En este despelote político institucional los revolucionarios debemos dar la pelea aquí, y eso lo digo por Rafael Ramírez, que está en la cueva del lobo; no importa que se exponga en el Show de Tarek, el poeta justiciero, inclusive si el miserable ordena que le pongan esposas. La ley de la revolución está por encima de cualquier otra Ley (por más burguesa que sea), que Ramírez no olvide esto. Que piense en Chávez en la cárcel y en la defensa de Fidel; la historia los absolvió. Quien no la debe no la teme, y el único juez es la historia… y la revolución socialista.
La revolución es un amor grande por la humanidad, no el de aquellos amorcitos ridículos que colgaban de la espalda de Mayakosky, el de estos poetas del infierno capitalista, que se placen de la miseria humana para sentirse seres superiores (la única forma de que sean superiores). Un poeta, un maestro y una santa, el "Crepúsculo de los Ídolos", la hipocresía de una santidad que huele a muerte por todos lados.
En este despelote hay que poner algún orden, y el primero debe ser moral: en qué creemos, por qué luchamos y por quién, y actuar en consecuencia. A los revolucionarios nos corresponde el valor de la verdad, vivir y actuar cerca de ella, a donde quiera que andemos. El famoso "Cambalache" de Santos Dicépolo se ha adueñado de la conciencia de los venezolanos, luego que se enseñoreara en la de los líderes políticos. Sin embargo, que se adueñara de la de los "hijos" "ilegítimos" de Chávez parece casi que una reacción química ante un experimento hecho con descuido: queriendo purificar o sublimar, en el descuido la cagamos…, o la cagaron ellos, nosotros hacemos lo posible por mantenernos centrados en la revolución, en las ideas y sus principios: "Hoy resulta que es lo mismo; ser derecho que traidor; Ignorante sabio o chorro; generoso o estafador; Todo es igual; nada es mejor; lo mismo un burro; que un gran profesor"…
La verdad dicta ahora la norma moral, hablar con la verdad, humillar a la mentira y al disimulo donde quiera que estos "hermanos gemelos" se encuentren. En un gobierno plagado de pinochos –en todos los sentidos, en el de mentirosos, en el de títeres y de muñequitos-, en una oposición que no sabe otra cosa que arrastrarse, al costo que sea, detrás de todo aquel que tenga muchos dólares, hay que retomar el camino de la responsabilidad y de la dignidad revolucionaria, legado por Chávez ¿No es posible que nadie de la cara por Chávez ahora? ¿Qué los revolucionarios se dejen vencer por el juicio y la inmoralidad burguesas, por sus prejuicios y valores pacatos? ¡Venga Ramírez, y de la pelea! sin miedo, con la cabeza erguida y mirando a los enemigos de lo alto, hacia abajo.
El miedo y la mentira se han apoderado de nuestra población; los prejuicios pequeñoburgueses, no se trata de otra cosa: prejuicios fundados en un alma soñadora, que dirige la mirada siempre "hacia lo alto"…
Pero ¿qué tan alto deseamos llegar en la vida? ¿Morir en cama de ricos o alcanzar la inmortalidad? Para lo rimero solo se necesita andar agachados y arrastrase por un puñado de lentejas (o dólares, es igual), para lo segundo elevarse a la altitud de las grandes ideas y las grandes obras. Las ideas y la obras elevadas obligan sacrificios pero garantizan una vida digna, ejemplar, ser modelo para generaciones venideras ¡Qué otra cosa puede aspirar el hombre moral!
Cada vez sentimos más respeto por la memoria de Chávez: Chávez ilumina a través de la bruma de tanta basura moral. La verdad se fue avergonzada del hombre, lo abandonó de ser tan medroso y débil.
¡Viva Chávez! ¡Viva Fidel! ¡Viva la revolución socialista!