La transnacional, más economicista

Cierto que el pequeño industrial, el pulpero, tienen más abierto el apetito del enriquecimiento y lucha por satisfacerlo con la mayor brevedad posible. Vende hasta las moronas del papelón, los granos recogidos del suelo, las verduras y tubérculos entierrados y sobrepesados de bacterias y demás suciedades, las mercancías vencidas hasta la última hora prevista, etc. etc.

Pero, son las transnacionales las que más invierten en controles de desperdicios, más llevan a los libros las más minuciosas dosis de insumos; saben sacarle más provecho a sus maquinarias, darles mantenimiento oportuno, adquirir las de punta sin pararse en el monto de sus inversiones[1], en fin, minimizan máximamente sus costos de producción, al céntimo, al gramo, al cc, al segundo y hasta con mayores acuracidades.

La razón resulta una perogrullada. Sus agigantados capitales les permiten hacerlo por causa de los riesgos que tienen a perder clientelas y mucho dinero por entregas inoportunas, por defectos abiertos u ocultos de fábrica, por materias primas diferentes a las ofrecidas, todas esas posibles fallas las hacen presa fácil de cuanto abogado sobran para sacarles sus buenos dólares o (modernamente), Petros, ya que tienen con qué cubrir hasta las más escandalosa sumas de indemnizaciones.

Disponen de excelentes comedores y servicios medicoasistenciales para sus plantillas de "obreros" y "empleados" porque en ello les va menor tiempo perdido por reposos indeseables.

Suelen disponer de los más excelsos contables, las mejores firmas auditoras. La mayoría de los gobiernos de los países burgueses y no burgueses tienen en mientes la instalación de una de ellas por sus merecidos prestigios y la irrefutable calidad de sus mercancías.

A este aval que les es muy suyo saben sacarle ganancias y terminan imponiendo condiciones unilaterales las más de las veces al país huésped.

Recordemos el viejo refrán anglosajón: Hay que cuidar las chivas porque los fuertes se cuidan solos. (versión llanerovenezolana y gomera).


[1] Financian proyectos suntuarios tecnocientíficos con lo cual diversifican su capital ya que se trataría de nuevas empresas bajo su estricto control, que les sirven para sí y como mercancías para terceros.



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Manuel C. Martínez


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