Llamar al diálogo es lo que más se hace en Venezuela. Llaman tirios y troyanos, el caballo de Troya también lo hace; quien no quiere saber nada de diálogo es de los primeros en lanzar su como angustiado llamado al mismo. Llaman Montesco y Capuleto, quienes se ciñen el cordón de Cristo y hasta los de la Santa Inquisición. Quienes se sacian especulando, sabiendo bien que lo hacen sin misericordia alguna, claman por un diálogo, una como conversación para embarbascar a quienes especulan. Un algo así como dialoguemos para seguir especulando. Una cosa hasta gatopardiana.
Los devotos de la virgen de allá donde nacen y se enfurecen los huracanes, sin el consentimiento de ella, piden diálogo a los de la virgen del espacio donde los vientos y las olas tan altas como el cielo se abaten. Los violentos piden diálogo a los pacíficos y viceversa, sólo que quienes se encargan de hacerlo se tapan los oídos.
Los sepultureros, los propios que cavan las fosas, piden diálogo uno no sabe si a los muertos, los familiares de estos o a los dueños de las funerarias para que se establezca un equilibrio entre el número de entierros y la paga por tanto abrir y cerrar fosas.
De un lado y otro se pide la intervención del Papa y cuando este lo hace con la sana intención de poner a pastar juntas a sus ovejas, los representantes suyos acá, en lugar de predicar con el evangelio en la mano lo hacen a través del fuego del verbo o este embravecido, subido de tono o sibilino y usan sus cayados para dividir lo que debería unir. De donde las ovejas salen espantadas. Hasta entre quienes apoyan al sector opositor, por la forma de expresarse, el uso demasiado frecuente de la violencia y limitación de derechos, estallan conflictos, pese que se la pasan dialogando.
Es un pedir constante de diálogo que uno, distraído, llega a creer que lo que más abunda entre nosotros es el deseo de conversar para llegar a acuerdos honorables y sobre todo donde la mayoría resultaría beneficiada, tanto como la paz, tranquilidad para crear, trabajar, poder formar los hijos como mandan las reglas. Desterrar la idea que el interés de todo se confunde con el de una minoría. Porque en veces, nos confundimos tantos, que hay gente alineada en un bando donde no le corresponde y llegamos a creer que lo que nos afecta y acontece, se corresponde con una narrativa interesada. Así, como somos capaces de jurar y hasta perjurar que este que llama a diálogo, por sólo haber usado la palabra, lo hace de manera sincera.
Todos piden diálogo. Como piden paz. Casi de la misma manera que el pueblo pide pan. Sólo que este no pide por pedir, ni fingir que falta la hace por un secreto bien guardado.
Juan Barreto pidió diálogo. Lo hizo de una manera extraña. Primero no se refirió a un diálogo nacional que envolviese al sector opositor, tanto que llamó a Leopoldo López "un consentido del gobierno", sino entre chavistas, porque de lo contrario, según él, "Así como estamos, perdemos hasta la elección de una reina de carnaval".
Pero aparte de lo extraño de la razón que da, habiéndose estado distanciando días atrás de la gente que gobierna, se agrega que su llamado se produce justo al día siguiente del simulacro de votación, el cual muchos voceros han calificado de muy exitoso y sorprendente, tanto que hasta un hombre muy equilibrado como Eleazar Díaz Rangel expresó lo siguiente "No tengo que repetir cuanto se ha escrito y dicho sobre la descomunal movilización de la gente, que pese la lluvia en algunos sectores, pese a las largas esperas en las colas, en demasiados lugares estuvieron "votando" hasta las once de la noche. Con toda seguridad, en una cantidad muy superior a la anunciada por los opositores".
Extraña pues que alguien quien se distanció tanto y de manera tan apresurada, como la de aparecer, días atrás, demasiado identificado con la Fiscal del Ministerio Público, Luisa Ortega Díaz, quien no ha ocultado sus nuevas querencias, de repente haya hecho ese como angustiado y que ya califiqué de extraño llamado al diálogo. Pero es más extraño que Barreto en su llamado incluye a la funcionaria antes mencionada, de quien dijo, según la fuente periodística, "mostró recientemente una posición más acorde con el diálogo". Pasó por alto Juan Barreto que la señora Fiscal y su esposo, quien la ha estado acompañando en su posición política, dejaron sentado el domingo su respaldo al Plebiscito. Cosa que no parece censurable a esta altura de la partida y cuando los jugadores han desplegado sus cartas. Pero si es por lo menos, como venimos diciendo, nada tiene que ver con el llamado de Barreto. Pues el habló de un "diálogo entre chavistas".
Lo que Barreto debe entender que a diálogo no se llama con condicionamientos, pues quien lo hace pone trabas, no sólo palos entre los ejes de la carreta, sino en el camino mismo. Como también aquello tan viejo, según el cual, "quien come cigarrón se atora".
Maduro, antes estuvo llamando a diálogo, es cierto, pero a uno no le ha quedado claro nunca si lo hace de verdad, porque suele acompañar sus llamados con gestos y expresiones, de antes o después, que suelen dejar en uno la impresión que sólo fue un decir. Es decir llama a eso pero de allí no pasa y pareciera esperar de quienes él se dirige tomen la iniciativa que va más allá del simple llamado. Y no deja de acompañarse de comentarios que niegan lo que antes dijo.
Veamos como gente del gobierno habla "pa´ lante" y para atrás. Días atrás, en San Félix, el presidente dio un mensaje que fue interpretado como una imposición a todos los trabajadores y funcionarios del Estado, en sentido que ellos estaban obligados a votar. Pidió, según una versión periodística, a los suyos comprobasen, nómina en mano, que en ese universo nadie dejase de votar. Cosa que posteriormente Jorge Rodríguez "aclaró" que el presidente eso no dijo", pues nadie está obligado a votar. Pero ayer, en Caracas, como para que no quede dudas, Maduro volvió a repetir lo que había dicho en el Estado Bolívar y, que según el Alcalde Metropolitano, los periodistas habían interpretado mal.
El vice presidente de la AN, el señor Guevara, también llamó a diálogo. A cualquiera eso sorprende, porque el señor o el joven y la palabra diálogo parecen ser como el agua y el aceite. Y expresó su "deseo" justo después del domingo 16, es decir, después del Plebiscito, el Simulacro Constituyente y las amenazas de Trump. Pero su llamado fue hecho como para que no le atiendan o no le hagan caso. Si hizo la solicitud, obligado por algún acuerdo dentro de la MUD, lo que parece probable, se encargó de ponerle al paquete, en lugar de un lazo bonito y agradable, una sarta de espinas y cardones para de entrada provocar el rechazo de aquel a quien se hace la propuesta. Pues, palabras más o menos dijo, "estaríamos dispuestos al diálogo si el gobierno retira la Constituyente". Dicho en cristiano o forma cristalina que en otro caso sería como lo mismo, vayamos a diálogo pero sólo tal cual a mi me da la gana. O para mejor decirlo, llamó a diálogo sin gana alguna que le paren bolas.
Pero su propuesta de diálogo estuvo acompañada de llamados a paro nacional, anuncio de hora cero e instalación de gobierno paralelo. No hay duda que no tenía intención alguna tomasen en cuenta su pedido.
Por todo eso, hemos dicho que, los llamados al diálogo que hacen de todos lados, no son de aquellos "sin tapujos" sino con ellos.