El presidente, aunque no lo mostrase, estaba desconsolado. Ante una nube de periodistas, la mayoría de ellos ansiosos que soltase algo que les sirviese para la primera plana de sus agencias noticiosas, lo que a diario le exigen, dijo algo así, cual si fuese Silvio Rodríguez, "Mi unicornio azul se me perdió".
Todos quedaron en principio, por dos o tres segundos consternados, sorprendidos, se miraron unos a otros, la mirada fue de rostro en rostro, nadie dió señal de entender aquello. ¿Qué se hizo? ¿Dónde se perdió? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién sabía que el presidente tenía un unicornio azul?
Luego, con tristeza "Yo no tengo más que un unicornio azul".
Una periodista, por qué esas son cosas de mujeres, preguntó a quien a su lado estaba, ¿por qué en medio de tantas calamidades el presidente se muestra ante nosotros preocupado por haber perdido su mascota?
Quien aquella pregunta fue dirigida, corresponsal de un diario madrileño, inmediatamente respondió, mientras tomaba sus notas, "aquí hay gato encerrado" y agregó "pudiera ser un mensaje cifrado a los grupos terroristas árabes". Y más o menos eso anotó en su móvil y, no sé si inmediatamente, lo envió o tuvo la paciencia de esperar para saber de qué cosa se trataba. De ellos se espera cualquier cosa, pues entienden por noticia todo aquello que alarme y desprestigie a cualquiera y si es a quienes se inventan de enemigo mejor.
- "Voy a informarles algo muy grave, me han "robado el mes de abril".
Esta vez, Joaquín Sabina sustituyó a Silvio Rodríguez y los periodistas no sabían ya si era una mascota, de verdad un unicornio azul, que no es sino un animal mitológico y más si es azul, perdió la agenda, parte del calendario o que de antemano, según las encuestas todas, empezando por la de Luis Vicente León, las elecciones que serán en abril.
El periodista que había tomado notas en su celular volvió sobre él e hizo unas maniobras, no sé si para borrar lo que antes había anotado o informar al diario no publicaran lo de los terroristas porque parecía otra cosa, que les gustaría más, por lo menos eso esperaba y deseaba con la misma ansiedad de su patrón, mientras la joven que le había preguntado, se limitó a mirarlo.
-"Se han robado ahora mismo un millón de cajas clap". Esta vez el presidente levantó la mirada, la paseó por cada rostro, mientras la mano izquierda abierta y extendida colocaba sobre el pectoral del mismo lado y, como es habitual en él, produjo aquel murmullo gutural que se escucha "unjú".
Ahora todos entendían lo del "unicornio azul". Su primera arma, su original instrumento de combate contra la guerra económica, las cajas del clap, habían sido secuestradas por los infiltrados que, bien deben estarlo cuando hasta a Bernal dejaron con los "ojos claros y sin vista". El periodista madrileño hizo un gesto como de decepción, no era la bomba que esperaba, según su perspectiva global. Hubiera preferido que dijera "me robaron los petros que encriptados tenía".
Nadie se atrevía a preguntar nada, quizás hasta por condolerse con el presidente, a quien le quitaron la única o casi única arma que tenía para enfrentar esta guerra. Por eso, ante el silencio sepulcral, lo que no es en verdad así, porque si en algún sitio se habla hasta por los codos es en un velorio, es más, creo que el velorio lo inventaron para hablar, hasta lo mejor del difunto, el presidente agregó a su información:
-"Yo, bueno no precisamente yo, porque cuando digo yo digo somos, ustedes bien lo saben, Bernal "lo dejó pastando y desapareció".
Un periodista de la red oficial, colocado en la fila de atrás, aprovechando la ubicación, se atrevió a comentar aunque en voz baja, "creo que Houdini, Fumanchú y Copperfield están metidos en las intimidades del gobierno.
-"¿Cómo es posible?, preguntó otro del mismo bando, "¿que a un sabueso como Bernal, que hasta comisario del SEBIN es, le hayan echado esa vaina?" Luego agregó, "Le robaron el un millón de cajas y no se dio cuenta, nadie la avisó nada y sólo se enteró, según él, cuando inventariaba para saber cómo aguantar hasta abril". Otro dijo como con conmiseración, "de verdad que le jodieron abril".
En verdad, es un rudo golpe al calendario. ¿Cómo hacer hasta abril y con quién contar después?
Todo el mundo sabe, desde tiempos remotos, que la cadena del clap hace magias. Como que de una caja sacan cuatro. Abastecen a bachaqueros que venden sus productos en cualquier parte y hasta los ofertan por las redes y Bernal no se entera. Camiones van de aquí para allá. ¡Pero eso, de un millón de cajas de un solo guamazo desapareciendo, únicamente lo hacen magos como los ya mencionados! Sería bueno examinar la lista de inscritos en el PSUV, la del carnet de la patria, en la de los clap y hasta de funcionarios del gobierno, sobre todo en la parte de arriba, entre los cercanos a Bernal, no vaya ser cosa que Houdini, Fumanchú o Copperfield, aparezcan allí. ¿No será que por haberle nombrado además de Protector del Táchira Bernal se le cayó la guardia?
Imagino al presidente y pensando en un excelente ciudadano y amigo que teme a Maduro, como Chávez, tal como lo han demostrado los hechos, lo rodee mucha gente de cuidado, decir para sus adentros, para que no le escuche nadie ¿con quién cuenta uno?
Al fin, un periodista de un medio de esos que no están en el medio sino en la punta, sobre todo cuando se trata de sesgar la noticia y practicar el palangrismo, se atrevió a preguntar, sabiendo que el presidente siente un enorme atractivo por ellos:
-Presidente ¿tiene usted o la policía alguna pista?
Maduro le miró esta vez con ternura, pensó un rato y el "unjú" lo dejó salir esta vez antes de hablar y no después como acostumbra, luego le mostró un CD y le dijo:
-Aquí está la pista. Pero puedo adelantarte que:
"Cualquier información bien la voy a pagar.
Las flores que dejó
no me han querido hablar".
Otra vez, "el Unicornio Azul" de Silvio Rodríguez sirvió a Maduro para dibujar su soledad.