"…Hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América Meridional" (XVIII)

Contestación de un Americano Meridional a un caballero de esta isla. Kingston, 6 de septiembre de 1815.

…Sólo los historiadores y literatos se han ocupado cuidadosamente en investigar su origen, verdadera o falsa misión, sus profecías y el término de su carrera. Se disputa si fue un apóstol de Cristo o bien pagano. Unos suponen que su nombre quiere decir Santo Tomás; otros que Culebra Emplumajada; y otros dicen que es el famoso profeta de Yucatán, Chilam-Balam. En una palabra, los más de los autores mexicanos, polémicos e historiadores profanos, han tratado, con más o menos extensión, la cuestión sobre el verdadero carácter de Quetzalcóatl. El hecho es, según dice Acosta, que él estableció una religión cuyos ritos, dogmas y misterios tenían una admirable afinidad con la de Jesús, y que quizás es la más semejante a ella. No obstante esto, muchos escritores católicos han procurado alejar la idea de que este profeta fuese verdadero, sin querer reconocer en él a un Santo Tomás, como lo afirman otros célebres autores. La opinión general es que Quetzalcóatl es un legislador divino entre los pueblos paganos del Anahuac, del cual era lugarteniente el gran Montezuma, derivando de él su autoridad. De aquí se infiere que nuestros mexicanos no seguirían al gentil Quetzalcóatl, aunque apareciese bajo la forma más favorable, pues profesan una religión más intolerante y exclusiva de las otras.

Felizmente los directores de la independencia de México se han aprovechado del fanatismo con el mejor acierto, proclamando la famosa virgen de Guadalupe por reina de los patriotas, invocándola en todos los casos arduos y llevándola en sus banderas. Con esto el entusiasmo político ha formado una mezcla con la religión, que ha producido un fervor vehemente por la sagrada causa de la libertad. La veneración de esta imagen en México es superior a la más exaltada que pudiera inspirar el más diestro profeta. Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades establecidas; los últimos son siempre menos numerosos, aunque más vehementes e ilustrados. De este modo la masa física se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se prolonga siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna, entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia. Yo diré a Vd. lo que puede ponernos en actitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre: es la unión, ciertamente; mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos.

La América está encontrada entre sí, porque se halla abandonada de todas las naciones; aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni auxilios militares, y combatida por la España, que posee más elementos para la guerra que cuantos nosotros furtivamente podemos adquirir. Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el estado es débil y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan, las opiniones se dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las animan para triunfar por este fácil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de una nación liberal que nos preste su protección, se nos verá de acuerdo cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa* hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América meridional; entonces las ciencias y las artes que nacieron en el Oriente y han ilustrado la Europa, volarán a Colombia libre, que las convidará con un asilo. Tales son, señor, las observaciones y pensamientos que tengo el honor de someter a Vd. para que los rectifique o deseche, según su mérito, suplicándole se persuada que me he atrevido a exponerlos, más por no ser descortés, que porque me crea capaz de ilustrar a Vd. en la materia. Soy de Vd. etc., etc., etc. Simón Bolívar.-

Estimado lector, ya se habrá dado cuenta del maravilloso texto de la Carta de Jamaica y también habrá observado el estado animoso y la perseverancia que conservara nuestro Libertador Simón Bolívar con su idea fija de vencer en la larga guerra por la independencia de su amada patria, Venezuela. Póngase a pensar lo que significa que un hombre de 32 años de edad pueda hacer un análisis tan extenso sobre la situación de países Latinoamericanos. Piense la cantidad de hojas de papel que se utilizó para escribir a mano y con pluma de ganso la Carta de Jamaica, si en una apretada transcripción a máquina con letra tipo 12 y 11 a 1 espacio entre líneas se llevó 9 hojas tamaño carta, en manuscrito y con letras caligrafiadas no debe haberse llevado menos de 100 pliegos de papel tamaño extra-oficio. Ahora, lo más asombroso de todo es que la redacción de este exhaustivo y amplio documento, con sus tachaduras, enmiendas y correcciones, se realiza en el transcurso de solo una semana, (29/8 al 6/9) en una tierra donde no podía consultar a personas conocedora de los temas a tratar, además, tome en consideración que Simón Bolívar para la época de escribir la Carta de Jamaica ya había sufrido dos grandes derrotas bélicas, (Primera y Segunda República) suficiente éstas para que cualquier otro ser humano se hubiera dado por vencido y evadiendo su responsabilidad huyera a algún país norteño a vivir cómodamente y allí olvidarse de sus fracasos; cosa que jamás pasó por la mente de nuestro Simón Bolívar. Por último, aquí una recomendación, aunque seguro ya usted la debe haber pensado, relea íntegramente este extraordinario documento, CARTA DE JAMAICA, cada vez que tenga la oportunidad, y así seguirá sintiéndose orgulloso de la genialidad del Padre de la Patria, Simón Bolívar, el Libertador; genialidad que gran parte de ella se ha transmitido de generación en generación a sus hijos. Los venezolanos.



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José M. Ameliach N.


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