Rosa Natalia y lo invisible que no ve Vivas Santana

Hasta ahora (eso creemos) hemos sido más o menos racionales, en la medida que nuestro carácter (o falta de carácter) lo ha permitido. No poca veces nos excedemos en "personalizar" el fracaso de las políticas del gobierno, quizá por lo antipático que nos resultan algunos Slogan (unos más que otros) usados por los propagandistas y "asesores" de imagen (que seguro los tiene) de Maduro: "¡Cuando digo soy, digo somos!". Quizá este sea el más antipático de todos para mí. Y se me "sale" eso de ponerle nombre y apellido a una pifia política que objetivamente involucra a mucha gente, por acción y por omisión. Bueno. ¡Cuando digo Maduro digo "todos ustedes"!, (y sus consecuente volubilidad),… y con esto quedo disculpado de pasar por chismoso.

Claro, es mentira. Me resiento tanto de lo que pasa en el país que pierdo la paciencia. Pero no me importa mucho sustentar mis arrecheras científicamente, me basta con estar cerca de la verdad, y la verdad nos involucra como seres humanos "de pata a rabo".

Rosa Natalia responde con una verdad, más allá de sus razones científicas y técnicas, consciente de que el problema de las parturientas en el piso es mucho más complicado que un ataque de indignación. Se trata de una fotografía, con la cual Vivas Santana denuncia de manera "encendida" el desastre de los hospitales y el sistema de salud públicos en el país.

En su escrito el articulista Vivas Santana estimula su ira contra Maduro con esa fotografía polémica donde se ven unas parturientas desnudas en un pasillo de un hospital del Seguro Social. Y la respuesta que le da de Rosa Natalia abrevia una invitación a pensar más allá del resentimiento. Describe la escena con una mirada de alguien que conoce el tema del parto. Sus razonamientos son los de alguien que es ducha en el tema, no pretende defender al gobierno, solo busca ser lo más "objetiva" posible con lo que se observa en la foto, para que no nos dejemos llevar por la primera impresión y nuestros sentimientos de ira, y distraernos de lo fundamental. Ella nos excita la inteligencia, nos llama la atención sobre el estigma social de la indiferencia, que no es un invento de este "gobiernito", sino un producto de la sociedad. Mientras tanto Vivas Santana arrastra con su resentimiento cuanto fascista oportunista anda por ahí pescando en la confusión.

Dice Rosa "Si la chica que tomó la foto hubiese sido "holísticamente mujer" no coloca a sus pares en esa situación para hacer oposición política. Con sacarle una foto a un baño sin agua en la sala de espera de las parturientas hubiese sido suficiente. Señalaría la incapacidad del gobierno local y del regional en un espacio donde las mujeres están en su momento de mayor fragilidad (el parto)". Subrayo yo

Vivas Santana se "comió" esto. Este asunto de manipular con una fotografía las frustraciones de los venezolanos, distrae a muchos de un marca que trasciende al gobierno ineficiente de Maduro, y que es de toda la sociedad donde hacemos vida todos, hombres y mujeres; es una lacra de la sociedad mercantilista, la indiferencia a la condición femenina, que sustenta la vida, se trata de una indolencia por aquella que da la vida y ama la vida, la cual supera los discursos y buenos propósitos de los políticos, las leyes, las declaraciones etc. Es un mal cultural que lleva dentro, como su núcleo atómico, la sociedad patriarcal, burguesa capitalista.

La sociedad patriarcal "comprende" toda una tradición de "invisibilizar" o despreciar los problemas que atañen a lo femenino: la maternidad, la sexualidad, más la necesidad de ser un individuo independiente de la tutoría del macho. El parto es uno de ellos, junto al conocimiento que ella debería tener de su fisiología (y del conocimiento en general). Pero el problema más importante para ella (y para él) es la forma en que está dispuesta la sociedad en su conjunto, donde la madre sirve a los valores patriarcales, reproduciendo inconscientemente la histórica y eterna subordinación de la mujer a los propósitos del patriarca. Este sentimiento está a la base de la sociedad moderna capitalista, en la forma de la propiedad, en la estructura de la familia moderna (tal y como lo dicen Marx y Engels o W. Reich).

Todo ésto también yace "invisible" para el señor Vivas Santana y para Maduro, por supuesto. Dice Rosa Natalia: "Aquí y en prácticamente todo el mundo, todas, óigase bien, TODAS las parturientas, que deben utilizar el sistema público y privado-convencional de obstetricia, son maltratadas"… No defiende a nadie, no justifica al presidente, devela la manipulación de un mal que es de la sociedad.

Pero estas manipulaciones también le son "invisibles" al manipulador, que se queja porque el Estado no lo dota de sus "anticonvulsivos" (¡Imagínense ustedes que Dostoievski se hubiera limitado a escribir lastimosamente de su epilepsia! ¡Cuán pobre habría sido su obra y su vida!,… O al Che, haciendo la revolución solo por librarse de sus ataques de asma, cuán pobre hubiera sido esa revolución).

He ahí el problema de muchos, creer que todo lo malo que sucede en el mudo es algo personal contra ellos.

Más allá de Maduro, los males de la sociedad nos conciernen a todos. Debemos ser más humildes para juzgar, sobre todo cuando padecemos enfermedades tan escurridizas y que podrían distorsionar la percepción de la realidad, y no hablo de la epilepsia, me refiero a la falta de humildad (¡aunque no creo que sea el caso del señor Vivas…, mucho menos el de Dostoievski, o el de Che)

En la desesperación "el enfermo" apela a cualquier cosa para aliviar el dolor, y eso se entiende. Pero su descontrol incita al descontrol, su confusión confunde, su ceguera le da palos a todo el mundo indiscriminadamente y su resentimiento envenena a los espíritus frágiles.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1494 veces.



Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

Visite el perfil de Marcos Luna para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Marcos Luna

Marcos Luna

Más artículos de este autor