En mis tiempos mozos, se solía decir que Betancourt era ególatra y soberbio. Y en verdad, mucho de eso tuvo. Lo era tanto que, Simón Sáez Mérida, quien fue Secretario General de AD, contó una vez en un pequeño, grupo dentro del cual me hallaba, que Betancourt acostumbraba lanzarles cosas a los miembros de su gabinete, cuando daban alguna opinión que le molestaba y eso incluía a aquellos personajes que con él habían fundado aquel partido. Parecida conducta asumía dentro del CEN del mismo, cuando alguno de los que creía y tenía como suyos, apoyaban a "los contrarios" o simplemente discrepaban de él. Esta vez quizás no lanzaba objetos tomando en cuenta que el escenario no era apropiado, pero de algo se valía para dejar sentado su "don de mando". Tal era el poco respeto que la mayoría de aquellos hombres le despertaban.
Quizás, eso lo debe saber bien Jorge Rodríguez, siendo psiquiatra, aquello era y es síntoma de egolatría y soberbia. Pero los ególatras, sobre todo y como todo, tienen un límite. En ese mismo momento, contó Simón que en una oportunidad alguien en particular dio una opinión contraria a lo que Betancourt quería y había expuesto; éste tomó su pipa con la mano derecha y se dispuso lanzársela a quien había hablado; cuando miró de frente su objetivo, se contuvo, bajó brazo, cara y dejó caer el "proyectil" sobre la mesa, se sintió indispuesto y estuvo callado por relativo largo tiempo, lo que aprovechó el amenazado para terminar de hablar y contradecirlo. Ese personaje fue el Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa, uno de los pocos hombres de aquella "vieja guardia" a quien Betancourt respetaba.
Jóvito Villalba, en sus discursos, sin fingimiento y de manera reiterada, cuando iba anunciar algo de lo acordado en el seno de la dirección nacional de URD o simplemente lo que se le ocurría en el momento de hablar, solía decir, "yo y mi partido, mi partido y yo, hemos decidido tal o cual cosa". Y esa manera de expresarse era reiterativa. Cualquier venezolano de aquellos tiempos, sabe bien el nivel cultural de Villalba; fue experto en derecho constitucional, uno de los mejores oradores que ha tenido Venezuela, por lo menos entre los políticos y de sobrada inteligencia. Pero pese esas dotes, hablaba de aquella manera tan personalista, individualista o ególatra. Muchos, en vista que Jóvito se expresaba de esa manera constantemente, decían que aquello era una manera de dejar constancia de la poca importancia que le deba a quienes le acompañaban y clara la idea que aquella agrupación era resultado de su casi personal gestión o enorme liderazgo, lo que tenía mucho de verdad. En la Venezuela de entonces, aquella manera de expresarse del líder margariteño, se convirtió en motivo de chistes, burlas y jolgorios.
Jóvito, entonces no fingía ni buscaba forma alguna de ocultar su personalismo. Al parecer lo asumía con propiedad y de manera enfática, sin ocultamientos, ni intención de fingir de izquierdista, lo que nunca fue y menos de partidario del respeto al colectivo. Primero estaba él y luego su partido, eso decía y no buscaba manera de ocultarlo o mostrar fingido arrepentimiento. Por cierto, cualidad esta que en la izquierda siempre se consideró un vicio, "defecto demasiado pequeño burgués y despreciable".
El presidente Maduro, pese su militancia, de la que habla él mismo y sus amigos lo repiten o confirman, en una agrupación de izquierda, tiene demasiado acendrado ese vicio del "yoismo". En veces intenta encubrirlo, lo que nunca mortificó a Villalba, con cosas como aquella de "cuando digo yo, digo somos". Pero no logra conseguirlo. De muchas maneras deja ver su concepción sobre el poder, el "liderazgo", de cómo se sobrevalora y la poca importancia que le otorga al colectivo. Se considera como un gobernante que está allí para "proteger al pueblo". Como un mesías mandado por "el padre sol" y como tal, no tiene porque rendirle cuentas a nadie ni escuchar a súbditos. Eso se relaciona un tanto con aquello de hablar con pajaritos y tener sus pálpitos, que como una conexión divina. Una posición extraña siendo, según él y sus acompañantes, un hombre de la izquierda. Que no sé es sólo porque cada cinco minutos se tenga en la boca un discurso formalmente antiimperialista, conformado por unas cuantas palabras demasiado gastadas.
