Hay quienes la historia le otorga oportunidades, creo que Rafael Ramírez es uno de ellos. Lo imagino regresando al país, con un manifiesto en la mano: su defensa revolucionaria. El Sebin lo estará esperando y decomisará el documento. Pero, él ya lo hubo publicado en la prensa y sus compañeros lo harán llegar a los medios de difusión por otros caminos. Ante la presencia del fiscal, Ramírez es esposado, la prensa es dispersada y rápidamente lo sientan en una camioneta blindada y la caravana se retira del aeropuerto con un impresionante despliegue de teatralidad policial.
Para Rafael Ramírez la cárcel es el menor de los problemas, el más grave es quedar ante la historia como un pequeñoburgués prejuicioso. Peor que perder su reputación pequeñoburguesa es perder su reputación revolucionaria. Este es el momento, esta clase de oportunidades pasa una vez en la historia. Lenin estuvo preso largo tiempo, y acusado de traidor ante toda Rusia por gente muy parecida a la que ahora acusa de corrupto a Ramírez, y no por eso dejó de luchar convencido de tener la razón con un gran sentido de la oportunidad política para la conquista del poder.
La oportunidad para él es presentarse físicamente en el país, sin miedo y con la frente en alto, cuando no se debe nada a la justicia de la revolución, a los chavistas y al país. Las únicas leyes capaces de juzgar a un revolucionario son las de la revolución y no las leyes burguesas, por lo tanto su defensa debe invertir el caso, de acusado en acusador, tal y como lo haría en su momento Fidel en su defensa conocida como “la historia me absolverá”.
El fiscal acusa a Ramírez de amparar la corrupción en PDVSA, confundiendo la defensa que hace el ex ministro de la industria y de la empresa con una defensa a la corrupción y a los corruptos. No solo acusa, sino sentencia públicamente a Ramírez y a Mommer, de cómplices, de facilitadores del robo, de desviar fondos de la empresa a bancos de Andorra o de ser cómplice, presumiendo que como él era entonces el Ministro tuvo que estar enterado de esas operaciones, y por simple lógica también Chávez. Sin embargo la misma lógica no la usa para presumir que Maduro fue cómplice de Eulogio del Pino y de Nelson Martínez.
El fiscal es señalado de ser un mal administrador cuando fue gobernador, perdiendo así el apoyo del mismo Chávez. Pero éste defiende su gestión desperdiciada como gobernador y mucho más como un aparente revolucionario arguyendo cosas como la construcción de un estadio o de un puente, más bien con la alharaca propia de un adeco en campaña…, pero es que el fiscal puede decir casi todo lo que le da gana, porque no existe nadie que lo desmienta en prensa, en un juicio público, en una rueda de prensa, y muestre que es un títere de maduro y su entorno, como lo explica Ramírez; porque todo el gobierno, señalado de ineficiente y de irresponsable a su vez por el ex ministro, está de su lado y cuenta con las mismas ventajas que el fiscal, de acusar sin ser desmentido y rebatido.
Es obvio que hay una maquinación en contra de Rafael Ramírez y él no tiene nada que perder al irse de frente en contra de ella, golpearla y golpear sus mentiras, tan frágiles como la reputación y las argumentaciones del fiscal y de Maduro. A distancia el abogada Tarek se ve como digno, pero seguro que en presencia de Ramírez no se verá así, es posible que hasta pierda la compostura y lo rete para “partirle la cara”, o convoque una rueda de prensa desde su madriguera para seguir con la conspiración.
Como se ve, no nos simpatiza el fiscal, sus argumentos son falaces (lógicamente falaces), sus investigaciones y acusaciones son puestas en escenas; más escándalos publicitarios que verdades, es a la vista un hombre desleal a la revolución y un oportunista, busca momentos de servirse y no de servir, las oportunidades no lo buscan a él, tiene que pactar, adular, mentir, envilecerse para hallarlas.
Este es el momento de Rafael Ramírez de quedar bien ante la historia. Lenin, Trotsky, Fidel estuvieron presos, corrieron riesgos para optar por cambiar el mundo. No es suficiente escribir, hay que actuar de otra manera, arriesgar el físico, intentar regresar al país para dar la pelea en cuerpo y alma; muchos lo apoyaríamos. Es bueno que alguien, después de Chávez el 4 de febrero, asuma responsabilidades sobre lo que hace y ha hecho, y esta es la ocasión de oro del ministro Ramírez de hablar con razones políticas, de pelear con las armas de la política y no de una justicia podrida que actúa a favor de los que quieren ver privatizada la industria petrolera y presos por corruptos a todos los socialistas verdaderos; que venga y diga del por qué la solución es la revolución y el socialismo y no el pragmatismo continuista, las privatizaciones, el remate a pedacitos del país, solo para sostener en el poder a unos cuantos arribistas ambiciosos.
Señor Ramírez, gana Maduro y después de las elecciones privatizan (primero) el Metro de Caracas, luego CORPOLEC, PDVSA (o continúan con PDVSA), las empresas de Guayana; corrida la arruga todas las promesas se desvanecerán, hasta otra crisis y otra nueva licencia para los capitalistas; necesitamos que alguien retome la conducta moral de la revolución y de Chávez, detenga las ambiciones personales, la desbandada de los ladrones y de los verdaderos traidores, que es insostenible; están haciendo caída y mesa limpia con el país.
Marcos Luna 11/02/2018