En verdad, no hay que ser pesimista. El pesimismo es malo y según quienes saben algo o mucho de las “ciencias ocultas”, atrae tanto la pava como imán poderoso al metal. Pero lo que sí parece no tener compón, ya ha dado demasiadas pruebas, es Nicolás Maduro. Otra vez dejó a los venezolanos, empezando por Julio Escalona, esperando hiciese algo necesario y audaz. ¿Acaso no estamos en tiempos de revolución y en esto, los del gobierno, son como demasiado rísperos? Tanto que el país, según una prédica muy extendida, se divide en dos lotes, “los revolucionarios”, quienes están en el gobierno y los contras, que es el resto que queda, que cada día como se hace más grande, lo que ya no se sería lo queda. Porque el gabinete y los demás cargos, no son más que una flota Yutong, donde no cabemos todos. ¿Y además, esos autobuses ya no forman un cementerio enorme que ni puestos le quedan? Menos mal que el resto está más dividió todavía.
Pero para ser justos, no hay que achacarle toda la culpa a Maduro, que si la tiene y bastante. Pereciera que desde el principio, cuando llegó allí, cuando menos lo esperaba, lo hizo atado a unos compromisos como ineludibles que le mantienen en el punto de partida. No puede coger ni para allá ni para acá porque los empujones en contrario lo anulan. Y él no hace nada por abrir los espacios.
Lo del cambio de gabinete, otra vez, fue más bulla que cabuya. Volvimos al enroque. Uno que estaba aquí le “mandaron” para allá y uno de allá para acá. Entraron nuevas figuras, tan nuevas que nadie que uno conozca sabe algo de ellas. Son todo un enigma. Y siendo eso, significa que uno no tiene opinión acerca de ellas. Ni siquiera se sabe de qué cosas se ocupaban antes. Aunque para ser justo, metieron a un joven que antes ha estado y sido eficiente y quizás por eso mismo, apenas comienza a hacer cambios positivos lo sacan y lo mandan al anonimato ¡a ver si aprende! Hablamos de Dante Rivas. Quizás esta vez esperan que se adapte a los demás, no hacer nada para que nadie note que el bojote no sirve. Recordemos que un cargo anterior, Dante intentó desarmar unos enredos burocráticos, una pedidera de papeles y trámites que favorecían la trácala y el cuánto hay pa´ eso y lo sacaron. ¡Y qué curioso! Apenas eso se produjo, volvieron al estado de antes.
El arrume de ministros siguió siendo el mismo. Cada quien calladito donde han estado y tan modestos que pasan desapercibidos. Quizás por esto mismo, el presidente no se acordó de ellos y les dejó donde estaban, acomodaditos sin hacer bulla. Hasta ni roncan, pese se la pasa durmiendo y descansando para tener energía cuando haya que hacer pantomimas y llamar la atención.
La avalancha de cambios que Maduro ofreció apenas amaneciese el 21 de mayo, parece que terminó en lo mismo, puro “buche y pluma”. Los venezolanos todos, empezando por los chavistas, están esperando no que Maduro haga una revolución, pues eso es mucho “camisón pa´ Petra”, pero por lo menos que arregle lo elemental y ponga orden en el aula para que la clase pueda comenzar. Por eso, su gabinete todo, el existente hasta ayer, está raspado en la opinión popular, no sólo en el bando opositor sino dentro de los chavistas con las rodillas más pegadas a la tierra. Pero al parecer pagaron los más pendejos o quienes quisieron irse porque prefirieron otros espacios donde se vida pudiera ser más sabrosa y se pasa desapercibido. En verdad, pareciera se impuso el “Cambalache”, ¡cuánta razón tuvo Discépolo! La mayoría y quienes más culpa tienen de lo que aquí pasa, pues están al frente de las cargos de más responsabilidad y claves para salir del zanjón donde estamos y ellos mismos nos metieron, seguirán en sus cargos.
-“¡Tú de aquí no me sacas, porque si eso haces aquí se va a formar un peo!”
-“Fulano que es del grupo nuestro, de la cuota que nos corresponde, allí se queda. Pues si lo sacas por malo, cosa que no niego, vas a tener que sacar los tuyos y los de aquel”.
-“Te aceptamos que saques a fulano, porque no ha hecho nada, no por culpa suya sino porque le pusieron en una vaina de la que nada sabe y cuando sabías eso, pero sólo intentaste tapar un hueco o darnos una cuota incompleta, y nosotros no habiendo agarramos aunque sea fallo, pero ahora debes dejar a zutano donde está y metes a perencejo que tampoco sabe “como se come eso”, pero hay que mantener la cuota en su justo equilibrio. A zutanejo no le toques hasta que él no haga la señal que ya todo está maduro y listo para salir en retirada”.
-“En lo que a mí respecta, debo decirte, que el grupo acepta me rebajes. Los revolucionarios somos así, prestos a sacrificarnos. Si hasta ayer estuve arriba, no importa si me rebajan, lo asumo con humildad, porque bien sé que lo importante es estar adentro. No olvides aquello de la canción mexicana, “no hay que llegar primero sino saber llegar”. Pero eso sí, nosotros estamos dispuestos a cambiar la morocota por el sencillo, si éste, como mínimo, iguala lo que ella vale.”
Es decir hubo cambio chucuto, pero lo hubo. Las cuotas variaron, de lo cualitativo, representativo por lo menudo y lo bastante.
Hubo pues un cambio. Unos se alargaron o recortaron los bigotes, otros se ennegrecieron las cejas y hasta cambiaron de peinados. En la larga mesa del gabinete hubo cambios de puesto, quien estaba a un lado se le puso al frente y viceversa y quienes menos tenían ahora tienen más y los que tenían un límite de mando cambiaron la morocota por el sencillo.
Y hasta hubo saltos tan altos que la niña Robeilys Peinado, nuestra garrochista, quien paso de 4.30 metros a 4.70, es decir aumento de un solo topetazo 30 centímetros, lo que es gigantesco, se quedó pendeja.
¿Y los de la calle? Pues esos sí parece que seguirán estando como estaban.