El pasado viernes 30 de junio me comí la última empanada en 1800 bolívares. Lo hice en el negocito de José, que hasta tiene punto de venta para el pago y la calidad de lo que vende es, en el exacto sentido de la palabra, bastante bueno.
El lunes 3 de julio, cuando acudí al lugar de mis "tentempié" mañaneros, resulta que la misma empanada, ya había sido redondeada en dos mil (Bs. 2000) bolívares y a mi negrito corto le habían incrementado 100 bolívares más.
Ya mi esposa me había alertado, la semana pasada, acerca de la creciente tendencia inflacionaria en el país. Con aires de economista recién egresada de una de nuestras universidades públicas, que maneja con precisión la "ciencia económica", trató de convencerme de que "si a Maduro se le ocurre hacer un nuevo aumento de salarios, todos los precios volverán a subir". Traté de rebatirla. Resulta que como yo me baso en la conciencia y no en la ciencia, acudo a la Crítica de la Economía Política, que vengo estudiando hace bastantes años y cuyo maestro, Carlos Marx, 200 años atrás, se atrevió a problematizar aquello de "las leyes de la economía".
Leer la economía, o entender los fenómenos que determinan las supuestas "leyes", creadas en capitalismo, para justificar la explotación de los productores directos (y sus afines) por esa minoría que acapara en sus manos los medios de producción, no puede hacerse al margen de la lucha de clases. Creo que no tenemos referentes "científicos" de la economía (o de las economías), fuera del contexto del modo de producción capitalista. en estas condiciones, estamos ante la reiterada subjetividad capitalista, avalada, además, por la academia que creó las llamadas ciencias sociales, como una forma más de vencer sin convencer.
Esto significa que las famosas y aludidas "leyes" económicas, que académicamente nos imponen aquellos que "saben mucho" porque están "preparados", tienen la relatividad o la subjetividad de las ideas dominantes, las cuales no son otras que "las de las clases dominantes". De allí, del asiento de esos "preparados" (preparados con flamantes títulos universitarios para ser correas de transmisión en las relaciones de explotación, contribuyendo a que los explotados se sientan contentos de serlo), surge el comentario bastante difundido de que cada nuevo aumento salarial genera inmediatos incrementos y subsecuente inflación.
Aquí es donde entra el ejemplo de mi empanadita inflada, para entender que es imposible que, porque el presidente Nicolás Maduro, en sus decisiones por enfrentar las arremetidas de la guerra económica contra nuestro pueblo. Me cuesta imaginar y entender que José, entre el pasado viernes y este lunes, haya corrido a comprar insumos incrementados que le
obligaran a incrementar los precios de sus productos en venta. No puede ser que la harina y guisos que rellenan sus exquisitas empanadas, posiblemente almacenadas en sus refrigeradores, salieran incrementados del frío reposo, al punto de inflar las apetecidas empanaditas, no precisamente en calidad, sino en precios.
Es mentira que el incremento salarial, concebido para proteger a las trabajadoras y trabajadores, de la guerra económica, sea causal de inflación. Antes de
producirse la decisión de aumentar los salarios, la voracidad criminal y usurera de
los capitalistas, incrementa los precios en una ridícula alusión a la manida "ley de
la oferta y la demanda". Entonces y sólo entonces, el gobierno popular y revolucionario que encabeza el presidente Nicolás Maduro, decreta proteger al pueblo trabajador y para ello aumenta el salario, en su sentido integral. Aunque, lamentablemente, el mismo no se
ha hecho acompañar por medidas de congelación de los precios, a fin de evitar la interminable cadena de inflación inducida, con la cual se ataca al pueblo venezolano, en procura de su avance en la construcción de la Patria socialista y la derrota definitiva del dominio imperialista.
Así que , no nos llamemos a engaño. La empanadita inflada es una doble mentira: no crecieron en tamaño ni contenidos, pero sí crecieron en precios, en un nuevo atentado contra el pueblo y nuestra soberanía alimentaria. Por eso también, necesitamos conformar nuestra Asamblea Nacional constituyente, para fortalecer el Estado de nuevo tipo, que contribuirá a dar al traste con todo intento por hambrearnos y aplastarnos. constituyente de paz en contra de la especulación y la inflación guerrerista inducida.