Dejemos al lado las quejas y formulemos propuestas concretas para plantear las salidas, si alguien tiene una mejor que la diga. A partir de hoy, producto del fracaso de conducciones políticas fallidas, algunas durante 18 años y otras desde hace menos tiempo, toda la oposición, tanto de la vieja MUD como de los sectores no vínculos a ella, se encuentra en la más difícil encrucijada histórica.
No es hora de cargar responsabilidades, el hecho está consumado y todos somos corresponsables en mayor o menor medida. La inconstituyente se eligió y se instalará, por lo que se convertirá ya en un actor político, si no el principal, en la fauna de la crisis política venezolana.
En este sentido, en el marco de la necesidad de comprender que está demarca el inicio de un gobierno totalitario supraconstitucional que ya tiene la facultad "formal" para ejecutar sus amenazas, primero vendrá por la Asamblea Nacional, después por la Fiscalía, y más temprano que tarde por toda la disidencia, no importa su color ni sus siglas, ni el pasado épico que lo acompañe.
Ante este desmadre del Estado de Derecho, negar una articulación táctica en momentos tan difíciles es no tener los pies sobre la tierra y sobrevalorar la fe en nombre de la "razón ilustrada".
Un Frente Anti Totalitarista, que en términos de igualdad de condiciones permita iniciar definiciones tácticas ante la instauración de una "Neodictadura del siglo XXI", no sólo es necesario sino imprescindible.
No soy quien para convocarlo, solo planteo la idea para el urgente debate y toma de acciones inmediatas. Aquellos chavistas críticos, el chavismo democrático, la izquierda democrática, la dirigencia crítica de la oposición tradicional, los sectores democráticos de la MUD, y aquellos que no se identifican con ningún epíteto, siglas o mote, cada quien con sus responsabilidades a cuesta debemos entender que sólos o en parcialidades no podremos contra el totalitarismo, pensarlo así en cuido del "prestigio", la" trayectoria" o el "confort" no sólo es egoísta, es dar la espalda al pueblo venezolano que ante el fraude electoral más grande de nuestra contemporaneidad, aspira una dirigencia política renovada, que no saldrá de debajo de las piedras, sino de lo hoy existe para generar las condiciones del surgimiento de algo nuevo.
No pretendo ser fatalista, pero no creo que exista otro momento que esperar, la perversión por el poder ha logrado incluso que el gobierno de Maduro afirme que tiene más votos que Chávez, en el peor momento de crisis como consecuencia de su miserable gestión.
Las cartas están echadas, aunque lo lamentable es que en la apuesta se nos puede ir la vida y el futuro de nuestros hijos. El cese de toda violencia y la negociación deben ser las herramientas, sin dejar de lado la organización y la movilización indetenible e incuestionable.