Ahora ha dicho que de los próximos concejales de su partido, supongo, un porcentaje, creo que del 50 %, debe ser de menores de treinta años. Creo esa fue la cifra. En todo caso ella es lo menos importante.
Sobre este asunto, pienso lo mismo que lo relativo al sexo. Ponerle a eso límites es defectuoso. Creo que el liderazgo y el derecho a la representación en los cuerpos deliberantes o del ejecutivo, debe ganárselo la gente. Desde mi punto de vista, esas propuestas limitantes parecieran tener en el fondo un sentido demagógico y oportunista. Si el 70 % y hasta el 80 %, de los representantes son mujeres, es porque ellas se han ganado ese derecho. Y a él deben tener los mejores, el sexo no puede ser determinante. Lo mismo sucede con la edad. Lo que se debe cuidar es que se impongan los mejores y eso implica valorar muchos rasgos, como conocimiento, constancia, dedicación, conexión con la comunidad y hasta energía.
Pero esto de los porcentajes es lo menos importante, desde el interés inicial de este trabajo. Lo importante ahora es destacar como el presidente Maduro, no lo hace como una propuesta a su partido, que ahora no sé si es el PSUV o "Somos Venezuela", sino como una orden a cualquiera de los dos, aunque creo se refiere a los dos. Aunque pareciera tener interés en favorecer al segundo, donde por muchas razones y procederes se intenta concentrar a los jóvenes.
Cualquiera dispuesto a todo trance a defender al presidente en lo que diga y haga, porque "la culpa es de los demás", dirá "¿de dónde saca este pendejo que escribió esto, que eso no fue consultado con el partido y hasta aprobado por éste?
Pensemos un instante que eso es cierto. No fue una de esas tantas cosas personales, individualistas que se salen cual fuese una ametralladora, y se adornan con aquello de "no soy yo, sino somos". Pero también pensemos en esto, elemental en el pensamiento de un revolucionario que debe ser alguien quien respete y reconozca el valor del colectivo, ¿esa conducta, ese proceder, de presentar lo decidido en un grupo, un organismo de dirección, sin dudar que tampoco es allí donde debe resolverse eso, como resultado de la sola meditación de un individuo y además como una orden, aunque sea el presidente, es propio de los revolucionarios y de quienes hablan de lo participativo y protagónico?
Yo no lo creo. Pedagógicamente hablando no es simplemente un disparate sino convertir un abuso, una práctica individualista, ególatra, un "yoismo" en un proceder normal y pertinente en un partido, que por serlo, está integrado por muchas personas. ¿Qué tiene que ver eso con lo participativo y protagónico, si un individuo valiéndose de su poder, su rol, anuncia cosas que habiendo sido acordadas en un colectivo, como si fuesen disposiciones personales? ¿Qué se enseña con eso?
¿Además, no es eso un asunto de importancia, que a tantos que envuelve, al margen de su pertinencia o no, para resolverlo en un espacio y procedimiento donde muchos tengan la oportunidad de opinar? ¿Qué hay de aquello de Chávez de "hasta las piedras hablen"?
Siquiera Jóvito, tan objeto de burla en su tiempo por considerársele casi un símbolo de lo ególatra y personalismo y a URD como una comparsa, decía "mi partido y yo, yo y mi partido".
Contaba alguna gente del círculo "dirigente" de URD, entre los cuales muchos conocimos, que las reuniones de la Dirección Nacional solían hacerse en la casa de Jóvito. Él, acostado en un chinchorro y los demás sentados alrededor suyo.