Hasta la dialéctica más instintiva nos enseña que todo proceso tiene sus avances y retrocesos, que no todo es de color de rosa en el camino al Cielo. En tal sentido, los yerros de lo que se ha dado en llamar *proceso revolucionario bonito* debe ser seriamente mirados y analizados.
También, y partiendo de la misma premisa, debemos buscarle una explicación lógica al pronto rechazo pertinaz exhibida con alta frecuencia por todos los rincones informáticos y mediáticos por el chavista de izquierda, el de la izquierda verdadera, ahora arrollado en este difuso torbellino o mezcolanza de afiliaciones políticas encontradas y hasta de dudosa credibilidad revolucionaria que configuran la tribuna apologética de la presente república.
Sabemos que mucha gente del siglo XIX se identificó como *liberal*, porque los demás dijeron ser *conservadores*, y muchos comunistas, mepistas, miristas y etceteristas venezolanos de la pasada república dijeron ser tales porque ya otros habían dicho que eran adecos y copeyanos. De manera que allí parecen no estar todos los que son, ni son todos los que están. Esto es irrebatible.
No tenemos la menor duda, y juris tamtun, de que en esas agrupaciones políticas priva el corrupto disfrazado de revolucionario contemporáneo, mal ciudadano e inmoral, de esos que conchuparon durante las dilapidadoras, sanguinarias y represivas décadas adecopeyanas, algunos de toga y birrete; ya el proceso los filtrará, los decantará. Son los delincuentes políticamente organizados. Pero sabemos que allí están también muchos honestos conciudadanos que presionados por la esperanza de una Venezuela mejor vieron en el actual Presidente de la república una alternativa viable a la inmoralidad desatada en nuestro país a finales del siglo pasado, y que temían que las eclosiones sociales ya asomadas durante los últimos regímenes adecopeyanos podían seguir cargándose de emergía revolucionaria, cruenta y fea. Fue así cómo arribamos al siguiente y transaccional estado de cosas.
Pero, al lado de inocultables e innegables aportes revolucionarios, los yerros han aparecido, las desviaciones conservaduristas, las entregas neoimperialistas (caso de las Empresas Mixtas, la eliminación de la explotación directa de la Orimulsión, por parte de Pdvsa), la presencia de una Fedecámaras ayer tildada de golpista y asesina y hoy recibida con flores en Miraflores; una reforma agraria que ha permitido la validación de títulos de propiedad a quienes no los tenían, y pasaron así de arcanos invasores a honorables latifundistas y propietarios legalizados de las mejores tierras; el irrespeto a la normativa legal por parte de algunas transnacionales (CANTV), el descuido de nuestro medio; la continuidad y hasta reforzamiento de los mismos vicios burocráticos en materia de desatención pública; una inseguridad nacional desbordada, la hiperdevaluación de una de la monedas más fuertes del planeta, el reciclaje de la inflación, la multiplicación de impuestos al bolsillo de los trabajadores (casos: IVA e Impuesto al Débito Bancario); la minimización de los salarios mínimos en claro favor y beneficio del empresariado parasitario nacional y extranjero; la disposición arbitraria y dilapidadora de nuestros impuestos, envueltos en la figura financiera de excedentes monetarios, de excedentes petroleros; la impunidad galopante de capos, corruptos y delincuentes de toda índole; permanencia de una Policía que sigue dejando mucho qué desear; desórdenes e irregularidades aduanales y en Extranjería; impunidad para connotados y galoneados castrenses que se despachan y dan su vuelto sin aparente castigo alguno, en fin toda un larga lista de desviaciones e incongruencias que ha hecho pensar a muchos chavistas, a muchos ex seguidores del Presidente Chávez, que algo anda mal, y a tales efectos se vienen dando a la tarea de divulgar sus alertas, sus observaciones, todo en una casi ingenua actitud de nobleza patriótica y venezolanista curiosamente poco entendida por los mismos chavistas, y, por supuesto, no compartida por la Oposición derechista. Esta sabe que un proceso revolucionario que se ha ido cargando de tantas desviaciones les está reabriendo el camino a su retorno.
Entonces, ante tantas e inocultables evidencias, hemos pensado que sólo la Represión de largo plazo podría explicar la conducta complaciente, cegata, borrega, sumisa y alcahueta, valores y defectos humanos estos supuestamente reñidos con la moral revolucionaria , asumida por muchos revolucionarios de vieja data, por gente que ha dado demostraciones anteriores de buena conducta ciudadana, de alta moral política, que no compartió la conchupancia adecopeyana, entre otras honrosas cualidades que le son muy suyas.
Estamos hablando del terror y la represión que sembraron los partidos del Puntofijismo durante sus últimos primeros y últimos lustros de su mandato. Para todos estos chavistas y revolucionarios, la represión a largo plazo es el temor sentido hacia la posibilidad de que esa mala gente vuelva, temor subconsciente de perder el poco gobierno que ahora disponen, la poca libertad de la que están gozando (libertad con hambre no es libertad).
Por todo eso concluimos en que sólo la psicosis provocada por la represión pasada ha cegado y ensordecido a tanta gente revolucionaria y de alta calidad humana que siempre conocimos. Es parecido, mutatis mutandis, a lo que les ocurre a muchos *escuálidos*: estos creen que esta *revolución bonita* les quitará sus bienes, porque ellos están psicosiados por el prejuicio anticomunista que sembraron en el mundo los *imperios aliados* desde la terminación de segunda Guerra mundial.