La Constitución de 1961 es más socialista que la CRBV

Si hablamos de la sinceridad de sus textos, veamos por qué la IV República es, entiéndase burguésmente, más diáfana que la V R. Resulta que lo determinante en derechos políticos es el libre y directo ejercicio de la soberanía popular a nivel de cada ciudadano, sin más supeditaciones que las que cada uno de ellos y mayoritariamente, motu proprio, autodecidan.

Sin embargo, por ejemplo, sobre el Art. 5 de la CRBV, paradójicamente no es una perogrullada entrever que los mecanismos políticos electorales allí previstos de hecho cancelan la fulana intransferibilidad de soberanía del pueblo ya que para ejercerla se la transfiere a los líderes que representan a los partidos políticos de la burguesía tanto nacional como internacional.

Toda una paradoja constitucional de alcances asombrosamente perversos, "legales y hasta legítimos" inyectada desde la superestructura por la clase estructural (la clase burguesa) contra la clase estructural del proletariado, cuya unión dentro de la superestructura o fuera de las fábricas es señalada por Carlos Marx[1] como requisito sine qua non para poder vencer la clase opresora de la burguesía que opera con todo el poder político para garantizarse así una estructura económica tiesa compuesta por capitalistas y asalariados divididos técnicamente dentro de la fábrica y también divididos políticamente fuera de ella, o sea, en la superestructura como proletarios donde su inscripción en partidos políticos separa a los ciudadanos de una misma profesión u oficio por ser unos del partido A y otros del B.

Con toda su incuestionable y brillante inteligencia, Hugo Chávez no pudo entrever, más allá de la aprobación de la V República y sólo con las experiencias golpistas que fueron devolviéndosele durante su ejercicio presidencial, el grado de malignidad y capacidad defensiva y ofensiva de fiera agonizante que engendraría la IV República saliente en las centenarias, forzudas y múltiples monstruosas manos de la clase burguesa mundial.

Es decir en la CRBV de 1999, la burguesía, desde la superestructura social, logró dividir políticamente a los trabajadores, a los proletarios, o sea, a lo que también, desde esa misma superestructura, Carlos Marx y el Marxismo hipotetizan como requisito sine qua non para el éxito del nuevo modo de vida comunista en remplazo del modo capitalista de trabajo y del nuevo modo de vida social comunitario entre todos los hombres de buena voluntad-más religioso no puede ser este espiritual proyecto al que, obviamente al derecha ha calificado como ateo.

De resultas, la Constitución del año 1961 nos luce más socialista que la presente.


[1] Curiosamente, Carlos Marx y Federico Engels no abogaron por la unión de los trabajadores ni por la de los asalariados, sino por la de los proletarios o sea, por la unión de las personas como pertenecientes a los trabajadores y asalariados en potencia. Sin embrago, la burguesía capitalista se cuadró con la unión de los trabajadores en fábricas a través de sindicatos y su desunión como afiliados a partidos políticos diferentes fuera de aquellas. De resultas, debemos entender que se trataría de ciudadanos que deben rechazar las afiliaciones políticas fuera de sus fábricas ya que estas suelen fragmentar las iniciativas declamatorias de los trabajadores en las fábricas porque estas son parte de la infraestructura, técnica por naturaleza pero no de la estructura económica que sólo se refiera a las condiciones clasistas bajo las cuales llegan a las fábricas los proletarios y los burgueses.



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Manuel C. Martínez


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