La imbecilidad es útil. Eso explica que personajes como Trump, Rosales y Capriles hayan llegado a tanto. Ahí está lo que dijo Erasmo de Rotterdam. Recomiendo leer y releer su Elogio de la necedad. O de la locura, según cuál traducción te toque de Stultitiæ Laus.
Una de las formas más potentes de la estupidez es el racismo, lo cual explica su formidable utilidad. Fue tan útil que sin él no hubiera habido, por ejemplo, conquista de América. O Tercer Reich. Se discutía si los indios eran gente, todavía algunos bordean y bordan el tema, como Guillermo Morón, hombre de evidente e impecable limpieza de sangre. Finalmente la Iglesia hizo el tesonero hallazgo de antropología mística de que sí tenían alma, para que se convirtieran en su clientela. «Esos indios son míos», predicaron los curas. Pero el alma no les daba para merecer respeto y se les esclavizó con la bendición de la religión de amor. Después trajeron a los negros, cuyo sudor disgusta a Carlos Ocariz, según el WhatsApp que le delataron:
http://www.lechuguinos.com/carlos-ocariz-hackearon-whatsapp/
El planeta está lleno de exónimos peyorativos, es decir, de palabras despectivas para nombrar al extranjero, al otro. Colombiches, caliches, venecos, esquimales, gachupines, gabachos, moros, niches, perros judíos… Estorban en todos los idiomas. Siempre serás el judío de alguien.
En sociedades de clase es muy práctico: si alguien tiene piel oscura ya sabes que o se puede esclavizar o se le puede pagar menos sueldo. O quemarlo vivo por el grotesco delito de parecer chavista. O negarle derechos. Y prescindir de la Gran Misión Vivienda.
«Prohibida la entrada de perros y chinos», dice un letrero puesto en un parque por los colonialistas en la China. Todavía se conserva para que no se olvide
El racismo es como esos aparatos facilitos que cualquiera puede usar. Se presta hasta para chistes inteligentísimos: blanco con bata médico, negro con bata chichero. Cualquiera entendía que todos los problemas de Alemania eran causados por los judíos en contubernio con comunistas y banqueros. Sé que no entiendes, pero es que para comprender estos enigmas hay que ser de una inteligencia superior como la de Ocariz, el mejor alcalde del mundo.