La lógica política de la globalización capitalista salvaje y la dialéctica del
desarrollo histórico no dejan otro camino o alternativa que alinearse
en un solo frente común a todos los países atrasados, subdesarrollados,
del tercer mundo o en ‘vías’ de desarrollo, si no quieren perdurar bajo
la égida perversa de las leyes del mercado mundial capitalista.
Toda
la situación actual del mundo y la vida política de los diversos
países, se encuentra perturbada por la amenaza permanente de grandes y
destructivas hecatombes sociales. Toda acción o guerra del capitalismo
desarrollado actual es imperialista, de pillaje, de dominación casi
absoluta del mundo. Frente a eso, la lucha de los países –pueblos- no alineados tienen que
alinearse en
la lucha común contra el imperialismo, su guerra y su política de
neocolonialismo. No es necesario tener una vista de águila para
percibir que las políticas imperialistas –incluyendo su máxima
expresión: guerra- es una lucha por el mayor
acaparamiento del mercado mundial en provecho de la economía de los más
grandes y poderosos monopolios imperialistas. Ya el desarrollo de las
fuerzas productivas no soporta la coraza envejecida de las relaciones
de producción y las fronteras capitalistas.
Tal cual como está el mundo actual no tiene espacio para políticas de centro o de no alineación: o se está a favor del imperialismo o se está contra el imperialismo.
¿Qué significa la cumbre de los no alienados? Para un buen entendedor
se percibe que no están del lado de los países imperialistas y ya nada
justifica decir que tampoco se está del lado del socialismo falsificado
y degenerado que se derrumbó con la Unión Soviética y el muro de
Berlín. Pero tienen la obligación de decir ¿con quién están alienados: con el capitalismo no imperialista o con el socialismo verdadero o con un mundo que no sea ni lo uno ni lo otro –que por cierto este último ya ha demostrado en demasía ser una utopía-?
Un
resignado o conformista percibe las cosas de una manera muy distinta a
un revolucionario, aunque sean afectados de manera semejante por el
capitalismo salvaje. ¿Cómo podemos apreciar al gobierno de Irán en su
lucha por su soberanía frente a Estados Unidos si al mismo tiempo se
cae a besos, en nombre de Alá, con el gobierno maldito de Irak que
defiende a capa y espada a los invasores y asesina a su propio pueblo
al lado de su frontera? ¿Cómo se puede creer en gobiernos que juran –de
palabra- ser antiimperialistas y guardan un silencio miedoso ante las
atrocidades que comete el imperialismo en el mundo entero? ¿Cómo
creer en esos gobiernos que fueron incapaces de romper relaciones
diplomáticas con el Estado sionista israelita cuando todas las
condiciones exigían un distanciamiento que afectara el dominio unipolar
que mantiene Estados Unidos sobre el mundo? ¿Cómo creer en la
integración o en el antiimperialismo de un gobierno, como el de
Colombia, que hace la guerra a su propio pueblo en nombre del derecho
de Estados Unidos a explotarlo y oprimirlo? ¿Cómo podría creerse en una
actitud antiimperialista del gobierno saudita si mantiene en su
territorio las bases militares del imperio para que desde allí se
realicen todos los ataques a las naciones del Medio Oriente que no
quieran seguir siendo epígono del
imperio? ¿Cómo se puede creer en la búsqueda de justicia y libertad de
un gobierno como el de Chile o Brasil cuando sus fuerzas armadas están
en Haití, no para que a éste se le haga respetar su derecho a la
autodeterminación, sino para garantizar la democracia capitalista y los
derechos de los imperialistas a seguir explotándole sus riquezas
naturales? ¿Cómo se podría creer en la no alienación de países que sólo
le reciben línea política esencialmente al gobierno estadounidense?
¿Cómo podría creerse en políticas antiimperialistas de gobiernos árabes
que son completamente indiferentes ante las desgracias y exterminio que
sufre el pueblo palestino? ¿Qué podrían enseñarnos de antiimperialismo
gobiernos como los de Egipto, Kuwait, Arabia Saudita y otros que se
desviven por el apoyo de Estados Unidos para asegurarse los príncipes
del capitalismo la eternidad en el poder y su riqueza familiar
despojada al pueblo?
Una
cosa son las relaciones diplomáticas entre naciones y otra es la
política común de lucha contra el capitalismo salvaje por un mundo
nuevo posible. Este requiere de objetivos comunes, de sentimientos
semejantes, de acuerdos concretos y efectivos contra los intereses del
imperio y a favor de los pueblos. No alinearse debe tener obligatoriamente su corolario, alienarse a un régimen específico de vida social, porque de lo contrario no hay definición, no existe horizonte, se carece de un objetivo
claro de futuro en el presente.
El
mundo actual no es ni de la palabra ni del verbo, es de la acción.
Ningún acuerdo que no se fundamente en el compromiso real de hacer de
los territorios y de los intereses de los países denominados no alienados
como política inviolable de lucha antiimperialista y por el socialismo,
tendrá significado alguno para evitar las tropelías y las atrocidades
de los imperios contra la humanidad casi entera. Para eso es
imprescindible alienarse en torno al socialismo. Si estoy equivocado
que sea Marx quien me perdone pero no el santo padrón del imperialismo,
que es el dólar.
Cualquier
acuerdo liberador de países que se pronuncien contra la política
antiimperialista tiene que partir necesariamente de que la causa
fundamental de la guerra actual y de todos los grandes males sociales
es la propiedad privada de los medios de producción junto con el Estado
burgués que se basa en ella. Si eso no se toma en cuenta, nada de
liberación se está tomando en consideración para nuestros pueblos.
La
solidaridad que mantienen Cuba, Bolivia y Venezuela, por ahora, debería
ser el ejemplo a seguir por la política de la organización de los
países que se denominan no alineados. ¿Será posible que la acepten y
estén dispuestos a aplicarla? Ni Dios lo sabe.