Adam Smith y Carlos Marx, al igual que muchos otros economistas, reconocieron que es en el mercado donde se determina el valor de las mercancías, más allá de los costes de su producción.
Eso está bien sólo cuando, como lo aclaró Carlos Marx, pueda verse el proceso de producción como proceso de producción capitalista, con una doble fase: la deproducción del valor de uso cargado de valor, o producción propiamente dicha, y la de su distribución en lo que se llama el mercado.
La desigualdad operativa de los capitales, unos especializados en medios de producción, y otros, en bienes de consumo final; unos empresarios con una composición orgánica de capital diferente a la de muchos otros, tanto en el sector de medios de producción como en el de bienes de consumo. Tales desigualdades, queremos decirlo, son los factores que modifican constantemente el valor de las mercancías, y hacen que esos valores se trastruequen en precios de mercado.
Empecemos por decir que no hay mercancías sin precios de mercado porque necesariamente las fábricas producen valores de uso que, cargados de nuevos valores, deben realizarse en el mercado a determinado precio, a precios de mercado.
Esos precios de mercado deben ajustarse entre los competidores de tal manera que, mediante precios de producción[1], cada capitalista pueda recibir determinada e igual tasa de ganancia, independientemente de que algunos capitalistas hayan obtenido más plusvalía que otros.
En esos ajustes del valor a precios de producción, permite que unos capitalistas terminen vendiendo por debajo de su valor en favor de otros que lo hacen por encima de su valor. Esos ajustes se logran mediante la competencia, es decir, mediante la puja entre oferentes y demandantes de tal manera que donde la oferta supere a la demanda, los precios de mercado subirán, mientras bajaran cuando sea la demanda la que sobrepase la oferta.
Hoy en Venezuela, los comerciantes se apartan absolutamente de los valores y se dejan llevar por los precios de mercado que ellos mismos fijan, no ya para obtener una tasa igualitaria de ganancia, sino para que el Presidente Nicolás Maduro salga del juego.
En consecuencia, los comerciantes que a su vez se han ido llenando de dólares con miras a su reventa a precios crecientes, no sólo confrontarán el problema de una posible y cercana estampida hacia la devaluación de dichos dólares, sino que tienen contraída un deuda con sus trabajadores por los ajustes de salarios que el Estado ha decretado para proteger parcialmente el poder de compra de los trabajadores.
En previsión, lo tenedores de dólares deben acudir al mercado. Por ejemplo, los patronos deberían ofrecer en dólares el pago de las Prestaciones Sociales adeudadas a la fecha a sus trabajadores, a manera de anticipos y estos se encargarían de su oferta en compras varias o en su trueque por Bs. F. o por yuanes.
[1] Los precios de producción son las transformaciones de los valores en aquellos, y precios que garantizan la estabilidad del mercado y la producción cuando, mediante esos precios de producción, cada capitalista recibe una tasa media de ganancia.