En su discurso, como invitado al reino de
los cielos otorgándosele un doctorado honoris causa inmerecido, entre tantas cosas, el Diablo dijo: “Ante
usted, Señor Dios y Creador de todas las cosas, mentir es uno de los
diez pecados capitales. Tal vez, el peor de todos. En mi reino nadie
esconde su ego. El solo hecho de haber llegado allí, implica unas
verdades irrefutables que no pueden ser desmentidas con palabras huecas
ni lloriqueos con lágrimas de cocodrilo… Toda
historia tiene su tesis y su antítesis. Unos la describen ajustándose a
la verdad, y otros a la mentira. Unos la narran correctamente
respetando los hechos tal como se produjeron, y otros la deforman,
revisándole la esencia para privilegiar la forma. Creo, mi Señor Dios,
he sido víctima de un revisionismo que ni siquiera puede ser comparable
al profesado y propagado por los marxistas reformistas en relación con
las enseñanzas de sus progenitores: los bandoleros Marx y Engels”.
Sorprendido de los aplausos se inspiró para decir: “Hay
quienes mienten tan descaradamente que si yo tuviera un poder mágico
los transformaría en serpiente. Nos dicen que sólo existen dos reinos:
el Cielo y el Infierno. Si las almas buenas vienen al Cielo y los
cuerpos de almas malas al Infierno, entonces ¿qué guarandinga juegan la
Tierra, el Purgatorio y el Limbo?”
La
mentira más prodigiosa de este tiempo, para invadir un imperio de armas
sofisticadas a una nación desarmada de las mismas y robarle sus
riquezas económicas, es acusar a la víctima de victimario señalando que
tiene armas de destrucción masiva. Irak es la prueba irrefutable de la
mentira del victimario verdadero y de la verdad de la víctima verdadera.
El
señor Bush, a través de sus voceros del gobierno y del pentágono, antes
de producirse el proceso electoral del 3 de diciembre del presente año
donde se tiene por vencedor seguro a Hugo Chávez, ha comenzado a decir
que se encuentra Estados Unidos preocupado por el uso de uranio de
parte del gobierno venezolano. Se sabe que el uranio es un elemento químico de número atómico 92 (es decir, con 92 protones en el núcleo). Su símbolo es U. Tiene diversos isótopos, incluidos radiactivos empleados para la fabricación de armas nucleares y la producción energética en centrales nucleares. El imperio no acepta que el uranio
sea utilizado por ningún Estado que se declare antiimperialista en
producción de energía para beneficio de su economía. Se le acusa de uso
para la producción de armas de destrucción masiva, y eso es un atentado
a la paz del mundo bajo el dominio del imperialismo que sustenta su derecho a explotar y oprimir el mundo a su imagen y semejanza, agregándole a su interés.
La
acusación del gobierno estadounidense nos avisa una intervención muy
pronta en nuestro territorio que nada extraño tendría reventaría desde
dentro. Una vez la violencia expandida, las fuerzas amparadas por la
mayoría de la OEA, caerán sobre nosotros como leones, tiburones y
halcones hambrientos a devorarnos y despojarnos de nuestro indeclinable
derecho a la autodeterminación. No es una torpe invención de Bush, sino
que lo hace para que la mayoría de los venezolanos y venezolanas adoren
la serpiente y el dragón –que es el imperio- en vez de Chávez y vote
por su candidato, que es Rosales. Bush, está tan enfermo de poder para
que su imperio domine el mundo, que llega al límite de la
irracionalidad en creer que hasta el reino del cielo es de él y no de
Dios.
Bush tiene la creencia de que las desigualdades sociales deben ahondarse, convertirse en ley y
ser protegidas por barreras infranqueables. Su principio es que los
pueblos deben, por obligación, seguir y obedecer en todo a su patrono,
que es el imperio, y el imperio es él y no el Estado. Para Bush, los
pueblos sólo viven en la fornificación, la impureza, el libertinaje, la
idolatría, la hechicería, los odios, las discordias, los celos, las
iras, las rencillas, las divisiones, las disensiones, las envidias, las
embriagueces, las orgías y cosas semejantes, por lo cual no heredarán
jamás el reino de Dios que Bush representa en la Tierra, y que se lo
disputa a todos los terrenales haciendo sus guerras imperialistas con
armas de destrucción masiva. No nos extrañe que la infraestructura de
un latifundio recuperado por el Estado sea la imagen que Bush presente
al mundo como escenario donde se está enriqueciendo uranio venezolano
para construir armas de destrucción masiva conteniendo ojos de vaca y
bolas de toro.
Pelemos el ojo.
Tenemos el deber de estar en guardia. No hay que cerrar todos los ojos
al mismo tiempo. De que vienen, vienen. De que nos harán la guerra, nos
la harán. A Bush le encanta que donde pisen sus tropas de muerte los
pueblos escondan la cruz creyendo que los invasores son buenos y aman
la luz. Todo imperialista invasor tiene el hocico delgado y curvo, las
orejas rectas y cuadradas, y la cola rígida y bifurcada. ¿Acaso no es
el Diablo en persona?
Ahora, lo que sí debemos tener presente y como principio, es que dándole con la cruz no derrotaremos jamás al Diablo. Los misioneros con bayonetas vendrán con su uranio en forma de alfa, de beta o de gamma a derrotarnos y esclavizarnos.
Preparémonos para resistir y vencer. Es nuestro deber. No gozamos de tanto tiempo como para esperar ese día en que Dios nos diga: “Sufridos y Sufridas de este maligno reino bajo el dominio de este maligno Diablo: ¡Manos a la obra! ¡Emancipación o muerte! ¡Venceremos! Salud y éxitos”. La emancipación es obra únicamente de los esclavos que deciden hacerse libres.