La maldad del General Santander fue supremamente perversa (IX) Final

Bolívar jamás pensó que los Estados Unidos pudieran formar parte del Congreso de Panamá, porque, ¿Cómo podían ser incluidos en esta unión conociendo la posición colonialista de sus actuales gobernantes: Jefferson, Monroe y Henry Clay, y porque ese gobierno estaba opuesto a la liberación de Cuba y Puerto Rico? Si, dentro los inmediatos planes del Libertador estaba el ir a liberar a las islas de Cuba y Puerto Rico; y esto lo sabía muy bien el General Santander. Simón Bolívar siempre creyó necesario crear un escudo militar y de pueblo para defender efectivamente al hemisferio, éste constituido por las naciones recién salidas del colonialismo español y así no caer en las garras de otro feroz Imperio, y Cuba y Puerto Rico compartían un área geoestratégica en el atlántico; fundamental. El Libertador sostenía que nuestra América estaba desencontrada de sí, porque estuvo abandonada por todas las naciones europeas, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas; ni de auxilios militares. Era el criterio del Libertador que cuando los triunfos no están firmemente asegurados, los Estados son débiles política y militarmente, y más si las acciones para asegurarlos son remotas, porque entonces los hombres vacilan, las opiniones se dividen, las pasiones se agitan y los enemigos las animan para triunfar fácilmente. Y que el modo más idóneo para evitar cualquier otra invasión en estas naciones de Sur América, era el tener una alianza con aquellas islas que en la práctica constituían la puerta de entrada a estos países.

En parte la idea de formar de todo el Nuevo Mundo una sola Nación, Bolívar ya la había expuesto en su Carta de Jamaica el 6 de septiembre de 1815, y ello consistía en la formación de una estructura con un solo vinculo que ligara sus partes entre sí; y con él todo. Que se confederarse estos países, antes colonias de España, para avanzar, para prosperar y para conseguir en sus pueblos la mayor suma de felicidad posible; pero aquí influyó el plan perverso del General Santander al dejar una abertura, confeccionada adrede, por la cual penetrara los yanquis, a través de míster Richard Anderson, a reuniones hasta dentro del propio palacio de gobierno de Bogotá, aunque el Libertador Simón Bolívar estaba totalmente opuesto a que Estados Unidos supiera lo más mínimo de lo que se tratara con los representantes de las otras naciones Sur Americanas. Uno de los razonamientos que esgrimía Bolívar era, que no sólo los europeos, sino también nuestros hermanos del Norte siempre se mantuvieron inmóviles durante el desarrollo de nuestras contiendas bélicas por la independencia, y ¿Cómo era que ahora fueran invitados a una reunión donde se trataría sobre la conformación de un solo Estado conformado por todas las naciones Sur Americanas y las del Caribe? Es el Vicepresidente Santander, encargado de la Presidencia, quien escribe a Bolívar el 6 de febrero de 1825, estando Bolívar aun en el Perú: "Con respecto a los Estados Unidos he creído conveniente invitarlos a la augusta Asamblea de Panamá, en la firme convicción de que nuestros íntimos aliados no dejarán de ver con satisfacción el tomar parte en sus deliberaciones de un interés a unos amigos tan sinceros e ilustrados" Ya Santander estaba informado, confidencialmente por Mr. Anderson, sobre la decisión de su Gobierno de no permitir cambio alguno de las condiciones imperantes en Cuba y Puerto Rico, salvo aquellos cambios que, en el futuro, fuesen resultado de la propia expansión colonialista de Estados Unidos.

El Secretario de Estado de Estados Unidos, Mr. Henry Clay, cumplió a pie puntillas el mandato de Tomás Jefferson al dar tales instrucciones a sus comisionados al Congreso de Panamá, Richard C. Anderson y John Sargeant. Entre los temas que han de llamar la atención del Congreso, escasamente puede presentarse otro tan poderoso y de tanto interés como la suerte de Cuba y Puerto Rico, sobre todo la suerte de Cuba, debido a su posición geográfica, al número y carácter de su población, la posesión de grandes minas, las cuales eran de objetos de la atención de Europa y América; ninguna potencia, ni aun la misma España, tiene un interés más preciado como los tiene Estados Unidos por la suerte de aquella isla. Pero los gringos ocultan esta realidad, solo ellos la conocen, por eso callan y evitan se haga pública y por lo tanto su deseo de que nada cambie políticamente en esa región, de manera que ellos no verían con indiferencia que el poder que ejerce allí España pasase al de otra potencia europea; tampoco querríamos que se transfiriese o agregue a ningún de los nuevos Estados de América. Y viendo Bolívar que no ha podido evitar tantas ofensas, engaños y traiciones, provenientes de quienes creyó merecer sus respetos y lealtades, y a quienes él solamente les había brindado afecto y ayuda en alcanzar sus aspiraciones, siente un gran resentimiento en su corazón y se da por vencido, anímicamente, a tan cruel realidad y prácticamente aparta de su cabeza cualquier otro proyecto de lucha por consolidar la unión de todo este extenso territorio, que partiría desde el Río grande por el Norte hasta llegar a las tierras de la Patagonia al Sur; colindando con la Antártida.



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José M. Ameliach N.


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