Siempre he pensado que la mayor debilidad de esta revolución es que nadie la toma en serio. Ni siquiera el chavismo se la toma en serio. O dicho con mayor propiedad, la mayoría de quienes se dicen revolucionarios. ¿Por qué no se le percibe como una revolución en su más amplio sentido del vocablo? Porque luce como una mesa que se vale sólo de dos patas para no dar de plano en el piso. O Sea, luce chueca, pues. Está naciendo desde hace 18 años, y aún no se concreta el parto. En ese dilema de ser y no ser transcurre el tiempo y el próximo domingo estaremos votando enfrentados a la derecha que aspira a originarse para continuar con su ataque inclemente contra el gobierno del camarada Nicolás Maduro, y contra el mismísimo legado de Hugo Chávez Frías.
En efecto, el domingo 15 de octubre el chavismo enfrentará un nuevo reto electoral. Mi opinión es que a pesar del plomo en un ala que arrastra el proceso, producto de los errores cometidos por la dirección de la revolución, y a pesar de la visceral arrechera que se le tiene a Maduro por parte de la derecha nacional e internacional, y el deseo del nuevo amo de la Casa Blanca y sus lacayos latinoamericanos, , a pesar de todo eso y mucho más, Hugo Chávez Frías, el eterno Comandante Supremo de la Revolución, ganará, una vez más, un proceso eleccionario en Venezuela. Ganará porque sembró para una cosecha buena y abundante. Ganará porque él abrió la conciencia de millones de venezolanos y venezolanas, y sembró en ella lo más sagrado con que pueda contar un pueblo: el amor a la patria. Con el resultado de su siembra vencerá al odio y a la violencia.
No tengo duda alguna respecto a la victoria chavista. Tal vez no sea abrumadora la ganancia, pero ganancia es ganancia. Aunque para mí la victoria será amplia. Será una demostración contundente de que el chavismo es un partido duro de matar. O sea, de vencer electoralmente. Es un legado del Gigante. Y eso de que no toman en serio a la revolución a la postre podría resultar beneficioso siempre y cuando no se tarden más las grandes decisiones. Pregunto: ¿Es posible hacer una revolución sin joder a nadie? ¿Se puede convivir con el enemigo en la mesa del lado? ¿Se puede desarrollar una revolución con una banca en pleno desacato de las normas y leyes? ¿Podemos confiar en una revolución que no actúe ante los traidores? ¿Es posible consolidar un proceso revolucionario sin tocar los grandes intereses y capitales nacionales e internacionales? ¿Es viable una revolución que se sostiene a puro bla, bla? ¿Hasta cuándo permitir que nos jodan sin nosotros joder a nadie?
Gracias a la siembra de Hugo Chávez, sí podemos vencer el 15-O. A pesar de la negligencia en la conducción del proceso, sí podemos ganar la mayoría de las gobernaciones. El pueblo chavista hará un esfuerzo más por preservar el legado de Chávez. Pero no más retardo de las medidas que ese mismo pueblo espera desde hace rato. Todos saben, en este país, que al pueblo lo tienen apretado por el cuello con la intención de ahogarlo: la banca pública y privada. Los bachaqueros, como parte de la guerra económica, cruel y despiadada. La corrupción. El burocratismo. La ineficiencia. El compadrazgo. El autoritarismo. El engaño. La flojera. La desidia, todo este mierdero junto, mantiene al pueblo jodido. Pero aún con la esperanza que pronto, antes de que sea tarde, se tomen las decisiones correctas. Decisiones verdaderamente revolucionarias, donde el pueblo le vea el queso a la tostada. Basta de burlas por parte de los lacayos. Castigo para los traidores. Para los especuladores. Y para todo aquel que trate de impedir el proceso. No más tolerancia con los camaleones. No más blandenguería. Menos bla, bla y más acción revolucionaria.
Los líderes del proceso tienen sobre sus hombros la alta responsabilidad de hacer que sucedan cosas. Cosas buenas. Cosas que motiven al pueblo. Cosas que satisfagan a la gente, en general. La revolución bolivariana acogió el camino de la democracia y de la paz para llegar a su meta. Sin atajos, sin trampas, sin engaños. Pero la gente considera que 18 años es mucho tiempo, y aún no suceden cosas. Hay un estancamiento que desespera. En efecto, dicen que quien espera desespera y esperando se queda. No permitan la dirigencia que eso sea así. Por eso la esperanza se retroalimentará a partir del 15-O donde esperamos una victoria contundente del chavismo, y que servirá, es mi opinión, para que se retome una acción verdaderamente revolucionaria que apuntale la mesa que hoy día se sostiene en dos patas. No debe haber más tardanza en tomar las medidas correspondiente a un proceso que luce estancado y esperando oxigenación. Se requiere más proactividad y menos reactivos. La soga no da para tanto. En opinión de Stephen R. Covey, "La diferencia entre las personas que toman la iniciativa y las que no lo hacen equivale literalmente a la diferencia entre el día y la noche…". La dirigencia del proceso tiene que despertar y tomar la iniciativa para proteger al legado de las asechanzas.
Agregado:
Salgamos a votar por la paz, por Chávez y por la patria. Esta revolución chucuta es lo único que tenemos, y saldremos a defenderla con nuestro voto. ¡Ni un paso atrás! El futuro nos pertenece. No dejemos que los apátridas avancen ni un milímetro. Mi pronóstico es que el chavismo ganará entre 15 y 18 gobernaciones. Si eso es así será una victoria contundente, gracias a un pueblo arrecho y consciente.