Se despertó el alacrán que dormía dentro de la Fiscal

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Gregorio Samsa y la Fiscal

Existe un maravilloso relato, cuyo autor es Franz Kafka, y el cual fue publicado en 1915. Más tarde se convertiría en una obra maestra, donde se narra la historia de un hombre (Gregorio Samsa) comerciante de telas, que vive con su familia tranquilamente, sin embargo, un día amanece convertido en un enorme insecto. Nada más y nada menos que una asquerosa cucaracha. Había sufrido una metamorfosis. Me da la impresión que la Fiscal Luisa Ortega Díaz, quien vivía tranquilita, apareciendo de vez en cuando en la televisión, hablando de esto o aquello, con una voz queda y embadurnada de ternura e inocencia, un buen día amaneció convertida en un alacrán. Ese animal también se le conoce con el nombre de escorpión. Tiene 4 pares de patas, y con una cola que al final tiene una especie de aguja. Esa es la aguja que clava en sus víctimas, cuando es atacado. Por cierto, que casualidad, el alacrán vive una vida muy solitaria. Se le tiene como un animal tímido, y hace uso de su aguijón, solo si es atacado o si percibe un peligro. O simplemente, si su cuerpo es sometido a un estrés muy elevado. O cuando algo lo asusta, lo que lo hace moverse de una lado a otro, muy inquieto, hasta que puede huir del peligro que lo acecha. Cualquiera semejanza con la Fiscal, es pura coincidencia.

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La Fiscal y su despertar

Un día la señora Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela, al avanzar la noche se acostó muy cansada. Ese día había trabajado mucho. Eran tiempos de guarimbas y de acciones terroristas por unos locos que se habían salido de sus encierros y querían destruir el país. Rápidamente se sumió en un profundo sueño. Y soñó con Hugo Chávez. Esto fue lo que sucedió en el Despacho del Presidente:

—Buenos días, señora Fiscal.

—Buenos días señor Presidente.

—La mandé a llamar para que habláramos un poco sobre la lealtad. Usted sabe lo que es la lealtad, ¿verdad?

—Claro, Presidente…quien…

—¿Qué es para usted la lealtad?

La Fiscal tragó saliva. Se acomodó los lentes. Le sonrió al Presidente, y dijo:

—La lealtad es un gran valor. Es un sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios, a los que nos debemos día y noche. Principios morales, por supuesto. Así como a los compromisos establecidos o tácitos hacia alguien.

—Deme un ejemplo, por favor.

—Bueno, yo diría que es algo como el compromiso que yo tengo con usted. Compromiso que se manifiesta en hacer lo correcto, tal como se espera de alguien como yo. En un cargo tan importante como el mío, donde juré, cumplir y hacer cumplirá las leyes de este país, en equilibrio, sin sesgos y ajustada a derecho…

—Siga, siga. Concreté lo que entiende por lealtad.

La Fiscal titubeó. Sonrió, se paró y se volvió a sentar, a la par que decía:

—Presidente, la lealtad no es más que el cumplimiento de aquello que exigen las leyes de la fidelidad y el honor. Según ciertas convenciones, una persona de bien debe ser leal a los demás, a algunas instituciones u organizaciones, a las que estemos relacionados o relacionadas, como es mi caso, o a una empresa, o la nación. O sea, a su país. En otras palabras, señor Presidente, la lealtad, como tal, es una virtud que se lleva en la conciencia y que, a su vez, implica cumplir con los compromisos, a pesar de situaciones adversas, de cambios o crisis, como la que estamos viviendo hoy día en Venezuela, en nuestra patria, Presidente.

—Excelente, no esperaba menos de usted… Ahora bien, usted se ha preguntado, por cosas de la vida, ¿si está haciendo lo debido como Fiscal? ¿Si su actitud asumida, desde los tiempos en que yo gobernaba, es la correcta y si está cumpliendo con esos compromisos de los que usted misma me está hablando?

La Fiscal, volvió a tragar salida. Volteó, como pajarito en rama. Enmudeció hasta que el Presidente Hugo Chávez la sacó del letargo:

—Usted, señora Fiscal, ¿vio anoche, por mera casualidad, el programa de Diosdado Cabello, "Con el mazo dando"?

