Debemos ir uno o dos pasos delante del caos.
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Es deber perdonar la imbecilidad; no la arrogancia, sobre todo cuando se fusionan. La oposición lleva 18 años sufriendo derrotas perfectas, incesantes, irrecuperables, pero al mismo tiempo machacando con arrogancia incansable que son «la gente decente y pensante de este país». Decencia no sé —lo dejo a la labia de los hechos—, pero me permito dudar de su mollera. Sus errores son deslumbrantes. Sus disparates alucinantes. El último es no participar en las municipales y denunciar que perdieron por fffRRRaude. O sea, pierdo porque no juego y denuncio que me ganaron con trampa. No doy pruebas, no insistas. Yo no entiende.
En 162 días tuvimos tres elecciones históricas, y en un flip-flap tras otro confunden a su electorado: Ora sal a quemar gente viva, ora sal a votar en paz, ora no votes porque habrá fffRRRaude, etc. Gregory Bateson, el antropólogo, sociólogo, sicólogo, filósofo, lingüista y cibernético estadounidense, o sea, un genio, formuló su famoso «doble vínculo» (double bind), según el cual dos estímulos contradictorios y simultáneos inducen locura. Ahí tienes al loco Hamlet —«ser o no ser».
Temo que este double bind opositor no es accidental sino una treta del Imperio: inducir incertidumbre perpetua, que ríete de Heisenberg —la oposición tiene su cuántica, no creas. Trump decreta a Jerusalén capital de Israel y me digo: no puede ser que nadie le advierta que solo va a agudizar el conflicto palestino-israelí, pero igual me pregunto: ¿Es que el anaranjado Trump no quiere agudizar ese enfrentamiento? Si es loco es como Hamlet, «hay método en su locura».
Es decir, mantener el mundo a cola alta, en histeria, vértigo, mareo, arrebato, agitación, al borde de un ataque de nervios, diría Almodóvar. Pescar en río revuelto. Hasta la naturaleza colabora con huracanes y terremotos mil, aunque en Venezuela sabemos qué hacer cuando la naturaleza se opone…
Nos han aplicado el manual completo del caos. Solo faltan los bombardeos humanitarios. Y el resultado está a la vista: en Venezuela no funciona ese recetario. Pero son versátiles en el error, diría Jorge Luis Borges, y persisten en errores disciplinados, como los llamaría Michel Foucault. Mejor así.