Sin necesidad de responder a encuestas de percepción, la gente habla de Chávez y lo añora ¡Cómo hace falta Chávez! He escuchado esto en las últimas semanas repetidamente de diferentes personas y en diferentes espacios, sobre todo cuando toca pagar dolorosamente los precios especulativos de los alimentos, medicinas y otros bienes materiales para la vida digna. Hoy con apenas dos cuadras de separación el tomate varió de precio entre Bs 120.000 y Bs 20.000, lo que hizo reaccionar a una señora que compro en el primer punto con una cuantas palabras calcáreas, y un ¡no joda, aquí hace falta Chávez! Estas percepciones captadas sin instrumentos de recolección de datos han sido avaladas por estudios de opinión en las cuales el Comandante supera con amplia ventaja a todos los liderazgos nacionales que participan en las elecciones y los que convocan a la abstención. Su imagen está intacta frente a sus seguidores de otros tiempos, aunque también, otras cifras parecen indicar que su legado todavía se asocia más a él que a los líderes que hacen la gestión pública actual, utilizando su nombre.
Estas percepciones públicas evidencian que es posible fortalecer con su imagen (la del Comandante Chávez) un proyecto de Patria para los tiempos por venir, que supere las grandes contingencias de los últimos años y que, por alguna razón son subestimadas en el ambiente de gobierno. Toda inflación es inducida, ese calificativo no la hace mejor si es inducida por una guerra económica. Para derrotar la inflación hay que derrotar las jugadas de la guerra económica con la corrupción incluida. Imposible pensar que con esta misma agricultura de capa caída, insuficiente y con un conjunto de intermediadores despiadados, que además parecieran favorecidas por las redes de las corruptelas, vamos a convencer al electorado que la cosas van a cambiar. Tampoco podrán convencer las pésimas gestiones municipales de nuestros alcaldes y alcaldesas, de la gran mayoría de municipios bajo el control de la izquierda revolucionaria. Inexplicablemente la municipalidad está en quiebra y los proyectos de comunas siguen en deuda con la propuesta del Estado Comunal.
De allí que las otras estadísticas, las que tienen que ver con el proceso electoral, se tornen tan difíciles de interpretar. En primer lugar porque las empresas que hacen los estudios parecen tener mucha afinidad política con los solicitantes, premiando con cifras en unos casos al candidato Maduro y en otros a Falcón. En segundo lugar, las cifras son tan dispares, que hasta los ingenuos en estadística les asignan poco valor predictivo, pero sí, un alto valor de confusión al electorado. Son cifras turbias o enturbiadas.
Lo que se percibe (con cabeza fresca) es que Maduro candidato tiene algo de protección de la imagen indestructible de Chávez que le ha permitido conservar de todo el chavismo el apoyo de un 75 % del total. Esa es una cifra respetable. El restante 25% son una especie de NI-Ni de la izquierda. También le ayuda el éxodo hacia otros países de al menos 1,5 millones de opositores. Eso no significa que Maduro es inalcanzable. En tendencia, en la medida que aumente la cantidad de personas que aspiran votar, es posible que ese respaldo se diluya y la débil figura inicial de Falcón suba y se aproxime a la cifra que inicialmente alta se le asignaba a Maduro. Ojo, la masa no está pa´bollos.
Lo otro, es que parece que la MUD, hoy en proceso de "auto- sepultura", a la final va a tratar de mostrar que su desgaste fue una estrategia tipo "sunami"; un retiro de la escena que generó asombro en la población, y que en los días finales de campaña electoral servirán para armar una gran ola que ayudará a arrasar electoralmente nuestro proyecto de Otra Patria Posible. En la MUD ya saben que la invasión militar es inviable y el camino era como se planteó en las reuniones de República Dominicana.
En estos momentos de turbidez ¡cómo hace falta Chávez! La gente espera un discurso que enmiende la plana, que reconozca errores y se comprometa a corregirlos, que hable de la realidad, y no de las etéreas musas del oro, del petróleo y del Petro. Esa realidad es la tangible, se palpa en la calle, en el metro, en la parada de buses, en la cola del gas, en las colas de los centros de abastecimiento que realizan ventas condicionadas de combos de productos Polar con la harina precocida como anzuelo. Esa realidad es inocultable, hay que aceptarla y re-encontrarse con esta, en las soluciones.
¿Estamos a tiempo?