En nuestra época de joven, de por allá cuando gobernaba el "carajito de Michelena", Marcos Evangelista Pérez Jiménez, sureños, argentinos, chilenos y uruguayos, se ganaron muy mala fama entre nosotros. No incluí en esa breve lista a colombianos, porque de eso han "gozado" siempre en esta tierra de gracia, donde la gente ha sido para ellos todos como muy inocente y poco perspicaz al momento de evaluar a las personas, y se volvió por ello como una "papita" para ser engañada.
Los argentinos, de ellos, los descendientes de europeos, no los pamperos, quienes por estos lares se venían, solían comportarse como demasiados bellos e irresistibles, pero incompetentes para conquistar a nuestras mujeres porque se exhibían como enamorados de ellos mismos; tanto que uno de los últimos Papa quien, por solicitud de un periodista, definió al ego "como el argentino que todos llevamos por dentro". No pudieron entonces los argentinos europeos aquí reeditar aquella casta colonial de las "Águilas chulas", porque el ego les cortó las alas.
Chilenos y uruguayos, por las frecuentes depresiones de sus economías, ponían a Venezuela, si acaso, sólo en su ruta de pasada. Lo de ellos era Europa y cuando usted hablaba con ellos descubría que no llevaban un argentino por dentro, sino un europeo. Se solazaban en exhibirse como por encima, venidos de tierras de cuatro estaciones como Europa, y hasta con gustos parecidos a los habitantes de ese continente. Se ufanaban con razón o sin ella, aunque lo ufano quita lo valiente, de ser intelectuales y de muy buen gusto, con Gabriela Mistral y Neruda por dentro, de contrabando. Pasaban por alto que aquí nacieron y se formaron Simón Rodríguez y Andrés Bello. Quizás porque los argentinos eran altos y estos dos tipos de nacionales, generalmente chaparros. Solo que la vida tiene sus vueltas y sus espinas. Digo esto porque Mario Benedetti, un poeta por demás exquisito, uruguayo, tan alto como Neruda, tuvo el ingenio y la certeza de decirnos, a ellos, los suyo, y a nosotros, "Nuestro norte es el sur".
Los gobiernos estadounidenses, poco competentes para el disimulo, vicio propio de los poderosos y arrogantes, con el tiempo convencieron a buena parte de los sureños que "Bolívar camina por América Latina" y aquella, la prédica del genial caraqueño sigue vigente: "Estados Unidos parecen destinados por la providencia………….". Y conste que hasta Bolívar mismo fue chuleado y traicionado por la casta que luego de desplazarlo se quedó gobernando en Colombia.
Justamente, el "paquete chileno", era un truco, una estafa, aplicada a gente de buena fe o inocente, sin malicia, como el venezolano, por unos truhanes habladores y en exceso arrogantes.
De los colombianos no voy a decir nada porque sobre ellos sabemos demasiado los de estas últimas generaciones como de la actual; en buena medida hemos visto lo mismo, salvo las naturales particularidades.
Y hemos visto por años una muy larga y cruel guerra civil donde ellos se entremataron y aplicaron unos a otros los peores castigos; como la clase terrateniente ha venido ampliando sus propiedades desalojando pobres a punta de fusil, de soldados regulares y también de paramilitares. Es lo mismo. Como los traficantes de drogas, con sus particulares ejércitos y rábulas, como Uribe, senadores y diputados, han hecho de ese país un paraíso para el delito, la injusticia y la maldad. Hemos visto como millones de colombianos se han regado por el mundo por el hambre, desplazamiento para robarle sus tierras, delito cometido por paramilitares al servicio de la droga y para sembrar droga, por propietarios insaciables y huyéndole a la persecución y represión oficial que esos delitos ampara y de la delincuencia de "cuello blanco" pero "olorosa" a estiércol. Sólo en Venezuela hay más de cinco millones de desplazados colombianos por distintas razones, sin contar los descendientes de estos. Lo que significa que cerca del 20 % de la cifra oficial de habitantes de Venezuela, se vino de Colombia para acá. Como dijimos, empujada por el hambre y la violencia que, en fin de cuentas, las mismas cosas son.
Pero aquel vulgar engaño que pusieron de moda los chilenos entre nosotros y aplicaron hasta que se les agotó el espacio y la buena fe, parece querer reeditarlo la diplomacia colombiana.
Ya se está volviendo como frecuente que el presidente Santos, la señora Holguín y otros funcionarios colombianos se manifiesten demasiado xenófobos contra nosotros, cuando según ellos, apenas pocos venezolanos están cogiendo apara allá. Hablan de unos cientos de miles, eso les desespera y genera odio. ¿Qué deberíamos sentir nosotros que, como ya dijimos, tenemos adentro cinco millones, sin incluir la descendencia de esa cifra y los ilegales que no aparen en lista alguna?
De este lado, nadie ha protestado frente a organismo alguno contra Colombia, cuando sus nacionales hacia acá se han desparramado, no por una crisis económica, un incidente de un momento, sino por políticas represivas y crueles del gobierno, la delincuencia para oficial y la guerra misma, hechos en los cuales los gobiernos colombianos han sido responsables de primer orden. Al contrario, siempre han sido bien recibidos y tolerados, por algo aquí se quedan. Es significativo que en la Misión Vivienda, casi cuatrocientos mil familias colombianas han sido beneficiadas. En cambio, allá en Cúcuta, el vicepresidente dijo que de las pocas viviendas que ellos se proponían repartir, ni una debía caer en manos de un "Veneco" o "venezolano coño e´ madre", como generosamente ellos nos llaman.
La señora Holguín, levantando su naricita respingada y asumiendo una gestualización de "Emperatriz romana", hace poco dijo, "no se puede tener una relación normal con Venezuela", olvidando que toda la vida nosotros nos los hemos calado a ellos, empezando por la egoísta y mediocre godarria que allá siempre ha gobernado.
Ahora, por unos pocos que de aquí para allá se han ido, denuncian eso como un acabose de mundo, un mal que los venezolanos hacemos a quienes toda la vida nos han chuleado. Y con esto no hablo de los colombianos que para acá se han venido, con todas sus virtudes y defectos, sino de la clase dirigente que ha hecho todo para que eso sucediese. Y este es justamente el paquete chileno que la diplomacia colombiana quiere meterle al mundo. No a nosotros, porque en ese sentido, estamos curados contra espantos.