La tragedia del pueblo sirio es cosa grave. En su angustia hegemónica, eso de maximizar siempre la ganancia, el capital cierra filas en contra del resto del mundo, y ahí están atravesados los países petroleros, en especial los del medio oriente. Nada que denunciar, es una guerra franca contra cualquier amenaza a la ganancia, a la hegemonía, a los privilegios. El grande siempre comiéndose al más pequeño; historia natural. Se vuelve a repetir el mismo guión de esta historia con diferentes actores y en otro escenario.
Podría pasarle a Venezuela, claro, pero si desde este lado no hubieran tantos aliados y complicados con el capitalismo. Si algo tiene él (el capitalismo) es que sabe reducir costos y gastos innecesarios, por eso, invadir a Venezuela es un derroche de todo, dinero, esfuerzo, vidas que no merece la pena. Para nosotros nos vale un ataque a la moneda, como lo denuncia Pascualina Curcio, corromper a los líderes (léase comprarlos con dólares), corromper a la población, que tiene la disposición para eso: cuando se llevan las necesidades al extremo de lo básico, lo básico se recibe y lo básico nos dan, cualquier cosa es buena, mientras se pueda llenar la barriga, y por ahí no nos importa que nos encadenen, que nos pateen, que nos mientan.
Lamentablemente dentro del gobierno de Maduro no toman en serio ésto, solo miran sin ver, o ven sin mirar, lo que ocurre en Siria. La versión venezolana de la invasión a Siria es el desgaste moral y económico, de países como el nuestro que se encuentran atrapados entre dos aguas, a saber, las indecisiones e ineptitud de sus líderes (el ser o no ser, que atormenta a Maduro) y el capitalismo. En una visión estrictamente política, el gobierno de Maduro no es ni chicha ni limonada, no posee ninguna estrategia política, mucho menos económica. Por eso es ridículo pensar que EEUU de América va a jugar a perder con una invasión militar.
Trump pensó viajar a la Cumbre de las América con 200.000 militares, cuando todavía Maduro decía algo de estudiar la posibilidad de ir a la Cumbre. Pero, lo pensó mejor, y se quedó sentado al pié de la montaña. No es como dice Adán Chávez, siempre exaltado de dignidad patriótica, que hubo allí una derrota imperial. No, si Maduro iba lo arrestaban ¡y ya!, se terminó. Más fácil y económico que el misil disparado a la tienda de Gadafi, que a su vez fue más fácil y económico que invadir la misma Libia, Irak o Siria. Se trata de economía.
Chávez es otra cosa distinta a Maduro, es otro espíritu. Maduro no inspira respeto, lamentablemente, es muy inconsistente, moralmente agrietado por todas partes, y el imperio lo sabe. Tal es así que hasta Santos, ese contrahecho moral, se permite ser altanero con el gobierno venezolano, dejó a un lado al cachaco ladino, al jalabolas astuto, y de frente le dice a Maduro que no lo quiere, que se vaya.
Todos los mandaderos del imperio saben que nuestro gobierno no es el gobierno de Chávez, que es una caterva desorientada volteando hacia los lados para que les den señas; sus acomodados no saben qué hacer ni para dónde ir. Al abandonar el socialismo como estrategia, no les quedó otra que recibir consejos de los más oportunistas y pícaros, y éstos sacan provecho material de ello sin ningún interés por el país, por el “socialismo en lo social”, por la Venezuela Potencia, por el desarrollo de las fuerzas productivas y demás fruslerías lingüísticas. El único interés es al 100% de ganancias.
La Cumbre de las Américas siempre ha sido y será un instrumento imperial, otra rueda de negocios con máscara política, su política es una sola: la economía de libre mercado. Eso lo sabía Chávez que frenó la imposición del ALCA y quiso cambiar Mercosur hacia una organización más de cooperación que de competencia. Pero este Maduro tozudo, dándose cabezazos como una cabra, para que lo acepten como un Chávez renovado de liberalismo, mostrando sus credenciales de país que quiere ser capitalista, es mal visto; no lo respetan, se le ríen en la cara, lo botan del Mercosur, lo bambolean de cumbre en cumbre, lo ridiculizan, pero porque no lo respetan. A Chávez lo tuvieron que matar, a Maduro no lo dejan entrar. ¡Mucho cuento!!!
Siria no puede ser una excusa para desmovilizar a la población en la lucha contra el capitalismo, es todo lo contrario. Tampoco Siria puede ser una oportunidad para hacer demagogia política, para imponer unas elecciones agotadas. Siria en una cosa seria del capitalismo mundial, de los imperios y el sostén de sus hegemonías a través de la guerra cara, violenta, la guerra guerra, básica, directa, de primera generación, donde la gente muere a montones, y Venezuela no puede con eso, solo se deja morir, con la esperanza de porder salir de aquí algún día.
La “guerra económica”, la nuestra, la “económica” por ser la más barata, ya la perdimos hace rato. Ahora lo que queda es que cambie el gobierno y venga, como analiza Pascualina Curcio, una fuerte dictadura, mucha represión que posibilite el despojo final.
Marcos Luna 16/04/2018
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