En Venezuela no hay una violencia generalizada. No hay violencia política diaria. Eso lo sabe el gobierno de EEUU, lo sabe el Parlamento Europeo, lo saben los gobiernos de Suramérica y Centro América y dos del Caribe que se alinearon con los terroristas que aterrorizan en las Altamira, Colinas de Bello Monte y la Calle Principal de Las Mercedes.
Y lo hacen cada dos días, no más de 200 jóvenes en su mayoría pagados (mercenarios locales), aplaudidos por otros cientos de ciudadanos a los que la dirigencia oposicionista le pintan en el asunto como democracia.
Así lo hicieron el 12 de abril de 2002, unos completamente extraviados de la realidad gritaban “Democracia, democracia! Mientras uno desquiciado leía un decreto que acababa con todas las instituciones del estado ¡Todas!.
Hoy cada acción terrorista es editada y de inmediato colgadas en las redes sociales por la “dirigencia” opositora, luego masificada por los mass medias internacionales.
Cada dos día una nueva víctima mortal, planificada por los terroristas. La mayoría asesinadas por ellos, pero las redes la suman a la “represión de las protestas”, dando a entender que son las fuerzas del orden público las que comenten asesinato, cuando son los mercenarios que incendian, destrozan, disparan, impiden el libre tráfico por la principal autopista de Caracas, muy fácil de trancar con tan solo veinte personas.
Pero en Europa Occidental, en EEUU, México, Colombia, Panamá, Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Perú, gobiernos que odian la Revolución Bolivariana declaran para las redes y para su jefes del Norte contra Venezuela, apoyando a terroristas, a delincuentes políticos presos, para que las redes multiplique sus mentiras que intentan convertir en verdad.
La verdad es otra. Es que en Venezuela el oposicionismo optó por el terror en los lugares que hemos mencionados y en algunas calles de Barquisimeto y Valencia, para mostrar al mundo imágenes parciales de una violencia producida por ellos, que no reparan en matar a jóvenes policías y guardias nacionales.
La verdad es que Venezuela entra en un proceso constituyente, la máxima instancia de diálogo y democracia, donde la participación y las elecciones decidirán.
Si quieren elecciones, si rechazan el terrorismo, vamos al proceso y elecciones constituyentes.