Estando en navidad, al venezolano se le destapa la tripa. Siempre ha sido así. No es que lo estemos inventando ahora cuando la tripa es la misma, tiene igual conducta y ya está, por hábito o reflejo condicionado, asociado a las gaitas de televisión, porque lo que es aguinaldos y fuegos artificiales no se escuchan en la calle, esa donde transcurre la gente, predispuesta por inercia a recibir lo de antes, aunque ya sabe que naiboa. Ignora, la tripa, cómo han cambiado las vainas. Es decir, si siente la escasez y la calidad, pero desconoce los detalles, las causas y se confunde con los causantes. No sé si es por la guerra económica, la feroz lucha del gobierno contra esta, la corrupción y el rentismo en el cual está como gallo en el centro de la gallera con un espuelaso en el oído que, según los entendidos en todo el ámbito de la gallera, es casi mortal, tanto que va de un lado a otro, síntoma de pérdida del equilibrio y hasta la sensatez, el ambiente no parece navideño sino tiene mucho de fúnebre. ¿Será por lo del gallo? La tripa no lo sabe. Pero uno sí por el calendario, pese ese oscuro y dramático cuadro, nada tiene que ver con el de felicidad del cual hablan desde Miraflores. Estamos en navidad, tanto que hoy es 20 de diciembre y los viejos nos aprestamos a hacer una cola que puede llevarnos todo el día, esperando cobrar la pensión del IVSS, si hay cuerpo nuestro que lo resista y cuando nos toque el turno algo quede.
La caña, tema al cual se dedicó Mario Silva anoche, de hecho es "incomprable". Pero eso no es de ahorita, como opina el conductor de "La Hojilla" en su generoso gesto de tapar las goteras, tanto que dice "eso sucede con lo cotidiano", expresión que usa para referirse a lo relacionado con la navidad. Viene de mucho tiempo atrás y es con todo, hasta el casabe y Silva bien lo sabe. Casi me lo dijo anoche. O mejor le entendí clarito en su estado de frustración cuando habló de cuadrillas de jóvenes fiscalizando en cuanto negocio se les atraviese; como si hablase de algo nuevo y con lo que corrupción y falta de constancia no pudieran. Sólo que le cuesta, como él mismo dice "partir por la calle del medio" y admitir que al gobierno lo tomaron como al loco a quien los muchachos encerraban en una rueda, de él se mofaban y montaban una guachafita o de mojiganga, como decimos los cumaneses. Sucede que hasta eso que los orientales llamamos "lava gallos", que se usaba para eso y saciar el deseo de quienes habían tirado la toalla en la lucha por la vida en un sociedad cualquiera, distintos a aquellos que llaman "bebedores sociales", donde están hasta quienes no lo son, no puede ser adquirida ni por quienes forman la clase media, antes acostumbrados a de 12 años para arriba. Pero, no vamos a insistir en ese tema, porque como manifestó el mismo Mario Silva, no queremos que el lector piense "estemos promoviendo el alcoholismo, pero tampoco queremos ser pacatos". Pero si es bueno que quienes están preocupados con demasiada razón por el asunto económico, perciban como el conductor de la "Hojilla", dejó en evidencia que el gobierno está como contra las cuerdas e incapacitado para sacar los guantes, aunque sea para alejar al adversario y ganar espacio para volver al centro del ensogado, pues sin quererlo y hasta mediante palabras de Pascualina Curzio y Luis Britto, nos fortaleció esa sensación, para no decir seguridad, lo que sería molestoso. Averigüen cuánto de responsabilidad tiene en todo eso el gobierno, hasta por el dejar hacer. Sabiendo lo "pacato" que puede haber de por medio, tomo prestada la palabra de Silva, me atrevo a pensar no habría nada de extraño que la revisión de ciertos indicadores, como los impositivos, puedan servir para formarse una idea completa del asunto. ¿Por qué el gobierno no reacciona? No es que diga, se queje, lo que pudiera ser exagerado y hasta simulado, porque como dijo Silva, nada va a decir por el asunto mismo, sino que haga para que no especulen al venezolano. Y sobre todo no logren, quienes Silva culpa unilateralmente, y nosotros sabemos bien si tienen velones en el entierro, sus fines inmediatos, hacernos la navidad triste por demás, mientras el gobierno en lugar de jugar está sentado en las tribunas. Pero ya es tarde. Eso está consumado.
