Betty Parris, hija del Reverendo Parris, acusó sin prueba alguna, tres mujeres, entre ellas la señora Osborne, quizás tan vieja como quien esto escribe e Isaías Rodríguez, con el perdón de tan respetable compatriota. A ninguna de ellas se comprobó nada, pues no hubo prueba alguna, sobre todo por el carácter de la acusación misma. Luego aquello se volvió masivo y una forma de amedrentar y hasta controlar al pueblo de Salem. La gente, temerosa de las brujas y de los cazadores, se encerró en sus casas y lo último que pensó fue dejar de hacerlo no fuese ser en alguna brujería.
Sobre Pedro Carreño, en verdad, nunca había puesto mi atención. Su participación en el debate medular que se da en Venezuela y hasta participación en los asuntos del Estado y cambio de modelo, no ha sido tan notoria y significativa como para llamarnos la atención. Es más, ni siquiera sobre asuntos tan importantes como la concepción de partido, en lo que tampoco se ha preocupado en opinar. Sus juicios generalmente están dirigidos a confrontar a la oposición en asuntos que poco han trascendido. No obstante, hay algo importante que en él reconozco, parece un hombre con un muy alto concepto de la lealtad y de los compromisos morales; pero también de gran entereza y firmeza ante lo que cree. Parece más bien entonces un político muy pragmático pero valiente. Un cruzado con su adarga y toda la vestimenta propia del oficio. Es quizás, supongo, no le conozco, salvo las cosas que me han llevado a emitir los juicios anteriores, un personaje de esos firmes con el compromiso que contrae y con quien se puede contar sin importar las vueltas que da la vida y el mundo todo. También le concibo como un hombre lo suficientemente inteligente a quien no es fácil confundirle y menos que él caiga en confusiones. Pero los humanos erramos; es de humanos errar.
Pero este Pedro Carreño pareciera ser también como demasiado rígido y radical en sus apreciaciones y hasta en la manera de exponerlas. Ya dije, es un cruzado. Si bien habla con soltura, vocabulario abundante, pues parece le respaldan títulos académicos, su lenguaje suele ser como demasiado duro y en veces se excede cuando enjuicia y hasta adjetiva.
Al parecer, en una conversación frente a las cámaras de televisión, con Francisco Solórzano, conocido como Fraso, en la cual este, según el reporte periodístico, se hizo portavoz de un reclamo popular justificado que la ANC debía dar respuestas ante la inflación, Carreño reaccionó como la joven Betty Parris y creyó que el respetable fotógrafo, respetado por Chávez, estaba haciendo llamados al demonio, removiendo con su larga cuchara de madera una enorme olla llena de ratones, grillos y todo lo que los brujos en ella echan para realizar sus hechizos.
-"¡Ojo con eso!", señala la nota que dijo Carreño a quien intentaba entrevistarle; además, según estoy leyendo, agregó el Constituyente, "no se dejen convertir en tontos útiles". Uno lo imagina, lo que no es exagerado, diciendo aquello como quien hace una advertencia sabia o el inquisidor señalando al sospechoso de participar en rituales, como cuando Juan Vicente Gómez dijo a alguien que intercedía por un joven perseguido, "no es culpa de la estaca si el sapo salta y se ensarta".
"Tontos útiles", expresión sacada de un viejo baúl que algún brujo escondió y la encontró Carreño, la usó Lenin y formó parte del viejo vocabulario revolucionario y por ella viajé a finales de la década del cincuenta, más o menos 1959, cuando en una reunión de jóvenes adecos, los mismos que poco meses después fundamos el MIR, a la cual asistía un viejo maestro, entonces miembro del CEN, máximo organismo del partido, al escuchar los discursos que allí pronunciamos, porque estuve allí y también hablé, nos llamó, no "tontos útiles", pero sí "colonias mentales", más o menos lo mismo, para calificarnos como voceros "cautivos" del PCV.
Según Carreño, "endilgarle a la Asamblea Nacional Constituyente responsabilidad directa de la situación generada por la inflación y el desabastecimiento programado, es para que se diga que ella es un fracaso".
