Gracias a Trump ,y a sus lacayos vernáculos, el chavismo indignado volvió a su cauce original de rebelión antiimperialista, antineoliberal y profundamente chavista. El chavismo indignado que se abstuvo de votar el 6 de diciembre a favor de su afiliación natural revolucionaria le dejó, en aquella oportunidad, el camino abierto a la derecha supuestamente para acabar con la inflación y el desabastecimiento pero no para que ésta se dedicara a buscar el derrocamiento de Nicolás Maduro. La derecha no leyó el mensaje del chavismo indignado e hizo lo propio para volverlo de nuevo a su carril. La oposición, a través del sistema capitalista al cual pertenece, apretó el cerco económico contra el gobierno para generar más descontento y no conforme con este desatino le agregó más sufrimientos a las masas con la violencia desatada del fascismo.
Nuevos padecimientos, más crueles e inhumanos, que la inflación y el desabastecimiento, producidos por la guerra económica capitalista, son los crímenes de odio, la quema y apuñalamiento de seres vivos por racismo o antichavismo, la destrucción de bienes públicos incluidos los alimentos destinados a los sectores populares, la violencia contra los organismos de orden público y las insoportables trancas rechazadas por la mayoría de la sociedad. Con estas acciones anticomunistas de la ultraderecha conocidas históricamente en la Italia de Mussolini, en la Alemania de Hitler y en la España de Franco la oposición mostró su verdadera cara fascista de maldad infinita.
En otras palabras la oposición se apartó del camino democrático y los casi tres millones de chavistas descontentos que no acompañaron al PSUV el 6D le dijeron SÍ a la Constituyente. Eso no fue lo único, por lo menos un millón de electores que siempre habían votado por la oposición en eventos anteriores también fueron a votar el 30 de julio por la Constituyente, hartos y cansados de tanta violencia. También es cierto que grandes cantidades de electores fueron impedidos de ejercer el derecho al voto por el clima de terror, las amenazas y la imposibilidad de llegar a los centros electorales.
Las masas populares que respaldan la revolución bolivariana entraron en una época de claridad, fervor y esperanza aferrada a la Asamblea Nacional Constituyente. Nadie es dueño incondicional de la totalidad de los 8.089.320 votos depositados el 30J. Eso se probó y quedó registrado el 6D. Quien deje de hacer una profunda lectura comparada entre el 6D y el 30J no tiene los pies sobre la tierra. Esto es válido para el gobierno y también para la oposición. Hoy tenemos un pueblo con más conciencia política de lo que generalmente se admite. La Asamblea Nacional Constituyente tiene en sus manos la responsabilidad histórica de responder eficientemente con lealtad y valentía a las expectativas de la gente. Esa es la clave para asegurar el futuro que nos espera.