Ahí tenemos de nuevo al presidente de la paz, Nicolás Maduro, con la mano tendida al país; si hay opositores reacios a sentarse a dialogar con el Gobierno bolivariano, no es menos cierto que, ocurra lo que ocurra, tenemos un mandatario revolucionario dispuesto a buscar soluciones a la crisis hasta por encima de su vida misma.
Hay que dialogar, hay que ir a un Gobierno de unidad nacional, nosotros los venezolanos tenemos que encontrarnos, y espero que no se caiga en el infantilismo y se confunda el buen gesto del presidente Maduro con debilidad; no hay debilidad, lo que hay es un compromiso con todo un pueblo que espera lo mejor del Gobierno, y de toda su dirigencia política sin distingo de colores ni ideologías.
Maduro comenzó contra viento y marea a exhortar a la oposición en pleno al diálogo; no se cansa nuestro Primer Mandatario Nacional de trabajar en función de encontrar el bienestar de la gente. En tal sentido consideró necesario ejecutar un conjunto de medidas para los adversarios que hayan incurrido en errores y problemas que puedan ser beneficiados.
Y en mi caso comparto la posición de nuestro máximo líder de la revolución bolivariana; el problema es que los llamados de Nicolás Maduro se desvanecen en el silencio atronador de la oposición, básicamente de esa oposición terrorista, apátrida, delincuencial, la que le pide al criminal Donald Trump que nos sanciones, nos invada y nos bombardee.
Debo confesar que las elecciones presidenciales me llenaron de optimismo; pensé que definitivamente se configuraría una oposición que le daría la cara al país, que cogobernaría por y para el pueblo y aunque es de destacar la actitud del candidato Javier Bertucci, quien se ha mostrado a favor de esta iniciativa, tengo que decir que Henri Falcón resultó ser una caricatura de político. Tanto que a veces pareciera una fotocopia de Manuel Rosales, más falso que escalera de anime.
Creo que la definición que de él hizo el periodista José Vicente Rangel no tiene desperdicio: "Si algo demostró Henri Falcón es que carece de una visión estratégica de la política. Acierta, a veces, en lo micro, pero no en lo macro. Lo demostró cuando, ante la derrota, reaccionó con increíble torpeza. Con una declaración descalificando el proceso electoral en que participaba y sin que el CNE hubiera difundido resultados, dándole así la razón a quienes lo habían agredido desde el sector que se abstuvo. Sin duda que Falcón perdió la oportunidad de convertirse en un líder serio de la oposición, adoptando una posición responsable con sus electores y con el país. En otras palabras, un interlocutor confiable".
Advierte además el periodista Rangel: "No hay que llamarse a engaño ni dejarse confundir. A la oposición que existe en Venezuela, antidemocrática y primitiva, no le interesa para nada que haya o no elecciones. Esa oposición, conformada por los restos de aquellos factores que en el pasado dominaron el escenario de la política durante más de 40 años, asumió la institución del sufragio porque ésta le permitió controlar el país con una alternancia engañosa. Pero una vez que fue desalojada del poder, a partir de la derrota que le propinó Hugo Chávez en los comicios del año 1.998, optó por una valoración distinta. Relativizó la importancia del voto. Lo utilizó para enmascarar sus verdaderos propósitos, que en la nueva etapa política e institucional que comenzaba a vivir Venezuela –la Quinta República–, consistió en emplear el sufragio como el mecanismo que le permitía encubrir sus reales objetivos: el atajo golpista, la violencia sistemática en las calles y las acciones terroristas. Todo ello combinado con una bien planificada actividad en el extranjero destinada a socavar las instituciones hasta su desplome final".
Una realidad planteada por Rangel que conocemos porque en Venezuela desde entonces vivimos un golpe de estado permanente, sin embargo, el presidente Maduro me hace seguir siendo optimista, y aunque me indigna la liberación de los asesinos y terroristas, apuesto a la paz y a la reconciliación, no hay otra alternativa, salvo que optemos por matarnos entre nosotros mismos, además, me resisto a creer que dentro de la oposición venezolana no haya gente capaz de erigirse en una oposición sensata que le duela el país, su gente, y sea capaz de poner de lado a esos adversarios terroristas que estimulan la invasión gringa y una guerra civil.
Quizás peco de ingenuo, pero en Venezuela tienen que haber más opositores honestos, escrupulosos, equilibrados, que apátridas y criminales. Y a esos que sienten la Patria es que va el llamado de Maduro. No podemos continuar en estas condiciones, no podemos seguir en esa angustia diaria de buscar la comida y las medicinas que el pueblo debe tener a la mano.
Respeto a los que tomaron la decisión de abandonar el país, pero a los que se quedaron, vamos a luchar por el bienestar de nuestra Venezuela…Vale la pena por nuestros hijos, por nuestros nietos…Apoyemos en su llamado a diálogo a nuestro Presidente de la paz…Ya no más odio, ya no más violencia e intolerancia…Primero nuestra patria.