lo constitucional ahora no es si nos acogemos al 347 o al 348, lo importante es asegurarnos que se produzca un proceso constituyente que premie a los venezolanos con la paz, disuelva las amenazas de guerra e intervención extranjera, porque como una vez dijo Julio Escalona, muy escuchado en las alturas del gobierno, "ellos siempre tendrán más armas que nosotros". Que el proceso iniciado sirva para definitivamente aislas a los violentos.
Si la oposición en su conjunto, justificándose en los fundamentos asidos por el gobierno para llamar a constituyente, no se incorpora, pase lo que pase, continuarán los planes que malévolamente se elaboran para Venezuela. Decir que si la oposición no se incorpora quedará igual como cuando se negó a participar en unas elecciones legislativas, es decir, fuera del parlamento, parece un argumento infantil y totalmente ajeno a la coyuntura de ahora. Constituyente sin la oposición o por lo menos un amplio bloque de ella, no daría los resultados que los venezolanos buscamos; y esto, es fundamentalmente la paz y espantar los vientos de guerra. Por eso, como siempre hemos dicho, hay que hacer lo que haga falta para ayudar que la sensatez se haga mayoría en el lado opositor. Nada de hacer cosas que vayan en contrario. Hay que espantar al sectarismo y los de mirada corta.
Por eso, lo primero que habría de hacerse, no para fingir que buscamos la paz y la concordia, es ponernos de acuerdo acerca del modo de convocar la constituyente. Alegar el simplismo que eso le corresponde al proponente, en este caso al presidente, desconoce o subestima y hasta desprecia las tensas circunstancias por las cuales atravesamos y es darle, a los más radicales del bando opositor, el clavo caliente que necesitan, pese lo generoso y pertinente de la propuesta presidencial, de llamar a constituyente, para seguir sonando sus tambores de guerra. Pero también, es bueno discutir y definir con ánimo de acordarnos la manera que se propone de realizar ese proceso de votación en niveles territorial y sectorial. No puede ser un "toma tu tomate", un solo proponer sin dejar espacio al debate. Nadie está dispuesto a aceptar ese tipo de tratamiento que se justifica en asuntos legales e ignora los rasgos y particularidades de la coyuntura política que no es nada fresca ni radiante.
Escuché al representante del MAS, Segundo Meléndez, aunque a alguien se le ocurra, como suele suceder, ya lo dijo el mismo Ramos Allup, que son sólo unas siglas, plantear sus puntos de vistas discrepantes en cuanto al uso del artículo 348, obviando el 347 y también sus dudas sobre elecciones territoriales y sectoriales.
El sólo hecho que el MAS haya acudido a ese llamado, junto con dieciocho partidos, es una señal positiva. Un mensaje para no ignorarlo porque el destinatario se sobreestima y cree ungido por la verdad. Es una propuesta a discutir. Y lo que interesa es que el proceso constituyente se dé con la participación de los venezolanos de manera que nos conduzca a la paz y aísle a quienes de verdad quieren guerra e intervención.
Esas propuestas, sometidas a estudio, llevadas a todos los escenarios, podrían ayudar a nuevas incorporaciones y toma de actitud. Son asuntos a discutir, no es apropiado rechazar a priori lo que los demás digan. De esta manera se fortalece a los violentos. Así como le reclamamos a Almagro discreción en la OEA, pedimos a representantes del gobierno se mantengan juiciosos, equilibrados y permitan que las ideas fluyan.
Porque si se procede como se ha hecho, que quien preside la comisión presidencial, desecha esos planteamientos externos porque la verdad está de su lado y lo respaldan juicios de carácter legal, obviando lo político y encrespado que está la mar venezolana, ningún resultado apropiado para la paz, si es esta lo que interesa, sacaremos con ese procedimiento.
No se trata de imponer una verdad, tampoco de desconocer la legalidad y lo generoso de lo propuesto por el presidente, sino lograr los efectos que anhelamos.
Es falso que la posibilidad de diálogo fracasó, eso lo dijo antes la oposición violenta. Lo contrario de lo que cree el Papa. Pero ante la posibilidad de una guerra o tragedia, el diálogo nunca se cierra ni se extingue; al contrario, de lo que se trata es de abrirle nuevos cauces cuando estos cierran los violentos.
Como tampoco es justo, apropiado ni adornado por la sindéresis, ese disparate que acaba de decir una ex magistrada que trata de echarle leñas al fuego, según el cual el proceso constituyente mataría la constitución del 99. Eso es relativo, si en la constituyente se impone una mayoría que piensa como esa magistrada, el mismo espíritu que indujo a votar NO el 99, o sea contra la constitución ahora vigente y apoyó a Carmona para que la derogara, si podría de verdad matarla, de lo contrario se podría cubrir las debilidades que ella tiene, pues fue hecha por humanos y es natural que deficiencias tenga.