Fue entonces cuando la Fiscal Luis Ortega Díaz, se despertó sobresaltada. Observó algo raro a su alrededor. Ella misma se extrañó a sí misma. Trató de moverse sobre la cama, y sintió que no podía hacerlo. Se quedaba atrapada sobre la sábana. Cuando se quedó paralizada de horror: se había convertido en un alacrán.

3

Superar los desacuerdos

Leí que estar de acuerdo en todo no solo es una utopía, sino también es una pretensión absurda. En todo grupo humano, se trate del que sea, los desacuerdos o disparidad de opiniones son necesarios para sacar de ellos lo mejor y, de esa manera crecer como seres humanos que somos. La disonancia de opiniones motiva al diálogo y a la creatividad en el afán de buscar las soluciones a los problemas bien sea creados por nosotros mismos, o no. Dicho de otra manera, las discrepancias son bienvenidas, siempre y cuando sirvan para, mediante el diálogo, encontrar las debidas soluciones que satisfagan a todos, o por lo menos a una mayoría, pues también es absurdo pretender que todos estén de acuerdo con una determinada medida, o con la solución que se le dé a un problema. Por algo, cada cabeza es un mundo. Por ejemplo, la Fiscal Luisa Ortega Díaz, tuvo en desacuerdo con la sentencia del TSJ, respecto a la Asamblea Nacional. Bien, eso es entendible. Lo que no se puede entender, fue lo que ella hizo, al hacer público su posición ante la referida sentencia. De inmediato esa discrepancia de la Fiscal recorrió al mundo. Y, como era de esperarse, los grupos violentos y terroristas, hambrientos de poder, se envalentonaron, y, a la par, los gobiernos enemigos de Venezuela, aprovecharon para asegurar que en Venezuela se había rotó el hilo constitucional. Conclusión: violencia, más violencia, más destrucción y más muertes.

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La muerte del joven Pernalete

La Fiscal, convocó a una rueda de prensa, hacen 24 horas. El fin de la convocatoria, dar un parte de los muertos y heridos en la violencia desatada por los fascistas. Pero volvió a meter la "pata". Se refirió al caso lamentable del asesinato del joven de 20 años de edad, Juan Pernalete, acaecido en una de estas marchas "pacíficas" a las que nos tiene acostumbrado la dirigencia de la MUD, o la dirigencia de la derecha más radical. Pues, la señora Fiscal, toda nerviosa y atolondrada se fue, una vez más, de la boca, y dijo que el culpable de la muerte del joven era un Guardia Nacional. Aseguró, con voz apagada, que había sido un guardia, pero que aún no había concluido la investigación. De inmediato las redes sociales comenzaron dar fe de la afirmación de la señora Fiscal. El día siguiente todos los periódicos se hicieron eco de la información emanada de nuestra flamante representante del ministerio público. Y los terroristas incrementaron sus acciones destructivas, basados en los señalamientos de quien ahora es considerada como una aliada de lujo.

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¿Qué generó la metamorfosis de la Fiscal?

¿Qué le pasó a la señora Fiscal, "doctorísima" Luis Ortega Díaz? ¿Por qué esas metidas de "patas"? ¿Por qué perdió, de la noche a la mañana, la sindéresis que había guardado por años? ¿Por qué dejó a un lado su lealtad hacia el Comandante Chávez, que según le guardaba? ¿Por qué político a una institución tan importante como la que ella preside? ¿Por qué se hace aliada de la destrucción de su patria? Llueven las interrogantes sin respuestas. Solo ella sabe por qué ha hecho lo ha hecho. En su conciencia está depositado el secreto de esta metamorfosis. Jorge Bucay, dice: "Cuando reconozcamos nuestras exigencia y dejemos de colocar la crítica en el de afuera, seremos responsables y nos perdonaremos". Por otro lado, el escritor señala que si tuviera que conformar una lista de los enemigos de nuestro bienestar, comenzaría por el miedo, la vergüenza y la culpa. ¿Siente miedo la Fiscal? ¿Dejo de tener vergüenza? ¿Se siente culpable de algo? Vaya usted a saber, pero lo que vimos en la rueda de prensa es que está muy, pero muy nerviosa. Ella sabe que todo lo que hacemos tiene un efecto. así como lo que decimos. Sus metidas de "patas" han tenido efectos desastrosos para nuestro país. Y sus palabras han sido tomadas por los enemigos de la patria, como la Santa Biblia… Dios la proteja.



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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