De simulacro en simulacro, la expectativa ante un buen ensayo es que se aminoren los equívocos y se acrecienten los éxitos, al momento de producirse los hechos, sin simuladores de ningún tipo.
Por ejemplo, las posibilidades de triunfo en un combate -ya sea en una disciplina deportiva de enfrentamiento cuerpo a cuerpo o en luchas entre infanterías de ejércitos opuestos- va a de depender, en buena medida, de los simulacros realizados, así como de la calidad de los mismos, de su evaluación y correctivo.
El poder electoral venezolano, representado por el CNE, ha aceptado, como parte de la calidad de comicios -ya sea para escoger una reina de carnaval, la directiva de un sindicato, un consejo legislativo o quien deba ocupar la Presidencia de la República-, la realización de simulacros que sirvan como especies de «auditorías» que afinan la confianza en el proceso en despliegue.
Es así como el pasado domingo 6 de mayo, se realizó un simulacro del proceso electoral en el que, venezolanas y venezolanos, participaremos por derecho constitucional, el venidero domingo 20 de este mismo mes.
El simulacro, así visto, es un festivo ensayo de participación que nos permite observar la transparencia o no, en su organización y despliegue, de las elecciones convocadas para escoger a nuestras voceras o voceros en distintos cargos de elección popular.
El simulacro electoral, contemplado por las normativas del CNE, que realizamos el pasado domingo, también fue una oportunidad de medir fuerzas organizativas y de despliegue entre partidarios de cada organización proponentes de sus candidatos a la Presidencia de la República o a las legislaturas regionales y municipales.
Ahora, lo que llama poderosamente la atención, en la presente coyuntura electoral, es que, mientras un significativo número de electoras y electores ha propuesto diversas candidaturas en pro de la paz y para contribuir a una mejor ciudadanía, exista una minoría alentada por enemigos de la Patria y fuerzas imperialistas, que pretenden sabotear esta expresión democrática, creando caos e inestabilidad, al tiempo que alientan una invasión contra el pueblo venezolano.
Es desde esos sectores guerrerista, y desestabilizadores, desde donde se propone otro tipo de simulacros. Por ejemplo, el lunes 7 de mayo, al día siguiente de haberse realizado el simulacro electoral convocado por el CNE, es la ultraderecha desestabilizadora, golpista e imperialista, la que mueve a sus fichas en el sector transporte para que realicen un simulacro de paro laboral, con miras a clasificar para su contribución en el derrocamiento del Presidente Constitucional, Nicolás Maduro, la destrucción de nuestra Democracia Participativa y Protagónica, así como el freno en el avance de la Revolución Bolivariana y Chavista, como esperanza auténtica del pueblo venezolano y de los pueblos de toda Nuestroamérica.
Dos simulacros diametralmente opuestos, como opuestas son las clases sociales en pugnas tras cada uno de ellos. El simulacro electoral del pasado domingo 6 de mayo es el ensayo para la paz, la victoria del pueblo sobre la guerra económica y la esperanza de independencia, libertad y Patria socialista.
Por otra parte, el simulacro de paro para el que se ha prestado el sector transportista, el lunes 7 de mayo, es el ensayo para la miseria, el terror, la destrucción y la entrega de nuestra Patria en manos del coloniaje y el imperialismo.
Del simulacro electoral al simulacro de paro media una distancia desestabilizadora y terrorista que no podemos permitir. Estamos en la hora de la Defensa Integral de la Patria, defensa de nuestra Democracia participativa y protagonista.