El Papa, según sus propias palabras, tenía demasiado tiempo sin ver televisión. Pero, tuvo que llegar a Colombia para "romper la dieta". Pues, estando tan cerca de Venezuela no debía dejar pasar la oportunidad para informarse de lo que está pasando en este país. Por lo tanto, solicitó a quienes les cuidaban, una vez instalado en sus aposentos, un televisor para observar la programación de Telesur. (Doy por hecho que está en la cablera). En efecto, su pedido fue cumplido, y cansado se acomodó en la cama, tomó una almohada y se la colocó en su cabeza. Al encender el televisor, observa al presidente Maduro en cadena nacional, ofreciendo las medidas económicas a seguir ante las sanciones y amenazas de Trump. Se vaciló toda la cadena. Comprobó, desde allí mismo, desde Colombia, como lucha un país para seguir su propio rumbo.
Lo referido, debió suponerlo el presidente Maduro. Esperar el día jueves (llamado por él, día bonito, de suerte) para dirigirse al país, sabiendo que el Papa está en Colombia fue una gran jugada. Sabía que el mensaje llegaría, sin necesidad de ir al Vaticano. Y así fue. A través de la pantalla, el Papa debió contemplar a un presidente excitado, ansioso, emocionado ante cada justificación que hacía de cada ley que entregaba a la presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente. También debió ver, cuando, cosa extraña, que por primera vez en televisión, el presidente hacía el llamado de atención a los ministros a participar activamente en la solución de los problemas con su presencia y equipos de técnicos para combatir los males que los aquejan. Pero, sobre todo el Papa debió entender que tras ese discurso y las leyes que entregaba el presidente a la asamblea para su discusión, está la verdadera política social que el gobierno ha tenido como su bandera de lucha, y eso debió gustarle.
En fin, el Papa, debió entender el mensaje cargado de esperanzas que dio el presidente venezolano. Creo que, más que en Colombia, el Papa estaba en Venezuela presenciando desde muy de cerca la labor pastoral de un presidente por defender a un pueblo. No le quedó más alternativa que decir en voz baja: Así, así, así es que se gobierna; así, así, así es… hasta que se durmió.
