A continuación un remedo de poema recoge la forma en que el fiscal general de la república tuvo que haber respondido a la persona que lo ofendió a través de un tuiter respecto a su actuación frente al caso de los 120 0 130 niños y niñas que viajarían a Perú a reunirse con sus padres.
Basura diabólica me dices/Amigo de la lejanía, serpentino viviente de la guerra y de la muerte/Pero eso no me importa/La vida es más importante/Y aunque consideres que mi lucha es inútil/Dos mitades de cara volarán como el tuiter por el paisaje abstracto/Por efecto de un coñazo a lo Leonard, el grande del boxeo/que a ritmo de bolopunch hizo morder la lona al rival.
No creo que atiendas a mi reto de plantarte ante mí y bien dispuesto a batirnos a coñazo cuerpo a cuerpo, porque cobarde eres que valiéndote del tuiter amenazas y desdices de todo un pueblo que espera de mi mucho aliento para seguir viviendo que es mucho cuento en un país, en donde gente como tú, con un teléfono quieren acabar el mundo, sin mostrar la cara que es por donde te quiero dar un guamazo en donde yo pueda decir, recoge tu gallo muerto.
No imagino que frente a mi/Con mi manga de camisa arrebiatada/Te atrevas a llamarme basura/Porque entonces mi puño de fiscal se posará en tu sucia boca, hasta ver caer los dientes que mastican un odio eterno en contra de mis acciones a favor del niño o niña en un mundo donde la esclavitud y la pedofilia no cesan.
Anda acepta mi reto/No es cuestión de insultar por tuiter/Sino es cuestión de enfrentar la realidad/Ven a Venezuela y a mano limpia tú en tu acera y yo en la mía lanzaremos coñazos a diestra y siniestra y te convencerás que lanzar las manos y encontrar humanidad resarce el daño moral que acostumbras hacer en tus tuiter a quienes odias.
Después no digas, como muchos que el odio no es mi mejor ejemplo, pero ganaste de mano, el tuyo provoca el mío/ pero por Dios dirimamos diferencias, no te eximas de golpear mi rostro, porque yo estaré listo para combinar mi one-two sobre el tuyo con gancho de izquierda al hígado, upper corto a tu mentón, hasta que tu espíritu etéreo con sonidos del pajarito del tuiter, los oigas diez veces, nockeado ya.