Sobrepasada la segunda mitad de la década del sesenta del siglo pasado, específicamente más o menos en 1967, mientras viajaba de Caracas a Barcelona, escuché a través de Radio Nacional de Venezuela, un boletín informativo según el cual, sólo una pequeña porción de venezolanos, que no llegaba al 10 por ciento, relacionaba su situación y la del país todo con el gobierno. Para más señas y darle validez a aquello, diré que la información provenía de un órgano competente de la Universidad Central de Venezuela. No recuerdo bien si de la Escuela de Periodismo o Sociología.
Esa sola información es suficiente para forjarse una idea de cuánto hemos cambiado. Empíricamente me atrevería a asegurar que ese cuadro lo ha hecho radicalmente. Y eso tiene que ver con la madurez que hemos alcanzado y el grado de aprendizaje sumado por el nacional de entonces hasta acá, pese el pesimismo y en veces hasta la mala fe prevaleciente al momento de juzgar los procesos o ejecutorias de los distintos gobiernos. No olvidemos que al juzgar al gobierno anterior, siempre, sin ningún recato decimos "no hizo nada".
Digo lo anterior porque uno lee y hasta escucha a alguna gente que pareciera estar todavía en la década del sesenta o cree al venezolano todavía como para agarrarlo a lazo.
Lo anterior se explica porque acabo de leer un artículo de Rafael Ramírez titulado "Paso Firme", en el cual para sorpresa nuestra dice, "He visto con dolor el ataque despiadado de la derecha contra la empresa". Más adelante agrega, "tratar de decir lo que la derecha está diciendo de nuestra querida PDVSA no lo podemos aceptar. Si hay problemas en el orden ético, hay que actuar en marco del Estado de Derecho, pero yo preguntaría: ¿Es sólo en PDVSA? ¿En serio? Es como pensar que existe un sesgo."
Toby Valderrama y Antonio Aponte, quienes si no escriben al alimón, por lo menos se consultan cada artículo para no contradecirse, en vista que muchas veces firman en conjunto. Este es el caso del artículo titulado "La verdadera intención del ataque artero a PDVSA", publicado en aporrea el 14-11-2017. En dicho artículo se sostiene lo siguiente: "…..es un error del fiscal presentar a los presuntos corruptos como convictos y confesos, engendrar una cadena nacional para someterlos al escarnio público. Hacer un show de los delitos (si los hubo) en la petrolera es una insensatez, se le hace un daño a la moral del país, de PDVSA. Allí se necesitaba discreción, de esa manera se daría una señal de eficacia y no se levantarían sospechas de una persecución política". Terminan sugiriendo que al parecer la intención es desprestigiar a "dirigentes históricos".
Lo más curioso en todo esto es que, Ramírez, Valderrama y Antonio Aponte, coinciden que se intenta desprestigiar a PDVSA y a ciertos dirigentes, a quienes los dos últimos llaman "históricos".
Pero también lo es como Ramírez, jugando con las palabras, no acusa al gobierno y particularmente al fiscal de intentar perjudicar a PDVSA y presentar como "convictos y confesos" a personas que solamente son investigadas, como dijeron Valderrama y Aponte, sino "a la derecha". Aunque dice una frase que no parece mal hilvanada, sino puesta allí de manera muy estudiada, según la cual "tratar de decir lo que la derecha está diciendo de nuestra querida PDVSA, no lo podemos aceptar". Además, Ramírez se pregunta "¿Es eso sólo en PDVSA?". Pareciera exigirle a la "derecha" que sea equilibrada y denuncie todo lo que hay y donde sea.
Es sencillo para cualquier lector que eso escrito por Ramírez de "tratar de decir lo que la derecha está diciendo", es repetir lo que antes Valderrama y Aponte dijeron. Es decir, factores del gobierno y quienes no lo son, aunque estén en la izquierda y en discrepancia con este, estarían repitiendo lo que la derecha dice y con ello estarían haciendo "daño a la moral del país" y a PDVSA. En principio, según ellos no hay corruptos en PDVSA, sólo "presuntos" y cuidado si no es con la intención de perjudicar a la empresa y los históricos, pues eso justamente quiere la "derecha".