No hay duda que lo que dijo es cierto. No hay brujería en eso ni motivos para que los cazadores de brujas se alebresten. Nada de eso hubo entre los montones de inocentes presos por la acusación de la joven Parris. Como tampoco hicieron brujería los centenares de de ciudadanos libres y hasta valiosos pensadores, llevados a la cárcel y el ostracismo, mediante juicios amañados promovidos por aquel cazador de brujas llamado Joseph McCarthy, a quien el excelente dramaturgo y novelista norteamericano Arthur Miller condenó al infierno en "Las Brujas de Salem". Lo que sí es grave, muy grave, es lo que agregó luego, como que "A Isaías Rodríguez lo he escuchado con eso". Es decir, me sonó como aquella advertencia gomecista.
Isaías Rodríguez a quien sólo conozco por su actuación pública y por haberle leído durante años en la prensa nacional, pues ha sido siempre muy buen articulista, ha dado demasiadas pruebas de ser un hombre consecuente y más leal con los principios. El gobierno mismo, días atrás, lo estuvo mostrando a través de los medios como un ejemplo de eso, sobre todo por su honesta, firme, consecuente y valiente actitud, siendo Fiscal General de la República cuando el golpe de abril del 2002. No fue fácil aquella tarea y hasta sí desafiante en medio de aquellas circunstancias borrascosas, cuando los cazadores de brujas habían dado muestras de la saña de la que serían capaces, ante Rodríguez Chacín y Tarek William Saab a quienes trataron como a quienes hubieran sorprendido infraganti haciendo brujerías, agitando su enorme olla y desafiando al cielo.
¿Y qué dicen esos "tontos útiles", mencionado por Carreño, como Isaías Rodríguez y otros tantos, para no meter a nadie en particular que no me haya pedido que lo meta?
Según Carreño, acusan a la ANC de ser "responsable directa de la inflación y el desabastecimiento programado"; lo que en verdad sería algo irresponsable. Pues esos fenómenos son viejos, digámoslo así para entendernos fácil. No he leído a nadie, menos a Rodríguez diciendo semejante desatino. Porque es eso, un desatino y el talentoso abogado y ahora Constituyente no suele ser desatinado. Los otros, que desde la izquierda y hasta votantes del chavismo somos, tampoco hemos dicho semejante disparate. Si hemos dicho que nos vendieron la ANC, los postulantes, postulados y hasta electos, como lo pertinente para enfrentar esos fenómenos. En la campaña electoral y después de electos, más de un ahora Constituyente, muy desatinado, hasta llegó a hablar de congelar los precios. Ojo que esa oferta la he calificado mal y hasta peor que un desatino. También que el gobierno está como atado y poco hace para contener esa avalancha. Leamos las declaraciones de Braulio Álvarez, a quien no creo entre los "tontos útiles" de Carreño, con relación a la esperada Ley sobre los "precios acordados". Ese Constituyente habló del retardo o lentitud con la que se ha manejado el asunto.
Pero Carreño pese todo eso, se excedió o extralimitó, en ese afán de ser imprudente cuando habla y llegó a decir el tremendismo según el cual, que hacer eso, de acusar a la ANC de "responsabilidad directa", es decir puso el pecado o la brujería, como hizo la hija del Reverendo Parris, es una "traición a la patria" y un comportamiento de "tontos útiles que ayudan a los planes de la derecha".
En "Las Brujas de Salem" de Miller, se denuncia al Macartismo por perseguir la opinión. Lo expresado por Carreño parece una amenaza, una como poca delicada invitación a mordernos la lengua. Nadie opine; los de arriba nos las sabemos todas; lo que ves y te parece malo estar, son puras maniobras para engatusar al enemigo. Déjennos pensar por ustedes. No hagan brujerías. ¡Cuidado cómo los cazadores de brujas se desatan!
¿Por qué habrá salido -¿esta es la palabra adecuada?- Isaías Rodríguez de la Directiva de la Constituyente?