El culpable de la candidatura de Érika Farías a la Alcaldía del Libertador es Hugo Chávez. Fue el hijo prodigio de Sabaneta de Barinas quien lucho por la presencia de la mujer en el escenario político de Venezuela. Fue él quien la realzó y la sacó del ostracismo donde se encontraba. Fue él quien le dio el puesto que se merecía la mujer en todos los extractos de la sociedad venezolana. Fue en su época un visceral defensor de la mujer. Por eso la voz de una Delcy Rodríguez, junto a María León, Blanca Eekhout, Tania Díaz, Andreina Tarazón, Carmen Meléndez, entre tantas mujeres valiosas, suena, como el eco de millones y millones de tambores barloventeños sonando en época de las fiestas de San Juan Bautista.
Por eso Caracas vibra, hoy día, por Érika Farías, candidata del PSUV a la Alcaldía del Libertador. Por eso la atacan algunos desesperados. Por ser mujer. Por ser negra, pelo chicharrón. Y, como es lógico, por ser pobre. Por haber nacido en la pata de un cerro y por parecerse a su pueblo. Ella misma es pueblo en carne y hueso. Es una mujer honesta, moldeada al calor de la lucha, y bendecida por Hugo Chávez. Es una mujer preñada de guáramos y de olor a revolución. Cuando la vi pateando los cerros ladeados de La Moran, arengando a la gente con su verbo encendido (pleno de conciencia, como ella) que salía de los ranchos de la Tercera Vuelta del Atlántico, donde mi madre vivió unos años, mientras yo estaba preso en la isla del Burro en la década de los 60; repito, cuando la vi en esa acción de incansable luchadora, resbalando por las laderas, también se me vino a mi mente aquellos cerros del 18 de Octubre, hoy el 23 de Enero, donde viví. Y con los ojos cerrados la vi subir y bajar. Con sol o con lluvia. La vi, con su rostro empapado de sudor, oliendo a puro pueblo, como huele la gente que durmió hasta que Chávez la despertó para nunca jamás dormir. Es el verdadero pueblo de pie. Ese pueblo que nunca ha tenido nada, y que ahora revienta de esperanza y de amor. Recuerdo haberla visto subir, paso adelante, paso atrás, por la empinada calle Párate Bueno, donde había que luchar contra el barro para poder llegar al rancho de tabla y zinc, que adornaba el gigantesco cerro que buscaba tocar al cielo, en la férrea época de Marcos Pérez Jiménez. Época donde mi espíritu de rebelde se forjó, como se forja el acero el acero de Sidor, para el aguante de los tiempos por venir.
A Érika Farías, la percibo como una mujer auténtica. Me parece que ella es como es. Sincera, sin pelitos en la lengua, pero repleta de conciencia. Es la máxima representación de la conciencia en la mujer chavista, revolucionaria, crecida y formada de manos del Comandante Supremo. No dudo que, a pesar de los fantasmas que han salido a su paso, sabrá llegarle a los corazones de la gente pobre, de la gente de a pie y con el corazón lleno de esperanza. Por eso y mucha más, la exgobernadora del estado Cojedes le pasará por encima a todo aquel que ose enfrentarse a ella por la Alcaldía del Municipio Libertador. Ella representa lo más puro y arrecho de los cuadros de la revolución. Ganará por las cuadras que ella quiera. ¡Viva la mujer venezolana! ¡Viva la mujer chavista y revolucionaria! ¡Viva Érika Conciencia! ¡Viva Érika Pueblo!
Agregado:
Mensaje para Érika: la he oído ofreciendo cosas a la gente. Entre estos ofrecimientos está el de regularizar la entrega de las cajas Clap cada 15 días. No ofrezcas nada, como no sea coadyuvar a hacer más revolución cada día. Eso de estar ofreciendo vainas es muy de los políticos de la IV. Sorprende con acción, con hechos y no palabras.
Qué tal si fue el gobierno el que propicio la fuga del viejito Antonio Ledezma. Cansa mantener y cuidar a un cadáver político como Ledezma. Mejor es verlo reuniéndose con la crema de la derecha internacional, aunque se coma el cuento de Almagro, en torno a que lo van a convertir en el "presidente" de la oposición en el exilio. Aunque sea un rumor infundado, no es descabellado. Rajoy sería el primero en reconocer el "gobierno" de Ledezma. Para coger palco…