Nicolás Maduro Moros es un luchador nato. Es un vergatario, diría el Comandante Chávez. El presidente nació en el barrio, creció en el barrio y se hizo político en el barrio. O sea, en la calle, pues. Pateando de un lado al otro, cerro arriba, cerro abajo, huyéndole a los esbirros de los regímenes de Rómulo Betancourt y luego de Raúl Leoni. Desde muchacho comenzó a batirse como un león. Hay evidencias. Muchas evidencias. Muchos testigos que aún viven. Es el primer presidente chavista, y, además, el primer presidente obrero. Es un líder que se siente orgulloso de haber sido chófer de autobús. Por eso la derecha lo subestimó cuando Chávez lo designo su sustituto. Por eso los escuálidos lo subestimaron al llegar a la presidencia. Pero aún hoy, después de cuatro años de gobierno, lo siguen menospreciando. Sin embargo, Maduro, les sigue dando palo por doquier. Los tiene locos. Ellos no se explican como un humilde chófer de autobús se ha enfrentado, en todos los terrenos, a copetudos, pelucones, lechuguinos y petimetres bien estudiados, inclusive en reconocidas universidades extranjeras. El su mundo no pueden entender eso. Jamás lo entenderán.
Diosdado Cabello es militar. Nació en el pueblo de El Furrial en el estado Monagas. Compañero inseparable del Gigante Hugo Chávez. Camarada pleno en sus huesos del legado del Comandante. Hombre de palabra directa. Sin adornos, sin cortapisas. He dicho que es los más auténticos de los dirigentes del chavismo. Es el papaupa del partido más organizado de Venezuela y de mucho país del mundo. Es aguerrido como el que más. Y uno de los más fieles al ideario de su mentor Hugo Chávez. Es junto a Nicolás Maduro, son los más connotados líderes del proceso que nos legó Hugo Chávez. Es odiado por más de uno. Pero amado por un bojote. Inclusive dentro del PSUV se le tiene tirria. La derecha y el imperialismo le temen. Y dieran lo que fuera por verlo desaparecido o que nunca llegara a Miraflores. ¡Zape gato!
Estamos cerca un evento electoral muy importante para Venezuela y para el proceso revolucionario. Por eso al Vicepresidente Ejecutivo, Tareck El Aissami, se le "ocurrió" una tremendura, y lanzó a Maduro como el candidato del chavismo para las presidenciales del 2018. Luego otro dirigente apoyó el asunto. Pero Diosdado Cabello ha guardado silencio en torno a este pronunciamiento. El líder del PSUV tiene 54 años. Con seis años más tendrá 60. Joven aún para sentarse en la silla de Miraflores. Este hombre de recia estirpe pareciera estar dispuesto a esperar. Su lealtad a Maduro no tiene fisura ni tamaño. Al menos eso es lo que demuestra a cada momento cuando se refiere al Jefe de Estado venezolano. Le creo ciento por ciento. Además, el hijo prodigo del Furrial demuestra a cada instante ser un campeón de la unidad, pues cree que solo la unidad dentro del campo izquierdista puede preservar el legado de Hugo Chávez. Diosdado ha "perdido" sin pelear ante su camarada Nicolás Maduro, pero ha ganado la admiración y lealtad de la militancia del PSUV. En el transcurso de seis años es mucha el agua que correrá por debajo del puente. Y él es un pilar fundamental del proceso legado por el Comandante Chávez, legado que hay preservar por sobre todas las cosas. Las presidenciales una fija: Nicolás Maduro. A ese no le gana ni la llorona. Menos los bates quebrados que metiéndolos en una licuadora, no sale uno que le dé por los tobillos. ¡Anótenlo!
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Les pido a mis lectores, chavistas y no chavistas que no se equivoquen conmigo. Estoy hecho de acero puro. No cedo ni que esté sometido a más de 1500 grados centígrados de calor. Moriré de pie, como un roble. Siendo lo mismo que he sido: un rebelde insoportable para unos y para otros. Me siento feliz de que a mis 80 años mis principios los mantengo en una sola línea, y que mi facultad de decir lo que siento no se ha menguado en nada. No obedezco más que a mi conciencia. Aprovecho para desearles a todos mis lectores, sin excepción, unas felices Pascuas y un Próspero Año Nuevo. Los quiero a todos.