Hace varias noches el señor Presidente Nicolás Maduro, reunido con todo el alto mando militar y ministros de su despacho, nos informaron que estamos a punto de ser invadidos militarmente desde el exterior y que era necesario estar preparados para defender la República, aún a costa de nuestras vidas si era necesario. Asimilamos su preocupación, la cual hacemos también nuestra.
El único problema señor presidente es que no tenemos bastimento para resistir a las fuerzas enemigas, ni internas, ni externas. En dos palabras: ¡Estamos hambrientos! Y ¡Estamos desarmados!.. Llevamos ocho meses de asedio por parte del enemigo interno que ha debilitado nuestras despensas alimentarias y eso nos ha dejado sin fuerzas para responder a los enemigos externos.
El enemigo interno es demasiado poderoso y no tenemos armas para enfrentarlo; hacen con nosotros lo que les viene en ganas. Los banqueros, los panaderos, los buseteros, los comerciantes, los prestamistas que dan avances, los bachaqueros, los charcuteros y la gente nuestra que se ha corrompido han conformado un ejército inmenso al cual no podemos enfrentar, pues tienen una capacidad de fuego que nos están exterminando en masa. En la Guerra de Independencia las tropas tuvieron que ser alimentadas con el ganado que se le expropió a los misioneros CAPUCHINOS del alto Caroní.
Si usted señor Presidente pudiera acercarse y vernos sufrir en largas colas, expuestos al sol inclemente, para tratar de obtener Bs. 10.000, 00 en un cajero bancario, luego corroborar que no alcanza ni para comprar medio cartón de huevos y si tenemos que hacer otra compra debemos recurrir al prestamista que da "avances en efectivo" y nos cobra el 15% de interés y si tenemos tarjeta de débitos debe hacer largas colas para poder pagar lo que hemos comprado, ya que las maquinitas se ponen lentas. Si usted pasara por todo esto, seguro no nos estaría pidiendo más sacrificios y se arrecharía como nosotros los estamos y nos daría las armas que necesitamos para defendernos de este miserable capitalismo.
Cada día son más la gente que observamos recogiendo entre la basura algo con que llenar el estómago; los que acuden a uno pidiendo ayuda crece en número, también los que roban y destruyen las ciudades, sus cementerios y su patrimonio cultural. Nosotros sabemos que esos son los daños colaterales que produce una guerra económica, hemos aceptados sus efectos y estamos dispuestos a resistir, pero para lo que no estamos preparados es para hacer la resistencia al enemigo externo el cual socava nuestras fronteras.
Le apostamos y le acompañamos hasta el sacrifico a su propuesta de La Constituyente. Seguimos todas sus instrucciones y usted proclamó la victoria diciéndonos que habíamos triunfado. El asunto es que nuestras mesas siguen vacías y cada día que pasa el enemigo interno arrecia más sus ataques a la zona media de nuestros cuerpos. Han logrado mermar nuestras fuerzas para defendernos y si usted y los constituyentitas no se mueven con celeridad para auxiliarnos lo que van a encontrar es algo parecido a lo hallado por las tropas Aliadas en los hornos crematorios de Auswitz de la Alemania Nazi.
Señor Presidente: "Amor con hambre no dura y si dura no perdura", nosotros hemos roto con ese adagio y lo hemos demostrado suficientemente; pero hay uno que está comenzando a pesar en la conciencia popular: "Tanto dá el cántaro al agua, hasta que se rompe".
Señor Presidente: No estamos pecando de alarmista, por favor láncenos un salvavidas que nos estamos ahogando, están quebrando nuestra capacidad de resistencia. Derogue el Decreto 2.092, declare la emergencia económica y tome las medidas que estamos seguro la ANC le aprobará. Eso sí pero que sea rápido y de aplicación inmediata. Nuestro pueblo le sigue teniendo fe y sabe que usted es un digno discípulo del Comandante Eterno.