Ramírez, también supone como Valderrama y Aponte, que hay como un apresuramiento del gobierno y el fiscal, pues mientras ellos reclaman prudencia o mejor "discreción" para poder dar "una imagen de eficacia". Es decir, haber hecho lo que hizo el fiscal, informar que hay evidencias válidas para detener preventivamente y el inicio de un proceso de investigación más detallado contra unas personas, solo "levanta sospechas de persecución política". No obstante, contra el señor Pedro León y otros tantos, hubo tanta "discreción" que le permitieron fugarse del país cuando apenas se iniciaba la investigación con respecto a sus conductas gerenciales. Si en algo ha abusado el gobierno con los venezolanos, ha sido en pecar excesivamente de "discreción", tanta que los ladrones se le van con la cabuya en la pata.
Pero Valderrama y Aponte, creen hallar en la conducta del fiscal y el gobierno atisbos de persecución política por las averiguaciones e informes relacionados con PDVSA, con lo que dañarían la moral de ella. Mientras que Ramírez, acusa a la "derecha", uno no sabe cuál y nos obliga hacer ejercicios mentales complicados, aunque en justicia nos ayuda a resolver el enigma con lo de "tratar de decir"; pues esto pareciera ser con el fiscal, el gobierno y todo aquel que sabe o intuye la enorme corrupción que hay dentro de la petrolera y no es que trata de decirlo, lo dice. Pero también sugiere Ramírez que esa "derecha" no hay que buscarla en el bando opositor, sino también en el gobierno y hasta entre quienes piensen, sólo eso, que hay corruptos en PDVSA desde antaño. Entonces, si usted quiere saber quién es de derecha en Venezuela acuda al axioma de Ramírez. Descubrirá entonces que aquí casi todo el mundo es de derecha. ¿Y dónde queda la revolución bolivariana?
Pero en medio de todo esto, hace su aparición en medio del escenario David Paravisini. Se trata de un experto petrolero de la izquierda quien al parecer, pese ahora es Constituyente, nunca o pocas veces ha estado jugando pegado con quienes manejan el gobierno. Es más, muchas veces lo he percibido como un poco alejado y apegado a sus dudas.
Paravisini no sólo invita a Ramírez a colaborar con el Ministerio público en lo relacionado con las investigaciones que se adelantan con respecto a buena parte de la gerencia de PDVSA, sino que dijo algo contundente:
"Es inevitable pensar que (Rafael Ramírez) tiene alguna responsabilidad desde el punto de vista administrativo, puesto que era el jerarca y Presidente de PDVSA (2004-2014); no era un funcionario cualquiera y, parte de esas acciones de corrupción que se están señalando, tienen su origen en el período que estuvo al frente de la empresa estatal".
Pero Paravisini llega a más. Reclama a Ramírez no haber tomado decisiones para impedir las gestiones desventajosas e ilegales que la directiva de Citgo hacía con empresas norteamericanas, haber permitido la caída brusca de la producción petrolera que hoy se calcula en un millón y medio de barriles diarios y del retraso en la inversión gasífera pese haber dispuesto de 18.000 millones de dólares para eso. Hoy, el precio del barril de petróleo venezolano sobrepasa los cincuenta dólares por barril, que Chávez calificaba de muy buena cifra. La carencia de dólares no se justifica hoy en el precio delhidrocarburo, como suele decir el gobierno, todavía tratando con conmiseración a Ramírez y todo aquel que tenga responsabilidad en eso, sino a la caída del nivel de producción, resultado de una muy mala estrategia empresarial.
Entonces, como dijimos arriba, Paravisini dijo lo que dijo y no creo que "trata de decir", como dijo Ramírez, lo que dice la derecha. Como tampoco creo prudente pensar que el experto petrolero ahora constituyente forme parte de esa "derecha" que intenta descalificar a PDVSA.
Volviendo al inicio, diré que el venezolano de hoy no es tan pendejo como aquel de 1967. Aquí, como decimos los cumaneses, casi "todo el mundo sabe por dónde le entra el agua al coco". Por eso, la clase dirigente, sea del gobierno, oposición o personajes como aquí hemos nombrado, debe aprender a elaborar bien sus discursos, ponerlos en sintonía con sus palabras, los hechos y la conducta, pues de cualquier rincón salta una liebre.