Ya han pasado casi tres meses que el gobierno habló de Precios Acordados, incluso el vicepresidente Tarek El Aissami, hizo mención de cuatro productos, de los cuales recuerdo dos con exactitud, carne y café. Cuando ese funcionario hizo ese anuncio por anunciar, más de una o dos semanas atrás el presidente había dicho que al día siguiente saldría una lista de precios acordados que llamó P-50, como quien habla en clave para que nadie sepa o entienda y se mantenga en la luna. Pues si no entienden nada mejor, pues así se les olvida.
En vista que los “Precios Acordados P-50” anunciados por Maduro primero y luego por El Aissami no salían y la gente comenzaba a inquietarse, volvió el gobierno a hacer otro anuncio, esa vez por boca del ministro de Finanzas, el señor Lobo, a quien ahora no se le puede reclamar porque antes que a alguien eso se le ocurriese, se fue calladito para la presidencia del Banco Central de Venezuela, donde hace falta un lobo de verdad, pero no un tipo como Elías Jaua, un diletante.
Los dialogantes con el gobierno para llegar a esos “Precios Acordados”, cual magos o fieras, que a los representantes de aquél se los meten en el bolsillo y cuanto hueco puedan, no sé de qué magia, argucia se valieron o simple dejar correr el tiempo para que dólar to day les ayudase, terminaron metiéndole, no a aquellos, los dialogantes del gobierno, sino al pueblo venezolano, como decimos por oriente “medio palo guarisney”, expresión que por cierto gusta mucho usar a Diosdado Cabello. Con el gobierno parecieron jugar como quien llevando la ventaja de 5 goles a cero, después de terminada la primera mitad del segundo tiempo, empiezan a retener el balón en su campo y cuando mucho en la línea media para que el reloj avance. Dicho así, pensando de la mejor buena fe. Pero uno, en veces, no siempre, se quita la cara de pendejo. Hasta es demasiado repetitivo lo que sucede y en todos los espacios que ya uno comienza a desconfiar.
Por estas cosas, uno pese moleste y hasta corriendo el riesgo nos convirtamos en “traidores a la patria”, expresamos nuestra duda en cuanto a no saber con exactitud si los del gobierno, en ese contubernio, juegan para nosotros o a favor del enemigo. Si están con el consumidor o con los agiotistas de la cadena de distribución de alimentos y toda cuanta vaina uno se vea forzado a comprar.
Horroriza, molesta y hasta produce nauseas pensar que seamos víctimas de eso que dije antes, un contubernio para explotar y hasta aniquilar al venezolano.
Cuando Maduro habló, no hace mucho de los “Precios Acordados”, que entendí por acordar, que fue verdad mi percepción, en la Asamblea Nacional Constituyente, esos productos tenían un precio más o menos cien por ciento menos que ahora. Cuando El Aissami, para tranquilizar o mitigar la angustia nacional volvió hablar del asunto, ya habían dado un salto descomunal; cuando Lobo, quien no parece ser nada de lo que su apellido sugiere, tomó el asunto para él, ya habían dado otro salto como con garrocha y a partir del momento de su anunció, dieron otro más consistente.
Tres o cuatro días atrás, cuando los productores, distribuidores de carne, que nada extraño tengan nada de eso produzcan o no sean ganaderos, informan ellos, no el gobierno, que con este han llegado a un acuerdo, que fija el precio en 41 mil bolívares; tomando en cuenta que en días atrás estaba en sesenta, uno sin ser muy perspicaz, concluye que estamos ante una estafa sin precedente y hasta al parecer acordada y orquestada. No obstante esa información, el producto sigue desaparecido y ahora Fedenaga, casi se desmiente y justifica en los distribuidores. Mientras tanto, el salario se pulveriza y los precios ya se adelantaron al próximo y los próximos aumentos de sueldo. ¡Pobre pueblo nuestro! Ni el Chapulín Colorado lo defiende. Todo es pura muela y discurso explosivo, como aquel que dice ¡En mi casa yo mando como un Coronel!
Parece como demasiado obvio que, los distribuidores o productores de la carne, FEDENAGA, creo así se llama el organismo, hicieron o jugaron, como decimos en oriente, “la guayaqueta” con la gente del gobierno. No decimos otra cosa, lo que en verdad creemos, porque sería dar otra prueba más para que en ese juicio por “traición a la patria”, quienes nos acusen tengas más sustentables argumentos.