Pero dije que no íbamos a tocar en particular ese tema y creo ya dijimos demasiado. Volvamos al salario mínimo y la comida, lo primario. Tanto es esto así que para eso voy a apoyarme, como antes tantas veces al hablar de lo mismo, en Berthold Brecht, cuando dijo "lo primero es el comer", García Lorca más discreto, "denme un libro y medio pan" y El Quijote, "Sancho, para tener el dominio de las armas, primero hay que tener el dominio de las tripas".
En esta navidad, cuando uno tiene pues la tripa "pegada del espinazo", como decimos en oriente, esperando llenarla como antes que, como dije, es un simple reflejo del pasado y el saber la fecha, el pesebre se nos ha puesto alto como nunca antes. A uno le podían faltar muchas cosas, como para arreglar el carro, reparar la casa, ropa que estrenar, pero el pernil de cochino o un pedazo de él y las hallacas ni de vaina. No importaba no hubiera pasas ni aceitunas. Por cierto, hablando de pernil, anoche Mario Silva me respondió una pregunta que minutos antes había hecho a mi compañera. En efecto, con discreción para no incomodarla, expresé:
-¡Cónfiro! ¿Qué pasó con los perniles que ofreció Maduro?
Dije aquello no porque a nosotros no nos hubiese llegado, pues nunca nos llega el Clap y menos pernil, ni creo nos llegará nunca, pues siendo nosotros dos maestros jubilados, los mohosos del gobierno pudieran tenernos clasificados entre las clases altas y pudientes*, tampoco pierdo el tiempo esperándolo porque Bernal perdió mi confianza, le percibo evasivo, taimado, pero si sé que en Caracas, en algunos sitios llega y personas por nosotros conocidas, que son de eso beneficiadas, no les ha llegado el pernil.
Pocos minutos después, como decimos nosotros, cual si me hubiese escuchado, Mario Silva tocó el tema y dijo- me hizo sentir en el regazo de mi madre - los barcos que debían traer el pernil pudieran estar en la guerra económica porque no llegan. Claro, debo advertir, dejó sentado que repetía a Bernal.
El salario mínimo o la pensión del seguro, apenas puede alcanzarme para kilo y medio de cochino y quizás un poco de eso que los orientales llamamos aliños, entre las cuales estarían las cebollas, cual pepitas de oro. No incluyo el aceite porque el cochino me ayuda a no usarlo y está demasiado caro y escaso. Sin más calamidades, porque hay demasiadas, para no hacer más dramático y si más fácil el asunto, monto aquello en la olla respectiva, una de esas que sirven para muchas cosas, desde hacer un "sancocho" hasta freír ese cochino. Le pongo un poco de agua y le agrego una pizca de sal. Al final, como el salario, el kilo y medio de cochino se me transformará, cuando más, en medio kilo frito que apenas pudiera alcanzar para una sola comida de dos personas y los reales no nos dan para más, mientras las bocas abundan. ¿Y la tristeza? Esa crece como la ola de un tsunami.
Deberían ser tres comidas por 30, los días del mes. Es decir 90 veces sentarse a la mesa y el salario mínimo apenas da para una de cochino solamente. Y este drama no es nuevo, como parece creer Mario Silva, o por lo menos se esmera en presentárnoslo así. Se meten con lo "cotidiano" dijo. Si, es con lo cotidiano, como decir con todo, pero el proceder es viejo y viene desde lejos. ¿Y el gobierno donde está?
¡Feliz navidad! Eso sí, cuando manejes no bebas y menos cuando Lorenzo Mendoza, a quien Silva señala como único culpable, que si tiene vela en el entierro, hace lo que quiere, mientras el gobierno quien debe cuidarme, desentendido, rumbea celebrando navidad. ¡Con todo y todo!
*No sé si somos pudientes o pudrientes, pues hasta el cacharro no usamos, porque nuestro "alto poder adquisitivo" no nos da ni para comprar unos neumáticos usados.