Simón Bolívar, el Libertador. ¡Mi gloria! ¿Por qué me la arrebatan? (IX)

En Simón Bolívar, el Libertador, ya para diciembre de 1.827 se presentaba con frecuencia estados confusionales, delirios, cefaleas muy severas que ya indicaban un compromiso meníngeo y del sistema nervioso central. Para entonces algunos médicos mencionaron la "fiebre cerebral" y el Libertador se refería a estos episodios como "mis delirios". Luego del atentado de septiembre 25 de 1.828, su situación se agravó posiblemente por la exposición durante varias horas al frío en la noche del atentado cuando se refugió debajo del puente del Carmen y la presión emocional tan severa que tuvo. Es muy probable que haya vivido una experiencia de lo que hoy se conoce como síndrome de estrés postraumático, seguido de un estado depresivo crónico hasta el final de sus días. La tuberculosis siguió progresando, el daño pulmonar empeoró, tenía severos accesos de tos con expectoración hemoptóica, fiebre casi continua, debilitamiento y manifestaciones fluctuantes del cuadro de compromiso cerebral y meníngeo. Todo esto fue más severo a partir de 1.829 y de su último viaje a Quito. El regreso a Bogotá en enero de 1.830 fue un esfuerzo demasiado grande para el enfermo y la descripción de su aspecto relatada por varios historiadores es dramática. Nada mejor para apreciarla que los cuadros hechos por el pintor Espinosa en el período de enero a mayo de ese año, que muestran la decadencia física del ilustre enfermo. Todos estos dañinos síntomas persistieron, los cambios mentales fueron más aparentes, se quejaba de fallas de memoria, estaba irritable y a veces colérico o melancólico, se sintió incapaz de seguir gobernando, de tomar decisiones y de prever su futuro. Antes de su partida de Bogotá hacia el voluntario exilio se acentúo la depresión y en oportunidades repetía "¡Mi gloria¡ ¿Por qué me la arrebatan?" En los 3 meses finales de su vida se acentuaron estas manifestaciones, en especial durante todo el viaje de Bogotá a Cartagena y finalmente a Santa Marta. Hubo fluctuaciones de su estado mental, delirios y estados confusionales, con deterioro de su memoria y las cefaleas eran persistentes.

Los últimos l7 días de su vida quedaron muy bien reseñados por su médico de cabecera y la autopsia que le practicó el Dr. Reverend confirmó el diagnóstico de tuberculosis pulmonar y del compromiso meníngeo. No es fácil establecer correlaciones de las fluctuaciones de estos síntomas con los hallazgos de la autopsia, bien pueden relacionarse a la meningitis y a una posible hidrocefalia con un síndrome de hipertensión endocraneana intermitente. En este contexto, es sorprendente que en el día 10 de diciembre presentara tal lucidez mental y pudiera dictar su testamento, su última proclama y las disposiciones finales, y después caer en el delirio y la confusión mental, además hay que considerar que en los últimos días de la enfermedad debió presentarse un trastorno metabólico importante: deshidratación, anemia, desnutrición, marasmo y falla renal, agregándole a la meningitis una encefalopatía metabólica. En conclusión, con las limitaciones de la autopsia y con las observaciones clínico patológicas disponibles no queda duda que el Libertador muriera de tuberculosis pulmonar ("tisis") con compromiso del sistema nervioso central. Esto ocurrió cincuenta y dos años antes del descubrimiento del Mycobacterium tuberculosis por Robert Koch.

Para comprender mejor el estado del conocimiento acerca de esta entidad en 1.830 y su desarrollo posterior hasta nuestros días, veamos esta breve reseña histórica. El médico escocés Robert Whytt hizo la primera descripción de la meningitis tuberculosa a finales del siglo XVIII, en una monografía en la que describió la hidrocefalia aguda de los niños (1.768), que se llamó enfermedad de Whytt. Más tarde el cirujano inglés Percival Pott describió la espondilitis tuberculosa (1.778), el llamado Mal de Pott. En 1.850 la tuberculosis pulmonar y sus complicaciones eran la causa de aproximadamente el 25% de todas las muertes en Inglaterra y en los Estados Unidos. En el Siglo XIX aparecieron las descripciones de la patología de esta enfermedad, así: en Francia en 1.830 Paparoni y en 1.835 Fabre y Constant establecieron la autonomía de la meningitis tuberculosa entre las meningitis simples y las hidropesías cerebrales, y describieron la aracnoiditis tuberculosa. Rillet y Barthez en 1.842 describieron las diferentes formas anatomoclínicas y Bouchut en 1.866 y 1.876 describió los tubérculos coroideos, más tarde se estudió el LCR por la punción lumbar que fue desarrollada por el alemán Quincke en 1.891.

Estimado lector, muy agradecido a aporrea.org por haber servido de medio de divulgación para llegar a usted con esta serie de escritos, que espero le hayan persuadido, totalmente, de la tremenda pena tuvo que soportar nuestro paisano, Simón Bolívar, para con su infinito amor dejarnos una patria. (Le deseo un venturoso año nuevo 2018)

 Diciembre de 2017



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José M. Ameliach N.


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