Ante mi incapacidad agregar en este momento algo novedoso a los análisis que se han hecho sobre
tantos y tan distintos acontecimientos en pleno desarrollo, aprovecho este espacio para expresar
mi admiración por el empeño puesto por el presidente Nicolás Maduro para mantener la paz y
dialogar con la dirigencia política y empresarial de la oposición.
Dirigencia proveniente de los sectores privado y público, enriquecida durante el siglo pasado
orbitando alrededor de empresas transnacionales verdaderas beneficiarias de la riqueza petrolera,
teóricamente administrada por el Estado en nombre de todos los venezolanos.
Élite pitiyanqui que ve la realidad a través de lentes graduados por medios publicitarios y de
comunicación, activados por el capital-sionismo dominante para apuntalar el entramado cultural
que posibilita y soporta la extrema concentración de capital, poder y privilegios alcanzada en el
capitalismo mundializado
Élite enceguecida por ansias de poder y de riqueza que no ha logrado acabar con la V
República pese a estarlo intentando desde el mismo momento en que el comandante Hugo Chávez
asomó su intención de reorientar el descontento popular, producto de años de injusticias, hacia la
participación protagónica del Pueblo en la construcción del socialismo bolivariano.
Élite conformada por políticos que no saben nada de política dispuestos a vender a
Venezuela a cambio de migajas de poder y dinero. Instrumento de toda clase de maniobras para
acabar con el chavismo hasta llegar al extremo lamentable de intentar transformar a delincuentes
con experiencia y a jóvenes alienados de sectores populares en una especie de súper héroes de
comiquitas con la vana ilusión de lograr el apoyo de un Pueblo que en 18 años no han podido
conquistar.
Élite política asociada con capos de los sectores bancario, comercial y empresarial -ejército
económico local al servicio de los perros de la guerra- enriquecidos como nunca en estos años, pero
tan fracasados como los primeros en sus intentos de doblegar al Pueblo o de alzarlo contra el
Gobierno.
En síntesis, reitero mi admiración por el esfuerzo que hacen Maduro y su Equipo por
entenderse con grupos políticos y empresariales apátridas que, al no haber podido cumplir hasta
ahora con los objetivos fijados por sus promotores y financistas, auspician vergonzosa e
irresponsablemente la agudización de la guerra contra nuestro país, su país.
Pero todo tiene un límite. Ellos no conocen bien al Pueblo y lo desprecian. Pero el Pueblo
civil y de uniforme, autoridad o del común, si los conoce a ellos y no está dispuesto a ceder el poder
y los derechos conquistados.