La MUD logró perder entre 2015 y 2017 unos 2.871.989 de votos. El síndrome de la "soberbia mudista" les hizo creer que esos votos eran suyos, cuando en realidad eran expresión de una firme decisión de castigar a Maduro.
Hoy esos votos que decidieron castigar a Maduro, también decidieron castigar a la MUD, pero no se devolvieron al PSUV. Maduro no logró sacar un voto más, no logró conquistar una nueva alma, pero sí logró dividir, fragmentar y quebrantar a la MUD producto de acuerdos y pactos por debajo de la mesa que satisfacía intereses parciales de actores de la MUD que hoy están atados a los mismos. De esto la mejor expresión es la de AD.
Pero la otra realidad es que ya la MUD no da más, ha muerto como espacio de conducción política, ya que sólo logra representar el 27% del 70% que es la oposición al neototalitarismo.
Todo esto implica la imposibilidad de quedarnos con los brazos cruzados, sería cuando menos irresponsable no comprender el compromiso ante el momento histórico y por ello creo indispensable acelerar cualquier esfuerzo por crear una instancia de articulación táctica de la mayor inclusión posible, que de inmediato debata democráticamente los términos para la creación de un espacio que empuje una nueva conducción política.
Tanto el gobierno como lo que queda de la MUD están incapacitados para poder afrontar el reto que queda por delante de poder brindar una verdadera alternativa ante la crisis que vive el país, pero si nos mantenemos expectantes y no asumimos el rol protagónico que nos corresponde, el final del abismo nos lanzará a una explosión social anarquizada y no dejará para nadie claro qué rumbo podrá tomar el futuro del país.