La persona presumida
es la que, por algunos indicios o señales, piensa lo que para él va
acontecer, se vanagloria de sus palabras pronunciadas y de lo que hace.
Para obtener su cometido no se detiene en llevarse por delante la
verdad y lanzar su carga de lo que se conoce como palabras necias,
entendiendo por éstas las que llevan detrás una poderosa carga de
demagogia social que le sale del pecho con toda la voluminosidad de su
corazón de acero.
Si se tiene por palabras necias
a esas mentiras que se pronuncian en una campaña electoral tratando de
hacerlas verdades por tantas veces dichas, no sería correcto hacernos
de oídos sordos ante las mismas. Más bien tendríamos
que hacer valer el derecho o el deber de refutarlas, de denunciarlas,
de combatirlas para que ningún oído que escuche termine por creerlas o de que los oídos sordos, por tanto efecto de optimismo ciego, terminen siendo indiferentes a la realidad y dejen de cumplir con su deber.
No
sólo existen personas presumidas que hacen uso de las palabras que se
tienen por necias, y que son –pudiéramos decir- las mentirosas, las
demagógicas, las oportunistas, las sofísticas. Igual existen cámaras de
imágenes necias que saben mentir, especular, engañar, deformar la realidad para que los ojos que ven
se confundan y por efecto de tanta repetición de imágenes necias
perciban una deformación de la realidad como el verdadero hecho, es
decir, acepten la mentira intencionada como verdad inequívoca. A eso
hay que salirle al paso con imágenes ciertas, reales, objetivas,
verdaderas para que ningún ojo se quede ciego de la verdad.
Los
grandes y poderosos medios de la comunicación social venezolanos, los
de propiedad privada, hicieron analogías de imágenes entre los actos de
campaña electoral que hubo en la avenida Bolívar de Caracas –con el
Presidente Chávez de orador- y el realizado en San Cristóbal –con el
candidato Rosales de orador-. Precisamente la imagen del primero la
presentaron vista desde atrás, desde donde terminaba la concentración,
sin tomar en cuenta la cantidad de gente que había desde ese punto
hasta la cercanía de la tarima desde donde habló el Presidente Chávez.
La segunda imagen la presentaron vista desde la tarima, desde donde
habló el candidato Rosales, hacia a tras donde terminaba la
concentración de gente que lo apoya. En ésta, de acuerdo a la imagen necia,
se veía mucha gente y ningún espacio vacío, y en la concentración del
Presidente se observaba un largo trecho de avenida vacío y apenas un
pequeño puñado de gente.
Existe
una marcada intencionalidad premeditada de desvirtuar la realidad para
confundir, por convencimiento de los ojos, a muchas personas con el fin
de inclinarlas hacia el apoyo para Rosales. Eso no es obra de ninguna
persona ignorante y tonta, sino de una persona experta en
programaciones de laboratorio donde se modifica el sentido verdadero de
la realidad para hacer creer una mentira como verdad. No debemos
olvidar que estamos viviendo la fase histórica más importante de la
deformación sostenida y ejecutada por los grandes y poderosos medios de
la comunicación social. Para ello se basan en que la mayoría de las
personas de nuestros pueblos hacen su conclusión por medio de la
percepción, de lo que ven sus propios ojos, y no del estudio científico
que sí sabe llegar a la verdad verdadera, y contra la cual no tiene
posibilidad alguna el capitalismo salvaje de evitarla o de vencerla.
Los ideólogos del capitalismo, disponiendo de grandes medios de comunicación social, no sólo fundamentan su propaganda de palabras necias y de imágenes necias
en el principio de Goebbels, de que la mentira, repetidas muchas veces,
se convierte en verdad, sino también en la creencia sicológica y
biológica fascistoide de que la susceptibilidad de las masas es muy
limitada, su campo de entendimiento muy reducido, son ciegas e
incapaces de pensar, carecen de chispa divina por ser siempre
inmaduras, por lo cual es muy fácil sintonizarlas en la creencia de la
mentira y en el rechazo de la verdad verdadera tanto por el oído como
por el ojo.
Al mismo tiempo saben crear, en cada momento determinado, su “super-hombre”,
el que sabe ofrecer de todo, el que sabe mentir en todo, el que sabe
incumplir sus promesas, basándose en el falso juicio de que las masas
tienen una enorme capacidad de olvido, por lo cual resulta fácil
sincronizarlas en el conformismo y la sumisión tanto por el oído como
por el ojo.